El Covid trajo al frente dos problemas de salud que, sin ser de vida o muerte, tienen un peso notable en el bienestar: la caída de pelo y las alteraciones en el gusto y el olfato. Ambos, síntomas del llamado “Covid tardío” o “long Covid”, que podrían aparecer entre el mes y los cinco meses posteriores a la infección, incluso en quienes se consideraban plenamente recuperados.
El tema “caída del pelo”, afecta a aproximadamente un 25% de los recuperados. Y de los pacientes que hoy están consultando por temas de olfato, la mitad son post Covid que en su momento habían tenido anosmia (falta de olfato) y que meses después (aun cuando ya se habían recuperado) vuelven a sufrir una alteración en cómo perciben los sabores y olores.
Dada la prevalencia de otros efectos tardíos del coronavirus mucho más severos, como las alteraciones cardiovasculares o las neurológicas (problemas de concentración, atención y memoria), no sorprende que el del cabello y el olfato sean temas subestimados.
Incluso, malinterpretados. En especial, la caída del pelo, que suele dar lugar a esas frases del saber popular como “es la época de las berenjenas”, “arrancó el otoño” o “debe ser el estrés por la inflación”.
Al tema del olfato no le toca una suerte mejor. Abundan las imprecisiones, incluso en boca de médicos renombrados.
La distorsión del olfato meses después de la infección es otro problema para muchas personas. Foto: Shutterstock
Es incómodo, pero quizás sea momento de decirlo: en todos los rubros hay personas dedicadas a aggiornarse en lo suyo y otras que no. El campo de la Medicina no es la excepción.
Mientras muchos expertos están en condiciones de responder las inquietudes de los pacientes (en base a los estudios científicos que se publican, y que ellos con dedicación se prestan a leer), otros levantan los hombros y admiten no saber. O livianamente estiman que “debe ser el Covid. Todavía no se sabe mucho”.
Caída del pelo
La pérdida de cabello en cantidades importantes está entre los síntomas del Covid tardío o long Covid más reportados. Las cifras dependen de la publicación que se mire, pero va desde el 25% a, incluso, el 60%.
Si uno se apoya en un lugar “moderado”, se puede afirmar que al menos una de cada cuatro personas recuperadas experimenta caída del pelo. Más cabello tiene la persona, menos percibe la caída, que de por sí ocurre en distintas magnitudes.
Una mayor pérdida de cabello de lo normal puede ser un síntoma del Covid largo.
“Me saco mechones enteros” es una frase común en estos días, precisamente por los tiempos: pasaron dos meses desde la mayor ola de Covid que atravesó el país (de fines de diciembre a fines de febrero) y esto encaja bien con los tiempos estimados para la caída de pelo, que puede ocurrir entre el mes y los tres meses posteriores a la fase aguda, es decir, la infección propiamente dicha.
La duración puede ser corta (unas semanas nada más) o llegar a los seis meses.
Datos duros
Para los inquietos de las fuentes, algo de esto (y también el tema del olfato) ya había sido reportado en enero de 2021 por investigadores chinos (“6-month consequences of COVID-19 in patients discharged from hospital…”) y hay una dedicada explicación en el sitio oficial de la American Academy of Dermatology, desde la cual se pueden acceder a dos papers interesantes.
Ambos fueron publicados a fines de 2021. Para buscarlos, arrancan así: “Early-onset effluvium secondary to COVID-19…“, de científicos de la Universidad Estadual Paulista (Brasil), y “Trichodynia and telogen effluvium in COVID-19 patients… ”, de investigadores de la Universidad de Bologna (Italia).
En el último de esos trabajos, los autores afirman que, tras recoger datos de 128 pacientes, “se observó efluvio telógeno en el 66,3% de los pacientes y tricodinia (N. de la R.: dolor en el cuero cabelludo) en el 58,4%”.
“En la mayoría (62,5%) de los pacientes, los signos y síntomas del cabello comenzaron dentro del primer mes después del diagnóstico de Covid-19, y en el 47,8% de los pacientes, estos comenzaron después de 12 semanas o más”, afirma el paper.
Perspectivas
Uno de los médicos que se dedicó a analizar y comprender los efectos del Covid tardío en Argentina es Ramiro Heredia, clínico de planta en el Hospital de Clínicas, además de editor del portal de noticias de salud Infomed (infomed.com.ar).
Según contó a Clarín, lo importante es “tranquilizar” a las personas que experimentan caída de cabello, ya que “volverá a crecer” y es solo un efecto de la infección, que además “podría ocurrir luego de otras infecciones virales”.
No obstante, no lo minimizó: “Los reportes afirman que está entre los cinco a diez hitos más frecuentes luego del Covid. El problema es que no todo el mundo consulta, y entonces la estadística es variopinta”.
Efluvio telógeno
¿Qué ocurre exactamente? Se denomina “efluvio telógeno”. El cabello tiene ciclos y, si uno hiciera un corte temporal, vería que no todas las hebras atraviesan la misma fase (por eso no se nos cae todo el pelo a la vez).
Cada hebra crece 0,3 milímetros por día, durante aproximadamente tres años. Luego entra en lo que los expertos llaman fase de reposo. Finalmente, se cae. “Es parte de su evolución”, explicó Heredia.
Lo normal es perder de 50 a 150 cabellos por día, pero, agregó, “muchas infecciones, desde gripe, neumonía hasta situaciones de estrés psíquico o físico (N. de la R.: el parto es una de ellas) hacen que el organismo genere respuestas inflamatorias y la etapa telógena se prolongue, lo que produce más caída”.
Algunos expertos no hablan de una “prolongación” de esa fase, sino de un “adelantamiento” del reposo-caída para hebras a las que todavía les quedaba “vida útil”. Para el caso es lo mismo.
Según Heredia, este cuadro afecta a aproximadamente el 25% de los pacientes que tuvieron Covid, y puede arrancar “a los dos meses, promedio, y durar tres a seis meses”.
Sin embargo, enfatizó, se trata de un proceso “benigno y autolimitado. Lo más importante es haber corregido la causa, que en este caso es haberse curado del Covid”.
“El pelo volverá a crecer“, aseguró.
Cuestión de nariz
Mucho más enigmático (y poco difundido) es el tema del olfato.
Basta decir que, además de haber perdido el olfato cuando atravesaron la infección por Covid, muchas personas experimentan, entre tres y seis meses luego de la infección, alteraciones en ese sentido, aun cuando se habían sentido “recuperadas por completo”.
El olfato, un estado que puede alterarse en los meses post Covid.
Lo que se plantea en estas líneas ocurre en paralelo a los casos (también frecuentes) de quienes sufrieron por meses un estiramiento de la falta o disminución de la capacidad olfativa, producto de la infección.
Todas estas definiciones vienen de Stella Cuevas, otorrinolaringóloga y ex presidenta de la Asociacion de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA).
Cuevas, quien prefiere utilizar el término técnico anosmia para referirse a la pérdida de olfato, recordó que “el gusto depende en un 80% de la capacidad olfativa”. E hizo una distinción central: una cosa es la pérdida (completa o parcial) del olfato y otra distinta es lo que pasa en esta suerte de coletazo o secuela que podría volver meses después del Covid, y que en el consultorio de Cuevas representa “el 50% de los pacientes que están llegando en estos días”.
El diagnóstico en este caso no es cuantitativo sino cualitativo. El término técnico, disosmia.
Placeres cancelados
“Lo que se ve en muchos pacientes es que, al cabo de cinco o seis meses o más, aparecen disosmias, que son alteraciones en la calidad de lo que se huele o saborea. El sabor es el deleite de lo que uno come o bebe, y lo da en un 80% el olfato”, explicó la médica.
La deformación del olfato provoca una pérdida en la calidad de vida. Foto Shutterstock..
En otras palabras, no se pone en jaque oler poco o nada sino oler distinto.
Según Cuevas, estos cuadros (propios del long Covid) se producen por una inflamación del bulbo olfativo. Como en el caso de la caída del cabello y en las afecciones cardiológicas, las hipótesis apuntan a la propia inflamación del organismo como parte de la respuesta inmunológica contra el SARS-CoV-2.
O sea que no sería el virus en sí el problema sino la respuesta defensiva del cuerpo.
Lo concreto es que, al estar inflamado el bulbo olfatorio, un olor que debía evocar determinado recuerdo termina transitando “un camino errático” en el sistema olfativo y termina generando confusión.
Olor a podrido
Los cuadros no son todos iguales y, además, una misma persona podría atravesar distintas fases.
“Dentro de estas disosmias podrían aparecer parosmias. Porque los aromas están compuestos por distintos olores y, en las parosmias, el paciente percibe solo uno de esos olores”, explicó Cuevas.
Perciben olores que no existen. Si todo te huele mal puede ser fantosmia.
Por ejemplo, “uno de los componentes del olor café es el azufre. Si la persona solo huele azufre, sentirá que el café huele a podrido”.
Otro cuadro posible es la llamada hipersensibilidad olfatoria, que según la médica se vivencia de un modo “muy angustiante, por lo penetrantes que resultan los diferentes olores de la vida cotidiana”.
Y un cuadro realmente común para quienes están padeciendo este efecto post Covid en estos días es la fantosmia, una alucinación olfativa. “Sentir, por ejemplo, que hay olor a cigarrillo cuando nadie fumó en el lugar”, resumió.
Sustento
Varias publicaciones reportan esta vuelta de los problemas olfativos. Una muy reciente se titula “Emerging Pattern of Post-COVID-19 Parosmia and Its Effect on Food Perception”, de investigadores del departamento de Ciencias de la Alimentación y Nutrición de la Universidad de Reading, Inglaterra.
¿Qué dicen los autores? Que en los casos de disfunción olfativa a “de largo plazo (experimentados por cerca del 10% de los casos de Covid), hay una pérdida inicial del sentido del olfato (anosmia) y, a medida que comienza el proceso de recuperación, generalmente dos a tres meses después de la pérdida inicial, muchos experimentan trastornos olfativos cualitativos”.
La parosmia es uno de esos trastornos, dicen los autores, y agregan: “… altera la percepción de los olores de un individuo de tal manera que todos los días los olores son comúnmente descriptos como ‘distorsionados’”.
¿Cuánto tiempo llevará la ansiada desinflamación que conduciría a cierta normalidad? Nadie se arriesga a afirmar tiempos certeros. Sin embargo, las publicaciones coinciden en que oler “algo” es un signo de recuperación. Mucho peor es no oler nada.
PS