Ha sido poco el espacio y muchas las ideas las cuales han quedado en el tintero. En mis cuadernos. Muchas las lecturas y cintas y música explorada para escribir esta saga de “7 Pecados Capitales” y como siempre, es poco el espacio para deletrearle aquí todas mis ideas. Gracias por su lectura. Muchos, hartos comentarios ha ganado esta saga de textos. Le recuerdo: regresaré al tema y los abordaremos largamente en nuestra tertulia sabatina de “Café Montaigne”.
Algunos ejemplos rápidos al respecto. La lujuria. Ya no pude deletrearle aquí todo lo cual he encontrado en la relectura de dos obras fundamentales: “Madame Bovary” de Gustav Flaubert y “Lolita” de Vladimir Nabokov. Las tengo ya listas con sus notas para comentarlas en este espacio. Igual ya no pude transcribirle aquí lo de Dante Alighieri sobre su concepción de los humanos los cuales padecen (padecemos) semejante calvario: el pecado de la lujuria. Va rápido lo anterior.
El poeta Dante Alighieri ha mandado a los lujuriosos al segundo círculo de su infierno tan temido. ¿Hay espíritu en ellos o es sólo la carne? Leamos rápidamente al poeta: “Eran condenados a tormentos/ los pecadores, de la carne presa./ Cual estorninos, que en bandada espesa,/ en tiempo frío, el ala inerte estiran,/ así van ellos en bandada opresa./ De aquí, de allá, de arriba, abajo, giran,/ sin esperanza de ningún consuelo:/ ni a menos pena ni al descanso aspiran”.
En cuanto a la pereza, me he quedado con lo siguiente en el tintero: hay una novela buena y extraña, “Oblómov” del escritor ruso Iván Goncharov. El texto es una crítica ácida a la sociedad rusa, a su nobleza y eso llamado clase alta. Pero hay un buen dato señor lector. La novela es un gran tabique. Un block completo de lectura. La novela es el nombre del personaje, Oblómov, el cual para empezar, no se levanta de su cama hasta la página… 150 y tantos del volumen. Puf. Lo hace a regañadientes. Es un perezoso el tipo de clase alta. Este texto del siglo XIX tuvo tal repercusión, o la tiene aún hoy, el cual dio origen a un término de vida: “oblomovismo”, sinónimo de pereza, tener o llevar una actitud pasiva, permisiva, indecisa.
¿Cuál diría usted es el pecado más común en la clase política? Tal vez sea la soberbia. Pero también puede ser la ira, ni se diga la avaricia (Andrés Manuel López Obrador). Claro, la lujuria, la gula y el alcoholismo. A ellos, nada les cuesta. En fin, a los políticos se les pueden cargar no siete, sino veinte pecados y todos, todos estarán bien en su humanidad.
Soberbia. El primer pecado capital y al parecer, del cual se desgranan los restantes. ¿Padezco la soberbia? Sí. Absolutamente sí. Me apego a aquella vieja definición y teoría de los surrealistas: el poeta es el inconformista total. Y sí, soy un inconforme con todo y de todo. Por eso me dedico a las letras (literatura y periodismo). Me dedico a las letras para cambiar a los santos de lugar y darle su justa dimensión a todo. Las letras escritas son ideas y hoy, nada más alejado de los jóvenes: la cultura escrita, cuando ya todo es visual y lo peor, sin palabras. Son memes y emoticones, no más.
ESQUINA-BAJAN
“La soberbia del hombre le abate, pero al humilde de espíritu sustenta la hora” se lee en Proverbios 29:23. Otra cita bíblica más: “Ciertamente la soberbia concebirá contienda; más con los avisados está la sabiduría”, es de Proverbios 13:10. La soberbia sin duda alguna, nos pierde. Y si perdemos juicio nos dijo antes la Biblia, no hay sabiduría. Y si ya padecemos eso tan grande y letal, como la soberbia, pues entonces nos queda mirar más alto y sí, ser dioses. Y este y no otro tema, usted lo sabe, es el gran poema de John Milton, “El paraíso perdido”. Una de las obras cumbres de la humanidad.
Satanás en esta obra, se cree superior a Dios y a toda su creación. Lo cual por cierto, pues es tema sólido y bíblico: no gobierna Dios en la tierra, sino el demonio. (Juan 12:31. “Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera…”). Soberbia: el pecado de la inteligencia, el pecado de los escritores. ¿Quién está atrás y alentando semejante pecado? Lo dijo Charles Baudelaire, ese eterno poeta maldito: el diablo. En sus “Diarios íntimos” así lo deletrea: “No hay que creer que el diablo tiente sólo a los hombres de genio. Sin duda, desprecia a los imbéciles, pero no desdeña su concurso”.
Y sí, no hay más grande soberbia a lo siguiente lo cual usted y yo hemos explorado: jugar o ser dioses. Lo hemos visto a través de los textos de esta saga y en la tertulia de “Hablemos de Dios”: somos o queremos ser dioses. Ser Dios. Jugar a ser Dios. Por algo de aquella cita: “Serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses…” (Génesis 3:5). El salmista, Asaf, lo dice: “Vosotros sois dioses”. (Salmos 82:6). La misma bendición (o imprecación, vaya) usted la encuentra en Jueces y en el Evangelio de Juan.
Se agotó el espacio. Mucho por explorar, leer, debatir y andar. No hay meta, es el camino. Y sí, entre más bifurcaciones posibles, mejor. Quienes aportaron mucho a esta saga de textos fueron el hidalgo saltillense, el melómano don Javier Salinas. El hombre el cual más sabe sobre Derecho Electoral en el norte de México, Gerardo Blanco Guerra. El sabio editorialista Carlos Alberto Arredondo, el Contador Rogelio Ochoa…
LETRAS MINÚSCULAS
“7 Pecados capitales”. Cuál es el suyo…