Antoni Ballariga es el jefe global de sostenibilidad del BBVA, grupo financiero español que adelanta un ambicioso plan de financiación en ese sector, con metas por 200.000 millones de euros hasta 2025 en iniciativas con este fin.
El ejecutivo participó en el Congreso de Sostenibilidad que organizó el Gobierno y Asobancaria, y en el que participaron diversas organizaciones y empresas nacionales e internacionales como el BID y el BID Invest.
¿Cómo es la política de sostenibilidad del BBVA?
Entendemos la sostenibilidad como la mayor oportunidad para la banca en términos de negocios en los próximos años. Hay mucha disrupción en industrias pues hay que descarbonizar el mundo y asegurar más equidad y oportunidades. El sector financiero debe tomar decisiones sobre el tema que compete a todos. Solo en cambio climático se cuantifican inversiones por $275 billones del 2020 al 2050 en movilidad, generación eléctrica, rehabilitación, movilidad eléctrica, para buscar una neutralidad en las emisiones de carbono, objetivo en el que también está Colombia. Todos estos recursos movilizados necesitan a un sector financiero comprometido y ahí jugamos un rol importante.
¿Cómo ejecutan esa política?
Tenemos que ayudar a los clientes en la transformación, aprovechando oportunidades y mirando riesgos. Tenemos dos focos: acción climática y crecimiento inclusivo, y no dejar a nadie por fuera.
Los compromisos que tenemos son movilizar financiación por 200.000 millones de euros de 2018 a 2025, de los que ya llevamos 81.000 millones, el segundo es ser neutro carbón al 2050 y las emisiones financiadas sean cero, y el tercero es que nuestra presencia sea muy activa en la nueva arquitectura del sector financiero para incorporar la sostenbilidad de las decisiones financieras y eso implica cambios en la regulación y la supervisión, en información que se da al mercado y una acción colectiva. Por eso actuamos y en ese sentido creamos CFLI Colombia junto con Bancolombia para que con 10 empresas asumamos el reto de financiación mirando los temas de regulación y qué mecanismos podemos usar para que el país sea referente en sostenibilidad.
¿De qué más va acompañada esa política?
El banco tiene presencia activa en 30 países y dos tercios de los ingresos vienen de emergentes y debemos ayudarlos para que viajen de manera rápida en el mundo de la sostenibilidad. Pero no es solo financiación sino que hay que acompañar a las empresas en su descarbonización.
¿Cuándo dejarán de prestar a los que generen emisiones?
Habrá algunas actividades que a corto plazo no queremos financiar como por ejemplo empresas involucradas en problemas de Derechos Humanos, actividades en el Ártico, actividades con arenas bituminosas, el carbón (al 2030 en países desarrollados y 2040 para el resto del mundo) pues al 2050 el carbón no tendrá sentido. Acompañaremos a los clientes para que cambien su modelo de negocio. No tanto desinvertir, sino acompañar en el proceso.
¿De la cifra global cómo se desagrega?
De los 200.000 millones de euros de financiación sostenible, un 20% tiene fines de carácter social. El primer foco es la inclusión financiera, con soluciones digitales, acceso financiero, diversificar los servicios, luego el emprendimiento, para dar oportunidades a las personas con formación a emprendedores, a jóvenes y el trabajo con la Fundación de Microfinanzas y Bancamía con una cartera en Colombia, Perú, Chile y República Dominicana con 2,7 millones de clientes, que es una apuesta importante. Ahí nos fijamos una meta de financiación de emprendimientos por 7.000 millones de euros en microcréditos hasta el 2025.
Otro foco es invertir en infraestructuras de desarrollo en educación, salud y una apuesta filantrópica para fomentar el crecimiento inclusivo y en el que se van a movilizar 550 millones de euros hasta 2025 con las fundaciones y la acción social.
¿La invasión a Ucrania cómo afecta las metas de descarbonización?
Las implicaciones son varias. La primera es que a corto plazo en dos o tres años vamos a tener una peor foto y hará que se tengan que recuperar plantas a carbón y esto será una mala noticia climática por el incremento de emisiones. Lo segundo es que la expectativa es que se acelere la inversión en renovables y dejar de depender de Rusia. Creemos que la energía nuclear es necesaria, con las medidas de seguridad necesarias.
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