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La primera vuelta de las elecciones francesas muestra la vigencia de la extrema derecha y deja ver el éxito perdurable de la “desdemonización” de Marine Le Pen. Cuando las elecciones parecían anticipar una victoria segura para Emmanuel Macron, los resultados muestran un escenario abierto, tanto para Francia como para Europa.
En las elecciones presidenciales de 2002, cuando Jean-Marie Le Pen desplazó al socialista Lionel Jospin de la segunda vuelta, Francia contuvo la respiración, se tapó la nariz y votó por Jacques Chirac, el candidato de la derecha gaullista. La trinchera republicana funcionó: Chirac pasó de 20% a 82% de los votos, mientras que Le Pen sólo subió de 16,85% a 17,79%. Hasta la izquierda trotskista votó para conjurar la amenaza fascistizante que albergaba el Frente Nacional. El “cordón sanitario” (que no deja de ser una expresión fea que “medicaliza” la política) funcionó también, con menos vigor, en 2017, cuando Emmanuel…