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La retirada de las mascarillas en España es la noticia que copa la mayor parte de la actualidad sobre la Covid-19. Para muchos, este gesto significa el principio del fin, pero parece que todavía queda recorrido para llegar a la meta. Así lo demuestra, por ejemplo, el nuevo panorama de variantes o las investigaciones que no cesan sobre la enfermedad. La última, además, se ha centrado en una de las mayores incógnitas del coronavirus, las relacionadas con sus síntomas persistentes.
Llevada a cabo por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), revela que el 30% de los contagiados por coronavirus desarrollará Covid persistente. O lo que es lo mismo, uno de cada tres.
También conocida como long covid, esta consecuencia de la enfermedad es a día de hoy un misterio que vuelve locos a quienes la investigan y a los que la padecen. Una de las razones radica en que es muy complicado demostrar que una persona está siendo víctima de Covid persistente, por lo que las bajas laborables o la incomprensión de entorno y algunos facultativos es una consecuencia más que se suma al ya largo historial de síntomas que pueden desarrollar.
Según un estudio publicado en Scientific Reports, se han identificado más de 50 síntomas destacados tras los primeros meses de infección. Fatiga, dolor de cabeza, trastorno de déficit de atención, caída de cabello, disnea (dificultad para respirar) o anosmia (pérdida de olfato) son los efectos más reportados de la long covid.
Conocer el perfil de paciente de la Covid persistente es un pilar fundamental para poder atajar y tratar los síntomas. Por ejemplo, Sonia Villapol, investigadora del Hospital Methodist, en Houston (Estados Unidos) y una de las mayores estudiosas del tema, apuntaba en una entrevista para EL ESPAÑOL que, en general, se suele dar más en mujeres que en hombres. También avisaba de que la franja de edad donde se solía dar estaba ubicada en los adultos entre 18 y 65.
Hombre, latino y diabéticos
La investigación de UCLA, publicada en la revista Journal of General Internal Medicine también ha logrado trazar un perfil sobre los pacientes tipo. Lo han hecho en base al estudio de 1.038 personas diagnosticadas de Covid-19, ya sea en hospitales o en ambulatorios. A todos ellos se les hizo un seguimiento a los 30, 60 y 90 días de haber contraído la enfermedad y, al final, 309 pacientes presentaban síntomas de Covid persistente.
Según los datos de la investigación, el sexo está repartido entre hombres (50,4%) y mujeres (49,6%), por lo que el estudio no pudo establecer un perfil respecto a esta variable.
En cuanto a la raza, sí que hallaron grandes diferencias entre grupos. Los más propensos a sufrir Covid persistente son personas latinas, con un 41,6%, seguido de los blancos, que se llevan el 30%. Los negros y asiáticos poseen, en cambio, porcentajes muy bajos de probabilidad, un 7,1 y 7,9, respectivamente.
También encontraron un punto de inflexión en sufrir diabetes, ya que un 37,9% de la muestra sufría esta enfermedad y en el índice de masa corporal, ya que la media era de casi 30, algo que la OMS cataloga como sobrepeso.
El estudio tuvo en cuenta tanto ingresos hospitalarios como pacientes que, simplemente, recibieron una atención ambulatoria, lo que demuestra que la long covid no es algo que se asocie sólo a la enfermedad en su forma más grave.
Eso mismo lo apuntó en su momento Sonia Villapol. “Se ha visto que gente con infecciones leves o asintomáticas meses después pueden presentar nuevos síntomas persistentes. Por lo tanto, la Covid persistente no afecta sólo a los pacientes hospitalizados graves”, esgrimía la experta, que, además, se atrevía a lanzar una conclusión sobre el panorama que nos espera: “No tengo dudas de que la Covid persistente será lo que nos quede después de la pandemia“.
Desarrollo y prevención
El problema de asociar la Covid persistente con la gravedad viene derivado del error de confundir síntomas con secuelas. En base a la guía clínica de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), esto último se produce cuando hay una afectación grave ocasionada por la enfermedad en su fase aguda. En este caso, sí que se habría requerido ingreso hospitalario. Algunas de las principales secuelas que se han observado son disfunción ventricular o edema miocárdico residual.
De momento, se desconoce cómo es posible evitar llegar al punto de estas secuelas o el desarrollo de la Covid persistente, pero José Ángel Cabrera, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, señalaba en EL ESPAOL a un punto clave para intentar prevenirlos: la pauta completa de vacunación.
Según el doctor, que tiene en marcha una consulta de Covid persistente, habría tres hipótesis que podrían explicar por qué se puede llegar a producir la long covid. Por un lado, puede ser que el virus permanezca en el cuerpo provocando un estado de infección crónica. Por otro, estaría el razonamiento de que la permanencia de restos virales fomentaría un estado inflamatorio a largo plazo. Mientras, la tercera línea apunta a un trastorno de la inmunidad ocasionado porque “el sistema inmune del paciente reacciona de manera exagerada”.