Es licenciado en Astronomía con un doctorado en Astrofísica. Recibió el Premio Nacional de Ciencias Exactas en su país y es autor de más de cien artículos de investigación publicados en prestigiosas revistas científicas. Ha escrito siete libros. Pero lo que más le gusta a José María Maza Sancho es mirar el cielo. Y tratar de entender lo que el cosmos quiere decirnos.
Este chileno, nacido en 1948, ha liderado estudios en materias tan específicas como las supernovas o la aceleración del universo, pero también está acostumbrado a ocupar los primeros lugares en la lista de ventas de libros de su país: sus textos suelen ser ‘best sellers’ gracias a la manera didáctica con la que trata el tema de la astronomía. Maza vendrá a Bogotá a hablar de lo que le gusta. Dará una charla titulada Constelaciones y mitos: los orígenes de la ciencia.
Usted dice que es un error considerar la Tierra y sus habitantes como algo separado del cosmos. ¿Cómo debe ser esta relación?
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Nuestra relación, incluso con la estrella más cercana, es muy débil. Creemos que no existe conexión, cuando en realidad los átomos de mi cuerpo, los átomos de tu cuerpo, los átomos de todos, se formaron en el interior de una estrella. No los fabricaron los chinos ni los rusos. Las estrellas son nuestros dioses. Los antepasados adoraron al Sol, que es nuestra estrella, pero en realidad nosotros venimos de muchas generaciones de estrellas más allá que procesaron los elementos químicos de nuestros cuerpos. Yo les suelo decir a los niños, cuando les hablo de astronomía: de la cabeza a los pies, ustedes son extraterrestres. Cuando uno se toma un vaso con agua, esos dos hidrógenos tienen trece mil ochocientos millones de años.
En su libro ‘Somos polvo de estrellas’ dice que la muerte de la Tierra, cuando el Sol se haya apagado, será por un gran invierno, pero antes habrá sido rostizada. ¿Cómo es eso?
Cuando al Sol se le empiece a acabar el combustible que tiene en el medio, lo primero que va a ocurrir es que su centro se va a comprimir y va a elevar la temperatura para poder generar suficiente energía. Antes de apagarse y achicarse, se va a inflar y transformar en una gigante roja. Va a tener un tamaño tal que la órbita de Mercurio va a quedar dentro y se va a acercar un poco a Venus. Se estima que el Sol va a ser cien veces más grande que hoy. Eso quiere decir que emitirá muchísima luz. La temperatura en la Tierra llegará a unos 1.500 grados. Todo lo que se pueda quemar, se va a quemar. Y después, finalmente, el corazón del Sol se transformará en una enana blanca y va a radiar como cinco mil veces menos energía, por lo que la temperatura en la Tierra será de 200 o 250 grados bajo cero. Pero antes de ese gran invierno va a haber una locura en la que se va a quemar todo. Ahora, eso va a ocurrir dentro de cinco mil millones de años.
Pero ya han comenzado a ver cambios en el Sol y se ha anunciado una “pequeña edad de hielo” entre 2030 y 2040…
Eso ya lo vivimos en la segunda mitad del siglo XVII. Entre 1640 y 1715, el Sol dejó de hacer manchas. Al no haber actividad magnética en él, el viento solar –que llega a empujar y apretar el campo magnético terrestre– se puso más suave. Durante setenta años este viento se calmó y, por lo tanto, el campo magnético se expandió y permitió la entrada de radiación cósmica. La Tierra se enfrió. Se vivieron inviernos crudísimos. Hay relatos de conquistadores españoles que atravesaban el río Bravo a caballo, porque estaba congelado. Hoy lo que vemos es que el número de manchas del Sol ha ido a la baja. En los últimos tres ciclos solares se han visto más débiles. Si eso se proyecta, puede ser que en el próximo ciclo –alrededor del año 2030– no haya manchas, y eso podría afectar el clima.
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Se ha mostrado como un gran defensor de la carrera espacial, y en particular de la conquista de Marte. ¿Por qué le interesa ese tema específicamente?
Cuando era niño, vivía en un pueblo en el que no pasaba nada. Casi no había ni teléfonos, apenas llegaba la radio. No sabía si estaba en la Edad Media. La carrera espacial nos cambió la vida para siempre. El hecho de que estemos conversando, tú en Bogotá y yo en Santiago, que nos estemos viendo y escuchando, es debido a la carrera espacial. Este celular, que nos cambió la cotidianidad, también se lo debemos a ello. Esas cosas hace cincuenta años eran inconcebibles. Yo soy un fanático de decir que el próximo desafío es ir a Marte. ¿Por qué? Porque no se puede. Si fuera cosa de tomar un avión y llegar allá, no tendría gracia.
No es una tarea sencilla, en efecto, como se ha visto…
Si hay un planeta con vida por cada galaxia igual a la Vía Láctea, habría cien
mil millones de planetas con vida en el universo entero
No. La gran sala de pruebas de los equipos que van a llevar a Marte va a ser la Luna. Van a poner allá una estación y que lleguen los astronautas con todo a ver cómo funciona. Porque a la Luna uno se demora dos días en llegar, y si algo no funciona puedes pedir un ‘delivery’. Pero a Marte te demoras siete u ocho meses, y esa opción no existe. Pienso que en Marte tendríamos que vivir en un iglú presurizado y temperado, con tremendas paredes. Tendríamos que generar un invernadero, para poder tener tomates, lechugas, productos vegetales. En la parte ecuatorial de Marte, la temperatura puede ser de unos diez grados sobre cero en el día. Pero en la noche llega a cuarenta bajo cero. A la larga habría que cambiar la atmósfera entera. Habría tantas cuestiones por hacer. Es fascinante. Sé que para esto ya no hay remedio, pero yo quisiera tener cincuenta años menos e irme a Marte.
¿Qué opina del reciente anuncio de la Nasa, el descubrimiento de Eärendel, la estrella más lejana observada hasta la fecha?
¡Una maravilla! Es una estrella que tiene 12.900 millones de años. Se estima que las primeras, primerísimas estrellas del universo podrían haber ocurrido a los 300 o 500 millones de años. Esta que pillaron sería la estrella más distante y más joven que se ha visto nunca. Una cuestión muy linda. Haberla visto es espectacular. Y mira que fue gracias a un lente gravitacional. Ese lente fue algo que se le ocurrió a un caballero hace muchos años: a Albert Einstein, ni más ni menos. Todos dijeron: “este viejo debe estar medio chiflado”. Pero después, con el telescopio espacial, se han realizado importantes observaciones. Gracias a eso lograron amplificar la luz de esta estrella. Lo que es bonito de la astronomía es que los que nos dedicamos a ella en general no creemos nada: sabemos que tal cosa existe o no tenemos información. La ciencia es de saber o no saber, no de creer o no creer.
Ha dedicado varias páginas de sus libros a hablar de los pioneros de la astronomía. Si tuviera que elegir a uno, por lo que significó su adelanto científico, ¿quién sería?
La historia de la astronomía me enamoró. A todos estos pioneros, Copérnico, Kepler, Galileo, los tengo muy cerca de mi corazón. Copérnico hizo un cambio violento al decir que el centro del mundo no es la Tierra, sino el Sol. Tan contundente que ahora existe el dicho, al referirnos a una modificación radical, de cambio copernicano. Pero ese giro ya lo habían dado otros antes que él. Hay un griego del siglo III a. C., que se llamó Aristarco, que planteó un modelo heliocéntrico. Dijo: “me suena que el Sol es el centro de todo”, pero ahí lo dejó. La gracia de Copérnico es que lo afirmó y al mismo tiempo elaboró toda la matemática de los planetas en el cielo, aceptando que la Tierra se mueve alrededor del Sol. Después Newton hizo una síntesis maravillosa y dijo: todo, las órdenes planetarias y las caídas de los cuerpos, responde a una sola ley, la de gravitación universal, y aquí está la fórmula. A partir de casi cero, inventó el cálculo infinitesimal. Si me preguntas cuáles son los grandes pináculos de la ciencia, sin duda Copérnico, Newton y, luego, Einstein. Pero hay muchos otros. Si yo fuera un mecenas, uno de esos multimillonarios, mandaría a hacer estatuas de todos ellos para ponerlas en las plazas en lugar de las de los políticos.
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Hablando de multimillonarios, ¿qué opina de estos personajes que se están aficionando a viajar al espacio, como Jeff Bezos o Richard Branson?
Me parece fantástico. Piensa en los hermanos Wright: estaban obsesionados con hacer una tontería que se elevara en el espacio. En 1903, su primer vuelo logró despegar apenas unos centímetros del suelo y recorrer escasos metros. Si uno mira eso, con criterio cortito, podría haber dicho: estos son unos payasos. Pues ahí está lo que pasó después. Entonces, lanzar al espacio el turismo espacial es algo genial. Con mentalidad estrecha, el hombre no podría progresar.
¿Qué tanto nos falta por conocer del cosmos?
Lanzar al espacio el turismo espacial es algo genial. Con mentalidad estrecha, el hombre no podría progresar
En el siglo XX se han logrado avances extraordinarios. Lo que hemos conseguido identificar es maravilloso. Pero ni siquiera hemos empezado a entenderlo. Hoy sabemos que hay enanas blancas, por ejemplo, que tienen una cantidad de combustible enorme. Y que si a una enana blanca otra compañera le va echando materia, puede que explote como lo hace una supernova. Muchas supernovas son enanas blancas a las que una compañera las llevó al límite. Los detalles de todo esto apenas los estamos empezando a construir. Se ha avanzado, eso sí. En los libros de astronomía del siglo XIX se decían tres cositas de las estrellas. Hoy se puede decir miles de cosas. Y de las galaxias. Y de los cúmulos de galaxias, que no se conocían para nada. Pero todavía falta muchísimo por saber.
¿Hay vida afuera?
Ese es un gran tema. En la Tierra se formó la vida hace 3.500 millones de años. De repente se dio el paso de la química inorgánica a la química orgánica en algunos seres unicelulares. Hay 200.000 millones de estrellas en la Vía Láctea. ¿Solo aquí en la Tierra se dio ese proceso? A lo mejor ese proceso se da una vez cada un millón. Lo que quiere decir que podría haberse registrado 200.000 veces. A lo mejor se da una vez cada mil millones. Luego habría 200 lugares con vida en la Vía Láctea. Incluso si nosotros fuéramos los únicos, hay cien mil millones de galaxias iguales que la Vía Láctea. Si hay un planeta con vida por cada una, habría cien mil millones de planetas con vida en el universo entero. Que no es poco. Ahora, si estamos separados por dos millones de años luz, es difícil que interactuemos. A lo mejor nos mandaron un mensaje y no nos enteramos. Así que vida, como lechuga, tomates, ratoncitos, mariposas, puede haber en muchos planetas. Pero creo extraordinariamente improbable que en otros lados haya vida evolucionada, que haya monos con dos patas como nosotros. Eso de los hombres con un solo ojo y la voz ronca es puro cuento, como la Caperucita Roja.
MARÍA PAULINA ORTIZ
Editora de LECTURAS
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