“Querer que David gane a Goliat ofrece la posibilidad de que te inspires”.
Michael Lewis, autor norteamericano
El fútbol es lo más grande que hay porque es el espejo de la vida, sin excluir la política o la guerra. Nos ayuda a entender los impulsos detrás de, por ejemplo, el famoso fenómeno de la polarización, la que vemos en España con Vox y Podemos o con el tema catalán; en Reino Unido con el Brexit; en Estados Unidos con Trump; a lo grande y a lo bestia, con Ucrania y Rusia.
Veamos las reacciones en España y en Inglaterra a la pelea callejera en la que se convirtió el final del partido de Champions de la semana pasada entre el Atlético de Madrid y el Manchester City. En Inglaterra los del City fueron los buenos y los del Atleti los malos, y en España al revés. Como en la política, cada bando elige su información con el fin de confirmar su punto de vista y descarta la que lo pone en cuestión. Como en la guerra de Ucrania, cada uno tiene su verdad.
Las reacciones en España y en Inglaterra a la pelea callejera entre el Atlético y el City fueron antagónicas
Para los ingleses el malo más malo fue Stefan Savic, el lateral montenegrino del Atleti cuya pinta de sicario narco, hay que reconocer, no le ayuda. Savic se encaró con dos de los pocos ingleses del City, Phil Foden y Jack Grealish, y se desató la entretenida tangana por la que se recordarán los 190 minutos de la, por lo demás, gris eliminatoria. Para los españoles, Foden es un tramposo provocador y Grealish un guapito con ínfulas de machote. Tal fue la rabia hispana contra los dos, y luego contra el City en general por los minutos que cínicamente perdieron durante el largo tiempo adicional, que se oyó a aficionados del Atleti diciendo lo impensable: ojalá que el Real Madrid les dé una paliza en la semifinal.
Existen ingleses capaces de ver que Foden y Grealish no se ganaron el cielo con sus actitudes pero se vuelven a envolver en la bandera con el argumento de que el Atleti siempre juega sucio y cínico y si el City se rebajó a su nivel, mala suerte. Live by the sword, die by the sword. Vive a espada, muere a espada.
Lo que el mundo necesita hoy, como demuestra el caso Atleti-City, es un árbitro imparcial, una figura casi divina por su capacidad de poner las cosas en su sitio y discernir lo que es mentira y lo que es verdad. No por primera vez, me ofrezco. Como medio español y medio británico, como persona reconocida mundialmente por su legendaria neutralidad y amplitud de visión, daré mi veredicto.
Créanme que no es por el hecho de que mi madre era madrileña, o que mis vínculos con Manchester son inexistentes, que me decanto por el Atleti, que comparto la sensación de los aficionados rojiblancos de que su equipo perdió la eliminatoria pero obtuvo algo más grande, una victoria moral. Como el niño David aunque hubiera perdido su duelo contra el gigante Goliat. La furia de Savic fue una furia justa; que un jugador del Atleti hubiera hecho lo mismo en su situación no absuelve el intento de Foden de engañar al árbitro; y en cuanto a Grealish y el mono bomboncito que lleva en la punta de la cabeza, entiendo que Savic no pudiera resistir la tentación de darle un tirón. Grealish, aspirante a ser Beckham II pero incluso más inútil como jugador, le había insultado, utilizando una palabra en inglés que Savic, ex del City, entendió: algo similar a gilipollas, solo que más fuerte. El admirable aquí fue Savic. Grealish, por el que el City pagó la inexplicable cantidad de 120 millones de euros en el verano, se mereció una patada en el culo.
Como medio español y medio británico, daré mi veredicto: hubo victoria moral del Atleti
La victoria moral del Atleti no se debe solo al contraste entre el aspecto barriobajero de sus jugadores y la relativa exquisitez de su comportamiento. Merecieron ganar el partido, o al menos empatarlo y resolverlo en la ruleta de los penaltis. El City cuando juega bien es una orquesta sinfónica, dirigida por Pep Barenboim Guardiola. Pero los canallas nobles del Atleti los pusieron contra las cuerdas (de sus violines) en la segunda mitad y podrían con suerte haber metido un par de goles.
Y otra cosa. Temporada tras temporada, muy bien el juego de este City, “fútbol asociación” de los ángeles. Sí, sí, ya lo sabemos. Un ejemplo para los niños, para todos. El fútbol como se debería jugar, el sueño de Cruyff hecho realidad, y tal. Está bien. Mejor Mozart que los Sex Pistols. Pero que Johnny Rotten se la meta de vez en cuando a Wolfgang Amadeus tiene su qué. Pena que no pudo ser.
El córner inglés