Hace justamente un año, de alguna manera previendo que la cooperación internacional en materia espacial se dificultaría, Rusia anunció la decisión de retirarse de la Estación Espacial Internacional (EEI), uno de los proyectos espaciales multinacionales más ambiciosos de la historia de la humanidad.
Los planes de Rusia son los de construir su propia estación espacial y no depender de estadounidenses o europeos para experimentar en la órbita terrestre. Por eso, la idea de Moscú era anunciar la despedida que recién se iba a concretar en 2028 o 2030.
Pero la invasión de Rusia a Ucrania aceleró los tiempos. Las fuertes sanciones económicas por parte de Estados Unidos y muchos países del mundo hizo enojar a los directivos espaciales rusos. Así, el director general de la agencia espacial rusa Roscosmos, Dmitri Rogozin lanzó un ultimátum a Estados Unidos para que se levanten las sanciones contra las empresas civiles TsNIIMash, de investigación de ingeniería mecánica, y el Centro Espacial de Cohetes Progress.
“Si bloquean la cooperación con nosotros, ¿quién salvará a la EEI de una salida descontrolada de su órbita y su caída sobre el territorio de EEUU o Europa?”. Las amenazas de Rogozin no surtieron efecto y las sanciones se mantuvieron. Luego, la NASA emitió un comunicado diciendo que la cooperación civil entre Estados Unidos y Rusia continuará en la estación espacial. “La relación profesional entre nuestros socios internacionales, astronautas y cosmonautas continúa por la seguridad y la misión de todos a bordo de la ISS”, dijo el administrador de la NASA, Bill Nelson.
Durante más de dos décadas, la estación ha sido aclamada como una maravilla de la cooperación entre diferentes países y sus respectivas agencias espaciales. Ahora, Rusia dijo que optará por no participar en el proyecto en 2025. Como se dijo, en abril de 2021 Rusia anunció sus pretensiones de abandonar la EEI en 2024 y propulsar al espacio su nueva estructura espacial que ya comenzaba a diseñar y construir, cuando el propio Rogozin enseñó los nuevos planes de lo que será el nuevo complejo orbital de su país.
Según la agencia espacial Roscosmos, en abril de 2021 el primer módulo de su proyecto ya estaba en desarrollo en el taller 439 de Energía, una compañía rusa que construye cohetes y otros instrumentos espaciales. El día 20 de abril del año pasado, Rogozin escribió en su cuenta de Twitter: “El primer módulo base de la nueva estación de servicio orbital rusa ya está en funcionamiento. A Energia Rocket and Space Corporation se le ha encomendado la tarea de garantizar su preparación para el lanzamiento a la órbita objetivo en 2025″.
Cuando se hicieron públicas las intenciones rusas para crear de su propia estación espacial, el vice primer ministro de Defensa e Industria ruso, Yuri Borísov, declaró que “no podían arriesgar la vida [de nuestros astronautas]”. Además, Borísov también alegó problemas en la estructura espacial que actualmente comparte Roscosmos con otras agencias espaciales. “La situación que hoy en día está relacionada con el envejecimiento de la estructura y el metal puede tener consecuencias irreversibles: una catástrofe. No debemos permitir que eso suceda”, añadió el vice primer ministro.
Originalmente, la EEI tenía fecha de vencimiento en 2024, pero desde la NASA, con la autorización del Congreso norteamericano que autoriza el financiamiento del proyecto, la vida útil de la misma concluirá en 2030. Ahora, con el retiro de Rusia, no se sabe si esta fecha seguirá en pie, a expensas de un mayor incremento del presupuesto espacial norteamericano y de sus pares europeos para mantener el laboratorio espacial del tamaño de una cancha de fútbol funcionando en una órbita terrestre a 400 kilómetros de altura.
Rusia posee casi la mitad de la EEI y es responsable de la navegación y el control de toda la nave espacial. Sin ella, la estación no podría funcionar ya que los motores rusos son los que le permiten tomar velocidad y altura, para no caer a la Tierra. Rusia ha alertado reiteradamente que la estación, puesta en órbita en 1998 y diseñada para funcionar durante 15 años, requeriría ahora de una enorme inyección de dinero para su mantenimiento, con el fin de evitar que se desintegre en pedazos y caiga en forma descontrolada a la Tierra.
El funcionamiento de la Estación Espacial Internacional es complejo. Mientras los módulos de Estados Unidos y Europa proveen la energía eléctrica que captan los paneles solares y sirve para que el complejo orbital funcione, Rusia provee el combustible y los motores que permiten que la misma pueda permanecer en órbita y no termine cayendo en forma descontrolada a la Tierra.
ROSS, la nueva estación espacial
ROSS operará en una órbita heliosíncrona de 400 km de altitud, lo que le permitirá monitorear toda la superficie de la Tierra, especialmente la región ártica. Esta órbita permitirá que la estación cumpla dos funciones importantes: observaciones de alta frecuencia de Rusia desde el espacio y un acceso más fácil a la estación en comparación con la actual EEI, lo que permitirá llevar a cabo más experimentos médicos y fisiológicos de lo que es actualmente factible en el segmento orbital ruso.
NEM-1, también conocido como Science Power Module 1 (SPM-1), será el módulo central de ROSS. Inicialmente destinado a ser lanzado a la Estación Espacial Internacional en 2024, NEM-1 se someterá a un rediseño de 1,5 a 2 años para prepararse para su nuevo rol como parte de ROSS. NEM-1 está programado para lanzarse en 2025 en un vehículo de lanzamiento Angara A5 desde Vostochny Cosmodrome y el nuevo módulo Core (similar a NEM-1) está programado para lanzarse en 2028.
Diego Bagú, astrónomo y director del Planetario de La Plata explicó a Infobae qué significa este nuevo camino que eligió Rusia en materia espacial.
“Rusia ha multiplicado varios proyectos espaciales en los últimos años, ya sea con cuatro versiones de la nueva estación espacial ROSS y con la nueva nave espacial Oryol que están planificando. Esto les complica el trabajo. El tema de tener su propia estación espacial nace en 2014, al principio de su conflicto con Ucrania. Y teniendo en cuenta que ello iba a traer aparejado conflictos con occidente, particularmente con Estados Unidos y con el trabajo adelante en la Estación Espacial Internacional, Rusia comenzó a concentrarse en pensar a construir una estación espacial propia. La realidad es que no avanzaron mucho en ese sentido”, precisó Bagú.
Y agregó: “A todo esto hay que agregar que la actual EEI tiene fecha de caducidad para 2028 o 2030. Rusia ha tenido algunas alternativas para su estación espacial propia. Una idea era desacoplar los módulos espaciales rusos que hoy forman parte de la EEI. Y a partir de ellos construir su propia estación espacial. Lo último que se sabe es que va a construir una estación totalmente nueva. Esto implicaría lanzar 4 módulos de 20 toneladas cada uno. Es decir, no solamente hay que construirlos, sino que también hay que lanzarlos, con la dificultad que trae aparejado y el alto costo que implica”.
Bagú contó que Rusia también abandonó los planes de integrar la Gateway, una estación espacial internacional en la Luna. “Y está abandonando su programa lunar, a diferencia de EEUU que está totalmente enfocado en volver a la Luna”, señaló el astrónomo.
Según los funcionarios rusos, ya no hay razón para depender de la cooperación con extranjeros. Rusia, con su amplia experiencia en la construcción de tales estructuras, es más que capaz de desarrollar una estación espacial por su cuenta. La insostenibilidad de la EEI ha sido durante mucho tiempo un tema en las noticias espaciales rusas. Es bien sabido que el segmento ruso, estaba experimentando una serie de problemas, incluidas fallas menores de todos los dispositivos imaginables, desde los inodoros hasta los sistemas de soporte vital. Estos problemas finalmente llegaron a un punto crítico cuando, en 2020, se descubrió una fuga de aire, que extrajo la valiosa atmósfera de la estación a un ritmo alarmante. La fuente de la fuga evadió la detección durante varios meses. Detectarlo y arreglarlo tomó bastante esfuerzo.
Luego, en abril de 2021, se descubrieron otras tres grietas menores. Si bien estos fueron relativamente fáciles de solucionar, quedó claro que su origen, la fatiga del metal, se está convirtiendo en un problema grave. Además de estos problemas, otras razones más fuertes impulsan la independencia rusa de la EEI.
Según Alexander Bloshenko, director ejecutivo de Roscosmos para Programas Avanzados y Ciencia, la órbita actual de la EEI, y en particular su inclinación, se ha agotado en términos de potencial científico. Bloshenko afirmó que la intensidad del trabajo de avance en la EEI se reduce y, a partir de esta inclinación, ya se ha obtenido el máximo conocimiento.
Por ello los rusos piensan en colocar a ROSS en una órbita polar, que desde el punto de vista de Roscosmos tiene una serie de ventajas:
1-Puede duplicar y asegurar las capacidades de las naves espaciales de teledetección como las que monitorean la Ruta del Mar del Norte.
2-En una órbita de mayor inclinación, la radiación cósmica externa es más fuerte. Los vuelos en tales condiciones, según Roscosmos, prepararán mejor a los cosmonautas para las misiones en el espacio profundo. Por esta razón, el ROSS se lanzará a una órbita de latitud alta con una inclinación de 97 grados a una altitud de 300-350 km. Desde ROSS, los cosmonautas pueden ver todo el territorio de Rusia, a diferencia de la ISS desde la que solo pueden ver el 20% del mismo.
3-ROSS será una estación espacial industrial especializada con compartimentos de producción que le permitirán realizar una serie de tareas nuevas que no están disponibles en la EEI. En la segunda etapa de montaje, el ROSS incluirá un llamado módulo de rampa, en el que será posible estacionar varios tipos de naves espaciales y satélites automáticos, repararlos, reabastecerlos, ajustar la carga útil y luego enviarlos de vuelta a vuelo autónomo. Además, después de un tiempo, Roscosmos planea crear una flota de remolcadores que podrán lanzar estos satélites desde la estación a la órbita correcta en el momento correcto.
Los funcionarios planean lanzar ROSS en dos etapas. Para la primera etapa, la estación constará de cuatro módulos: NEM (fecha de lanzamiento prevista – 2025), UM (el nuevo módulo de nodo, similar al que se lanzará a la ISS), el Módulo Base (fecha de lanzamiento prevista – 2028), y el Módulo Airlock. El volumen presurizado de la estación en esta etapa será de 220 m 3; el segmento ruso de la ISS ahora, sin MLM Nauka, tiene un volumen presurizado de 189 m 3.
La tripulación de la estación estará compuesta por dos personas con duraciones de unos dos meses. Los equipos no se quedarán en ROSS de forma permanente como ocurre hoy en la EEI, sino que llegarán a medida que se acumulen tareas para ellos.
La segunda fase de construcción, que según Vladimir Solovyov está planificada para 2030-2035, agregará los Módulos de Logística y Producción Propósito a la estación, así como una plataforma de gradas para dar servicio a las naves espaciales. El volumen presurizado de la estación en esta etapa aumentará a 450 m 3, y podrá almacenar hasta 9.100 kg de combustible (N 2 O 4 /UDMH), albergar una tripulación máxima de cuatro y recibirá una o dos con tripulación y de uno a tres cargueros por año.
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