Magalí Redonte es crítica de Artes egresada de la Universidad Nacional de las Artes (UNA).
Llegó desde Buenos Aires hace un año y medio.
Aunque suene a frase trillada, vino “por amor”.
Se puso en pareja con un ingeniero mecánico también porteño que hacía unos años se había mudado a Bariloche.
Así que, tras un tiempo donde la relación fue a distancia, ella se trasladó a esta parte del sur y juntos comparten un proyecto de vida.
Todavía en Capital, Magalí, siguiendo un interés propio, sin más intención que desarrollar una especie de hobby, aprendió a tejer.
Si bien su abuela sabía del tema, entre risas, la joven, de veintiocho años, cuenta que la señora tenía poca paciencia como para ponerse a enseñarle, así que recurrió a tutoriales de Internet.
Empezó a realizar muñecos porque a ella le agradaban… pero también le gustaron a parientes, allegados y más… De esa manera, el hobby se convirtió en un pequeño emprendimiento. Lo llamó Pikot Crochet.
El año pasado se sumó a Ronda, un espacio en el que otras personas con inquietudes similares, que crean juguetes artesanales, se reúnen en pos de dar a conocer lo que hacen.
La idea había comenzado en el Día del Niño, y Magalí, que también es redactora y periodista, se incorporó a la segunda edición, que se llevó a cabo para Navidad. Luego también se desarrolló una en Reyes, y esta Semana Santa se realizó por cuarta vez, en el Salón Cultural de Usos Múltiples (SCUM), ubicado en Moreno y Villegas.
“En esta ocasión fuimos veinticuatro”, cuenta, en medio del salón, durante la última jornada. “De las que yo estuve, creo que fue la vez que hubo más movimiento”, aprecia, para luego destacar que lo que ellos ofrecen es muy distinto a lo que se consigue en una juguetería “normal”.
Algunos de los emprendedores de Ronda.
“Son todos juguetes hechos a mano. Se trata de trabajos que llevan muchas hora de labor, con materiales nobles, como la madera y el hilo de algodón, y también hay juegos de roles… Son productos para todas las edades, porque tenés cosas de bebés, como juegos de motricidad y de encastre, hasta cartas para los chicos más grandes, pasando por muñecos que pueden ser para cualquier persona”, relata.
Precisamente, ella realiza mayormente muñecos en crochet, en especial de animales, y, no está de más decirlo, aunque por la fecha era predecible, durante el fin de semana vendió varios conejos.
A su vez, realiza varios exponentes de la fauna patagónica, como zorros y huillines.
Magalí destaca que, más allá de estos encuentros donde exponen y venden sus productos en público, todos aquellos que integran Ronda, el resto del tiempo, ofrecen sus juguetes de manera individual. Quienes quieran saber qué es lo que cada uno hace pueden buscar los emprendimientos creativos para la infancia de Ronda a través de redes sociales como Facebook o Instagram.
A la vez, por esas vías, también pueden contactarse aquellos emprendedores que deseen sumarse al proyecto.
Antes de despedirse, Magalí cuenta que la próxima cita de Ronda para el público en general está programada para el Día del Niño, en agosto… Pero quién sabe, quizá haya tiempo para volver a reunirse antes, y así encontrar juguetes con los que divertirse más allá de la tablet o la playstation…
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