La Copa del Mundo es el momento deportivo más esperado en gran parte del planeta… Es eso, un evento futbolístico y nada tienen que ver los Messi, Ronaldo, Mbappé o Neymar con los mandatarios que manejan los destinos del globo, pero los conflictos geopolíticos detrás de cada cruce aumentan las expectativas. De hecho, las gradas han sido usadas históricamente para hacer manifestaciones políticas y los deportistas muchas veces hicieron públicas sus opiniones.
Sin embargo, lo que aquí se plantea es un juego. Es la posibilidad de analizar las tensiones mundiales que no desaparecerán porque los capitanes de dos selecciones se den la mano en el centro del campo de juego, pero tampoco empeorarán por falta de fair play. Son perlitas que el sorteo de Qatar 2022 dejó y que sirven de excusa para indagar en las complejidades geopolíticas actuales.
Así, por ejemplo, si los presidentes decidieran viajar para presenciar la primera fase de Qatar 2022, Joe Biden podría compartir grada con el negacionista iraní Ebrahim Raïssi. EEUU e Irán integran el Grupo B y, en simultáneo, protagonizan uno de los escenarios más tensos de la geopolítica actual.
Desde la revolución islámica de 1979 marcada por la crisis de los rehenes estadounidenses, las relaciones entre ambos países son malas.
El capítulo se tensó en estos últimos años, desde que el ex presidente Donald Trump retiró al país del acuerdo nuclear, intensificó las sanciones internacionales y ordenó el operativo especial que abatió al general Qasem Soleimani, el comandante de la fuerza élite Quds de la Guardia Revolucionaria.
Si bien Biden llegó a la Casa Blanca con las intenciones de retomar el Acuerdo Nuclear -y mientras Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia y China negocian para lograrlo- la decisión se demora por las mismas presiones internas norteamericanas y por la falta de una garantía clara de que Teherán abandonará la posibilidad de construir una bomba atómica. De hecho, desde que cayó el pacto, el régimen persa comenzó a enriquecer uranio a una pureza del 60%, muy por encima del 3,67% permitido en el pacto de 2015.
Esta es la segunda vez que Irán y Estados Unidos comparten grupo en la Copa del Mundo. En 1998, en Francia, Irán derrotó a los estadounidense por 2 a 1.
“No me interesan los temas políticos respecto a Estados Unidos. Solo queremos pensar en el fútbol”, indicó el seleccionador de Irán, Dragan Skocic, a la agencia estatal IRNA, tras el sorteo. Sin embargo, no extrañaría que en este escenario el régimen persa aumente su retórica antiestadounidense.
Otro dato a tener en cuenta es que este grupo no está completo. Además de EEUU e Irán, lo integra Inglaterra y un cuarto contendiente que saldrá del repechaje europeo. Esa plaza se decidirá entre Ucrania, Gales o Escocia… Y si entra Escocia, entonces también hablaremos de rivalidades extrafutbolisticas con los ingleses, por lo menos para los cánticos de las hinchadas y las bromas post partido.
La relación entre ingleses y escoces tuvo siglos de enemistad hasta que ambos reinos se unificaron en 1603 porque Isabel I de Inglaterra -que había ordenado matar a María, reina de los escoceses- murió sin descendencia. Atrás dejaron los intentos mutuos de invasión pero quedó la relación amor-odio que hoy los convierte en uno de los clásicos europeos más agitados.
En el Grupo G la rivalidad no es estrictamente geopolítica sino que los propios futbolistas se ocuparon de llevar al campo de juego sus pesada carga histórica.
El seleccionado suizo tiene dos figuras, Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, en las que deposita sus esperanzas. Shaqiri nació en Kosovo y es de padres albaneses, y Xhaka nació en Suiza y tiene padres albano kosovares. Ambas familias llegaron a Suiza escapando de las persecuciones de los nacionalistas serbios a las etnias albanesas en la década de 1990, un conflicto en el que incluso intervino la OTAN para detener las hostilidades.
En el mundial de Rusia 2018, en uno de los enfrentamientos del grupo E, ambos futbolistas marcaron en el partido contra Serbia y lograron dar vuelta un resultado adverso pero el episodio cruzó el globo por sus festejos… No hicieron trencito, no bailaron en ronda, ni hicieron una montaña humana, sino que Shaqiri y Xhaka celebraron frente a los serbios haciendo el gesto del águila de la bandera de Albania.
El festejo político buscaba reivindicar la lucha de sus padres. De hecho, en 1986 en la entonces Yugoslavia, el padre de Xhaka fue arrestado por manifestarse en contra del gobierno de Slobodan Milosevic. Por ese entonces las reivindicaciones de kosovares, croatas o bosnios eran sofocadas con dureza y pasó tres años preso antes de recuperar la libertad e instalarse en Suiza donde en 1992 nació el ahora emblema del seleccionado.
Shaqiri vivió el horror cuando era pequeño y con apenas 2 años su familia huyó de las bombas y se trasladó a Augst, dónde pudo obtener la nacionalidad suiza.
Después del partido de la polémica, la FIFA le impuso una multa de USD 10.126 a cada uno por “conducta antideportiva contraria a los principios del fair play” y una advertencia, pero no los suspendió.
El asunto escaló tanto que el premier albanés, Edi Rama, lanzó una campaña pública para reunir el dinero de la sanción bajo el lema “No le temas al águila”. Y el ministro de Comercio kosovar, Bajram Hasani, prometió parte de su salario para solventar la deuda. “Las emociones que nos regalaron Xhaka y Shaqiri cuando celebraron con el águila no tienen precio. Fueron condenados simplemente porque no olvidaron sus raíces”, declaró en ese momento.
Con este antecedente, cualquier gesto que hagan Shaqiri y Xhaka puede elevar la tensión en el enfrentamiento de la primera fase entre Suiza y Serbia previsto para el viernes 2 de diciembre.
Con menos voltios, en el Grupo A, Países Bajos enfrentará al anfitrión con una grave denuncia de fondo por “esclavitud moderna”. Es que Holanda fue uno de los principales detractores de Qatar al denunciar la explotación laboral de trabajadores inmigrantes en la construcción de las infraestructuras que acogerán el Mundial.
Más allá de la primera fase
El mundial pone a prueba la ansiedad de la afición y todos, absolutamente todos, ya piensan en los cruces de octavos y cuartos… E incluso algunos arriesgados piensan en posibles semifinales explosivas.
Uno de los cruces inesperados en octavos, con pocas chances de suceder por los niveles futbolísticos pero no improbable, sería un enfrentamiento entre España y Marruecos. En los últimos días el cambio de política de Pedro Sanchez con respectos al Sahara Occidental acercó a Madrid con Rabat pero también generó polémica por el giro histórico que supuso.
El Sahara Occidental es una extensión de desierto que limita con Marruecos, Argelia y Mauritania. Este territorio estuvo bajo ocupación española desde 1904 hasta 1975. Luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzaron las grandes descolonizaciones en el continente africano alentadas desde las Naciones Unidas, el pueblo saharaui comenzó su reclamo.
Aún hoy, el Sahara Occidental es un territorio pendiente de descolonización. En 1966, la ONU hizo un llamado para que España, como potencia colonizadora, organizara un referéndum para que los locales ejercieran su derecho a la autodeterminación.
El tiempo pasó, y el referéndum no se celebró.
En paralelo, la Asamblea General de Naciones Unidas solicitó a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que ofreciera una opinión consultiva sobre si el Sahara Occidental, en tiempo de la colonización española, era terra nullis (tierra de nadie) y, si no, cuáles eran los lazos con el reino de Marruecos y Mauritania. La CIJ reconoció lazos, pero no derechos. Sin embargo, el rey Hassan II de Marruecos leyó la opinión consultiva de la CIJ como una afirmación de sus demandas sobre el territorio. Así emprendió lo que se conoció como la “Marcha Verde”: cerca de 350 mil marroquíes marcharon cruzando las fronteras hacia el Sahara Occidental al mismo tiempo que el monarca apostaba sus tropas en el territorio.
La situación sorprendió a España en un momento delicado. Su dictador Francisco Franco agonizaba, por lo que se deslindó de toda responsabilidad, abandonó el Sahara Occidental y permitió el avance marroquí sobre el pueblo saharaui. España, Marruecos y Mauritania concluyeron los secretos “Acuerdos de Madrid”, con lo que los europeos acordaron ceder el control administrativo del territorio a Marruecos y Mauritania el 27 de febrero de 1976. Al día siguiente de la cumbre, el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y al Frente Polisario, como su brazo político.
El Sahara Occidental no es un simple trozo de desierto inservible. En él se encuentran las minas de fosfato más ricas del mundo, importantes yacimientos de petróleo y gas, y en sus costas, nutridos caladeros de pesca.
Pero ahora, en una carta del jefe de Gobierno español al rey Mohamed VI, España expresa un reconocimiento tácito de la soberanía de Marruecos sobre el territorio ocupado y abandona la posición mantenida hasta la fecha, aproximándose a la posición de EEUU y yendo incluso algo más lejos que Francia y Alemania, al considerar que el plan marroquí es la mejor opción de todas para superar el conflicto. Con la maniobra, España abandona su posición histórica e intenta evitar las frecuentes avalanchas de inmigrantes a Ceuta y Melilla que Marruecos alienta como extorsión cada vez que quiere castigar a sus vecinos españoles.
Cierto es que un cruce en el Mundial entre España y Marruecos no generará rispideces entre los protagonistas pero sí puede ser un dolor de cabeza para Sánchez, que volverá a ver el tema en la prensa mientras intenta recuperarse de duros golpes, como la inusual y elevada inflación, el desabastecimiento de productos por la invasión rusa a Ucrania y las alarmantes cifras de desempleo.
Otro cruce interesante -deportivo pero también geopolítico- se daría si Argentina e Inglaterra salen segundos en sus grupos. Así, cambiarían de llaves y se abriría la posibilidad de verse en octavos. En este escenario hipotético Argentina podría encontrarse con Inglaterra una vez más, con el conflicto de Malvinas de trasfondo, aún cuando las relaciones entre ambos países son fluidas sigue vigente la resolución del Comité de Descolonización de Naciones Unidas que exige la negociación y Reino Unido se niega a conversar. Además, como suele suceder, el desafiante gobierno de la isla puede aprovechar para capitalizar el cruce con algún mensaje tan ingenioso como belicoso al que nos tiene acostumbrados.
Si en cambio, Inglaterra sale primero -como las probabilidades marcan- y Francia logra lo mismo en su grupo, los potentes seleccionados europeos se cruzarían en cuartos. El partido sí podría tener notas de color ya que en los últimos meses, salvo por el impasse que supuso invasión rusa a Ucrania, Inglaterra y Francia se enfrentaron por el aparatoso Brexit.
Las relaciones entre Londres y París estuvieron al rojo vivo en el 2021 en lo que se conoció como “la guerra de los migrantes” con la llegada de más de 28.000 personas en botes en el Canal de la Mancha y la muerte de al menos 27 personas durante la arriesgada travesía. El Gobierno británico llegó a amenazar con mandar los botes de vuelta ante la inacción del gobierno de Macron.
Claro que en este caso, las rivalidades existentes no impedirían un apretón de manos en las gradas mundialistas.
De Qatar 2022 no se esperan las implicancias políticas que produjo “la diplomacia del ping pong” en los años 70 -cuando la visita de los deportistas allanó el camino para que el entonces presidente norteamericano Richard Nixon viajara a China-, pero sí promete detalles de color para un mundo hiperentrelazado como el actual.
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