Calles, escuelas y un hospital de gran referencia regional, tienen el sello del médico Arturo Oñativia. Su nombre resuena en los oídos salteños, sin embargo, la importancia de su figura comienza a diluirse en el tiempo con el paso de los años.
Arturo Oñativia nació en Salta el 16 de abril de 1914. Cursó estudios secundarios en los colegios Belgrano y Nacional de Salta, para luego trasladarse a Buenos Aires y dedicar sus días al estudio de Medicina en la UBA. En aquella casa de estudios tuvo como docentes a grandes maestros, por ejemplo, el Nobel en medicina Bernardo Houssay.
Hacia mayo de 1955, ya especializado en endocrinología, regresó a Salta para ejercer como jefe de Clínica Médica.
“Trabajar en una institución que lleva el nombre del doctor, implica la responsabilidad de continuar con su obra, la cual se basó fundamentalmente en la búsqueda del cuidado de la salud de la población a través de la asistencia médica, la docencia y la investigación”, comenta con orgullo Macarena Galíndez, médica endocrinóloga y subgerenta del Hospital Arturo Oñativia de la ciudad de Salta.
Galíndez historiza el devenir de este centro de salud: “El hospital se inaugura en el año 1958 como Instituto del Bocio. A los nueve meses de su fundación, por una decisión provincial, cambia su designación por la de Instituto de Endocrinología. El doctor Oñativia agrega a las actividades del instituto el estudio de los problemas nutricionales de la región, por lo que pasa a denominarse Instituto de Endocrinología y Metabolismo”.
Por su parte, el periodista historiador salteño Gregorio Caro Figueroa, recuerda: “Siempre demostró un interés por la investigación y por el ejercicio de la profesión, y dentro de su ejercicio se especializó en tiroides, especialmente en el tema del bocio endémico, que era un aspecto muy grave en Salta, algo que afectaba no solo física sino también mentalmente a las personas”.
La política como herramienta de cambio
A finales de los años 60, Oñativia no fue ajeno a los cambios y avances en el campo científico y tecnológico, los cuales también estarían íntimamente involucrados con los avatares políticos y sociales que se daban en todos los rincones del mundo. Este tiempo histórico lo interpeló y comenzó a sumergirse en la arena política de la mano del partido Radical, con el cual comulgaba.
“Oñativia ocupó cargos en el radicalismo y llego a ministro del doctor (Arturo) Illia, donde puede implementar una serie de medidas, por ejemplo, la ley que estableció la necesidad de agregarle yodo a la sal. El hizo todo un estudio en muchos pacientes, y no solamente que hizo un buen diagnóstico médico y social, sino que encontró la forma de erradicar la epidemia de bocio”, comenta Figueroa y agrega: “Apuntó fuerte al tema de la alimentación de los niños pobres. Él veía claramente que los chicos desnutridos estaban en clara inferioridad de condiciones frente a otros para el aprendizaje. Tenía una visión abarcativa, una visión social”.
La endocrinóloga Galíndez agrega al relato: “El doctor Oñativia cuenta con innumerables logros a través de su carrera. Como investigador participó con múltiples trabajos, también como disertante en congresos, jornadas y reuniones científicas, fue docente y profesor. Pero uno de sus logros más importantes fue el trabajo en la erradicación de la endemia bocio cretínica, causa importantísima de déficit neurológico y sordera, a través de la yodacion de la sal”.
Como ministro de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación, en la presidencia de Arturo Illia, promovió una gran cantidad de leyes apuntadas al bienestar de la población. Galíndez ratifica: “Impuso una serie de iniciativas fundamentales como la ley de reforma del sistema hospitalario nacional y de hospitales de la comunidad. Intervino en la creación del servicio nacional de agua potable que garantizaba la provisión de la misma a las comunidades rurales”.
La Ley Oñativia
Uno de los hitos históricos llevado adelante por Oñativia en su derrotero de leyes impulsadas, tuvo que ver con la conocida como “Ley de medicamentos” o también conocida como “Ley Oñativia”.
Los intereses de grandes laboratorios farmacéuticos se vieron afectados, y estas grandes corporaciones se hicieron oír cuando se impulsó la ley fomentada por el endocrinólogo salteño, acusándolo de “estatista” y “comunista”.
El 28 de enero de 1964 se elevarían al Congreso de la Nación dos proyectos referidos al problema del precio de los medicamentos. Caro Figueroa relata que “En opinión del gobierno, ese mercado estaba profundamente distorsionado, lo que trajo como consecuencia un aumento progresivo en el precio de estos productos”. En tanto, Galíndez agrega; “fue de vital importancia estratégica la ley de medicamentos, ya que le daba al medicamento carácter de bien social al servicio de la salud pública y de la sociedad”.
Caro Figueroa continúa el relato explicando lo que, en el análisis de muchos, produjo la estocada final para el mandato de Illia: “Oñativia hace todo un estudio desde el punto de vista de la comercialización de los medicamentos y llega a una conclusión de que había que poner un freno a los grupos mas fuertes de la industria, no había correspondencia entre un margen de ganancia razonable y lo que percibían los laboratorios. Algunos dicen que esa fue la causa del derrocamiento de Illia”.
Regreso a Salta y legado
Una vez finalizada abruptamente su labor en el ministerio, Oñativia regresó a su tierra natal continuando su trabajo. “Vuelve a Salta, reabre su consultorio, y se contrae al instituto del bocio y al instituto de nutrición, donde siguió desarollando muchos proyectos que, por ejemplo, estudiaron el uso alimenticio de la soja que en ese tiempo era muy desconocido”.
Otra de las incursiones de Oñativia por fuera de lo estrictamente médico, muy recordadas y valoradas, fue cuando lo designaron como titular en la comisión del proyecto de factibilidad de la Universidad Nacional de Salta, fundación que terminó realizándose en mayo de 1972.
Entrado el último gobierno de facto, sufrirá nuevos embates. “En el 77 había un doctor de apellido Cornejo que había sido amigo de Oñativia, que inclusive participó en el instituto de endocrinología. Pero como tenía influencias familiares con militares, hizo una maniobra para desplazarlo a Oñativia, a quien finalmente cesantearon en malos términos“, explica Caro Figueroa.
Aquel desplazamiento no será impedimento para continuar su labor, e inclusive con una enfermedad que lo comienza a complicar, en 1983 recibió el premio Konex de Platino por su trayectoria médica, y siguió actuando en la trama política al regreso de la democracia.
Como integrante fundamental del Hospital que lleva su nombre, Macarena Galíndez reflexiona: “Recordamos al doctor Oñativia como un hombre de valor, honesto, transparente, íntegro, con objetivos claros y sueños grandes. Alguien que pudo unir su formación médica con la vocación política, y en consecuencia su obra trascendió y sirvió para mejorar los niveles de salud de millones de hombres y mujeres de nuestro país”.
“Que el día del médico salteño sea en su honor, es un acto de justicia“, comenta Caro Figueroa y agrega: “Me parece importante rescatar que Oñativia trascendió la cuestión localista”.
A los pocos días del fallecimiento del ex ministro salteño, en abril de 1985, se designa al antiguo Instituto como Hospital Doctor Arturo Oñativia, nombre que conserva con gran orgullo, hasta el día de la fecha.