El deterioro de la función renal es un problema común entre las personas de edad avanzada, algo que puede derivar en la aparición de la enfermedad renal crónica. Esta enfermedad se caracteriza por lenta y progresiva disminución (a lo largo de meses o años) de la capacidad de los riñones para filtrar los productos metabólicos de desecho presentes en la sangre.
A menudo la enfermedad se asocia con una disminución en la calidad de la vida y de una mayor mortalidad de manera prematura. También de la presencia de comorbilidades como la obesidad, la hipertensión, la diabetes o enfermedades cardiovasculares, que a su vez pueden acelerar su progreso.
Entre los factores de riesgo modificables y relacionados con el estilo de vida, la dieta parece desempeñar un papel crucial en el mantenimiento de la función renal y en la progresión de la enfermedad renal crónica. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones previas relacionadas con este tema se han centrado únicamente en nutrientes específicos o en grupos de alimentos en lugar de patrones dietéticos.
Además, los pocos estudios que evalúan patrones dietéticos específicos como por ejemplo la dieta mediterránea o la dieta DASH muestran diversas discrepancias en sus resultados.
Patrón dietético mediterráneo
Ahora, un estudio liderado por el grupo de investigación de la Unidad de Nutrición de la URV-IISPV-CIBEROBN, sugiere que aumentar la adherencia a un patrón dietético mediterráneo se relaciona con una mejor función renal a través de una mejora en los valores de la tasa de filtración glomerular. Los resultado fueron publicados en la revista científica European Journal of Nutrition.
Los investigadores evaluaron la asociación entre la adherencia a dos patrones dietéticos saludables, la dieta mediterránea evaluada a través de dos índices diferentes y la dieta DASH, y los cambios en la función renal tras un año de seguimiento. Además, analizaron la asociación entre la adherencia a un patrón proteico, usando el Protein Diet Score, y la función renal.
El Protein Diet Score se trata de un índice que va de 0 a 20 puntos, los cuales dependen de la ingesta proteica total y del ratio proteína vegetal: animal. De modo que una mayor puntuación refleja un mayor consumo total de proteínas y/o un mayor ratio proteína vegetal: animal, es decir, un mayor consumo de proteínas de origen vegetal frente a la proteína de origen animal.
Tras analizar los datos de 5.675 participantes, únicamente un cambio hacia una mayor adherencia a la dieta mediterránea, evaluada a través de un cuestionario de 17 preguntas, se asoció con un menor deterioro de la función renal basada en la tasa de filtración glomerular.
Además, las personas con una mayor adherencia, tras un año de seguimiento, a este patrón dietético presentaron un 38 % menos de riesgo de que se produjese un declive mayor o igual al 10 % en la tasa de filtración glomerular. Contrario a esto, un cambio hacía una mayor adherencia a un patrón proteico se asoció con un empeoramiento de la tasa de filtración glomerular.
Verduras y legumbres
En este mismo trabajo, también se exploró la asociación entre cada uno de los diferentes ítems o preguntas que conforman el cuestionario 17-items energy-reduced Mediterranean Diet. Los resultados obtenidos mostraron que el consumo de verduras, legumbres, vino, así como la tradicional salsa mediterránea de tomate y aceite de oliva (sofrito) se asoció a una mejor función renal.
Esta información no sustituye en ningún caso al diagnóstico o prescripción por parte de un médico. Es importante acudir a un especialista cuando se presenten síntomas en caso de enfermedad y nunca automedicarse.
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