Después de que hubiésemos implorado por activa y por pasiva que Letizia debía reforzar su agenda ejecutiva, adoptar una gran causa y liderar algún tema propio, parece que nuestros deseos han sido escuchados y que se van a cumplir, lo que celebramos enormemente. El martes 12 de abril, se anunciaba desde UNICEF España que la reina Letizia había sido nombrada Defensora para la salud mental de la infancia y la adolescencia, un cargo que a Letizia le va como anillo al dedo y que se podría usar para replantear toda su agenda de trabajo.
Una oportunidad para replantear la agenda de Letizia
Sí, replantear. Que Letizia está implicada hasta el tuétano en algunas causas sociales (como la visualización de las enfermedades raras) es de sobra conocido. No hay duda de que se prepara hasta el milímetro cada una de sus apariciones públicas y que acude a las reuniones con las fichas y los informes leídos, subrayados y, seguramente, memorizados. El problema, siendo sinceros, es que la repercusión de su trabajo es prácticamente nula. Casi nadie fuera de cuatro periodistas que la siguen habitualmente y de las personas de las asociaciones con las que colabora podría decir en qué ámbitos está centrada la agenda de la Reina. Su ropa lo empaña todo y los fallos de comunicación son continuos. Sus actos son tan encorsetados, conservadores, repetitivos y mortalmente aburridos (al menos, comunicativamente hablando) que no generan el menor apunte mediático. Casa Real sigue (inexplicablemente) limitada a lo que yo llamo «formato seminario-conferencia»: llegar, saludar a un séquito inacabable de autoridades, sentarse en una silla de un anfiteatro, escuchar varias intervenciones y largarse. No hay mensajes, no hay dados, no hay estrategias ni objetivos. Tan sólo está el formato «oyente», totalmente pasivo, o muy de vez en cuando, Letizia da algún discurso (últimamente, muy pocos, por cierto), aunque casi nunca dice nada que se salga un milímetro de lo puramente institucional.
El nuevo cargo de Letizia en UNICEF debería servir como revulsivo para poner en marcha una estrategia de comunicación más dinámica y adaptada a los tiempos
El conjunto resulta soporífero y, en más de una ocasión, casposo. Es cierto que en los últimos actos estamos viendo a Letizia interactuar más con las personas en los actos, sobre todo con los jóvenes, lo cual está muy bien. Pero Zarzuela está a años luz de las estrategias de comunicación de otras Casas Reales (a estas alturas, sigo sin entender por qué no tienen ni cuenta oficial de Instagram). Lo he dicho miles de veces en mis artículos en El Independiente y lo repito otra vez: nadie espera que hagan el tonto por TikTok ni que salgan bailando en ninguna red social, pero de ahí a la comunicación trasnochada de Casa Real hay un trecho amplísimo. Zarzuela sigue confundiendo caspa con solemnidad.
Por todo ello, creo que el nuevo cargo de Letizia debería servir como revulsivo para dar un nuevo impulso a una comunicación más dinámica y adaptada a los tiempos. También para relanzar a Letizia y a su agenda. Siempre he pensado que la reina tiene buenas cualidades profesionales, que es lista, aprende rápido y se nota que quiere hacer las cosas bien, pero que está muy mal asesorada (o no se deja aconsejar, que también podría ser).
Su colaboración con la FAO, una oportunidad perdida
Sin ir más lejos, su anterior gran colaboración con un organismo internacional estuvo muy mal aprovechada (o está, no sé si aún sigue). Letizia fue nombrada en junio de 2015 Embajadora Especial para la Nutrición de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. La agencia hizo público que «la reina Letizia llevará a cabo acciones de sensibilización y movilización social en apoyo de los esfuerzos de la FAO para la erradicación del hambre en el mundo». Pero, más allá de haber ido una vez al año a Roma, donde está la sede de la FAO, y de haber asistido a algún congreso aislado (de nuevo el obsesivo formato seminario-conferencia), Letizia no ha hecho prácticamente nada.
Entre otras muchas cuestiones, a su colaboración con la FAO le faltó (o falta) proactividad: Letizia no promueve nada, no impulsa nada, no lidera nada, no dirige nada. Más allá de cuatro frases manidas, no dice nada. Tan sólo «asiste» y «escucha», acciones que por sí solas no justifican un nombramiento en un organismo internacional. Y no, la argumentación que suele dar la Casa Real (que la presencia de la reina, por sí sola, ayuda a dar visibilidad) no es válida. Básicamente, porque no es verdad: en el siglo XXI, la presencia, sin nada más que aportar, no sirve para nada.
Mirar a Máxima de Holanda o a Kate Middleton
A nivel internacional, otras royals están cambiando esté modelo tan trasnochado e impulsando acciones propias. Por ejemplo, el trabajo internacional de Máxima de Holanda con los microcréditos es buenísimo. En el año 2009, la reina de los Países Bajos fue nombrada Enviada Especial de la ONU para la Inclusión Financiera, un rol desde el que asesora al mismísimo Secretario General de la ONU y trabaja con servicios financieros a nivel mundial. Máxima no sólo «asiste» a seminarios y «oye» lo que le dicen: ella tiene voz propia (está considerada una de las mayores expertas en la materia), concede entrevistas continuamente (y en varios idiomas), grava vídeos, viaja por todo el mundo, acude a los principales centro de decisión internacional y promueve iniciativas que han generado empleo y han mejorado el trabajo de miles de personas en el mundo, sobre todo mujeres. Su trabajo es intenso, eficaz e increíblemente relevante.
Y ni hablemos de lo que está haciendo Kate Middleton, duquesa de Cambridge, en favor de remover el estigma de las enfermedades mentales y favorecer el bienestar de los más pequeños. Como Letizia, Kate comenzó con el formato «seminario»: ir, saludar, escuchar, largarse. Afortunadamente, con el tiempo se dio cuenta de que aquello no conducía a ninguna parte y cambió el rumbo. Impulsó Heads Together, una plataforma para aglutinar a asociaciones de salud mental y mejorar las sinergias entre ellas. Lideró conversaciones con jóvenes y celebrities para que hablasen de sus problemas de salud mental y se acabase con el estigma. Ha creado una página web dirigida a escuelas y profesores, la Mentally Healthy Schools, con documentación, fichas, recursos e incluso proyectos pedagógicos para tratar el tema de la salud mental en las aulas. Ha impulsado un programa de acción en las empresas, para formar a los centros de trabajo en habilidades para fomentar la salud mental de sus empleados. También fue clave para crear Shout, un servicio de mensajes de texto que funciona las 24 horas del día, los 365 días del año, y que presta apoyo psicológico a personas en momentos de crisis. Además, Kate Middleton ha charlado con podcasters, ha protagonizado vídeos simpáticos y dinámicos y ha supervisado actos multitudinarios para que la salud mental sea una prioridad nacional. Ahí es nada.
Letizia debería hacer algo parecido. Debería tener una «estrategia» en marcha, una hoja de ruta o programa de acción. Que cada uno le ponga el nombre que quiera. Lo importante es que cree algo, que lidere algo y que pueda tener resultados tangibles. Desde Casa Real aseguran que Letizia ya tiene una agenda en el tema, una agenda que se remonta al 2016, cuando la reina asistió a una reunión de trabajo con la Confederación de Salud Mental de España. Desde entonces, insisten, ha participado en varios actos y, durante la pandemia, mantuvo varias videoconferencias. Lo cual está muy bien, pero seguimos en lo mismo: actos de nulo impacto mediático, a puerta cerrada, sin una sola frase que se oiga, sin ningún comentario que se escuche, sin trascendencia alguna, con lo que la «visibilización» que se persigue no se consigue.
La estrategia de comunicación ha de ser distinta, radicalmente distinta. ¿Por qué no entrevista a algunos de los mayores expertos en psicología y psiquiatría y lo cuelga en el canal de Youtube de la Casa Real? ¿Por qué no graba vídeos con terapeutas para que éstos expliquen a los padres cómo actuar frente a los problemas de salud de sus hijos? ¿Por qué no crea una guía de recursos para institutos? Y esto tan sólo debería ser el principio.
La salud mental en adolescentes, una prioridad nacional
Letizia tiene una oportunidad de oro para tener (¡por fin!) un trabajo de gran impacto social. El tema de la salud mental en adolescentes y niños, desde luego, debería ser una prioridad nacional. Según UNICEF, España es el país europeo con más niños y adolescentes con problemas de salud mental: el 20,8% de los adolescentes españoles de entre 10 y 19 años sufre algún problema en este ámbito (la media europea es del 16,3%), sobre todo ansiedad y depresión. Por no decir que el suicidio es la segunda causa de mortalidad de los jóvenes en Europa, sólo superado por los accidentes de tráfico. Todo un drama que necesita medidas urgentes.