El pasado 1 de abril, Eduardo Clark, director general de Gobierno Digital de la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP) dio su última conferencia sobre la pandemia de covid-19, luego de haberse convertido en uno de los voceros más visibles en el tema en la Ciudad de México, pues estuvo encargado de las estadísticas y los modelos de previsión del comportamiento del virus de SARS-CoV-2.
Pero el éxito de estos análisis no fue fortuito, pues desde 2008, cuando el originario de Celaya, Guanajuato, estudió Ciencia Política, en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) se ha especializado en el análisis de datos y su pasión por resolver los problemas públicos nació desde que él era un niño, con el ejemplo de su abuelo Mauricio Clark.
2 años y un mes despues….
250 conferencias de prensa…
Terminamos las conferencias COVID
Espero no se necesiten otra vezComo empezo Como termino pic.twitter.com/H2kIt5YIuY
— Eduardo Clark (@EduardoClark) April 1, 2022
Mi abuelo me inculcó la capacidad que tenemos para mejorar las cosas desde la política pública, por eso el servicio público es gran parte de lo que me gusta hacer”.
Mauricio Clark fue presidente municipal en Celaya y secretario de Gobierno en Guanajuato durante la administración de Enrique Velasco. Él fue un migrante que llegó muy pequeño a México, hijo de padre británico-judío y madre italiana y al quedar huérfano a los 17 años se sintió adoptado por el país, más que por las personas, recuerda Eduardo sentado en la sala de juntas de la ADIP, que está en el Palacio de las Vizcaínas. “Mi abuelo era la persona más patriota que yo haya conocido”, puntualizó.
Dentro de los ejemplos de servicio con los que predicaba a sus descendientes Mauricio Clark estaba la traducción de trámites para los braceros que viajaban a Estados Unidos, lo cual era de gran ayuda para los migrantes. También trabajó en una tienda de máquinas de escribir y puso su negocio antes de ser funcionario.
Con ese ejemplo, Eduardo tomó una de las decisiones más importantes de su vida, dejar los estudios que había iniciado a los 15 años en Forth Worth, Texas, para estudiar una carrera que le guiara para resolver los problemas públicos.
Hoy la Ciudad de México pasa a semáforo verde.
Todas las series de datos que monitoreamos muestran una tendencia clara a la baja y cercana a mínimos de la pandemia.
Los hospitalizados en la ZMVM se ubican en 825.
2,532 menos que el máximo de enero. pic.twitter.com/EHUFY5Z2O8— Eduardo Clark (@EduardoClark) March 4, 2022
Vivía extremadamente feliz, hacía lo que quería, jugaba futbol soccer, habíamos ganado el campeonato de escuelas privadas de Texas en 2006. Pero de pronto pensé ‘tengo ganas de regresarme a México’. Busqué y encontré el ITAM y la carrera de Ciencia Política y dije ‘allí’”, relató Clark.
El funcionario de la ADIP recuerda su generación como la primera del ITAM que tuvo un programa de estudios más cuantitativo, lo que le permitió tomar todas las clases de la carrera de Matemáticas, ya que se las revalidaban.
Pero las clases tradicionales no encajaban con la personalidad de Eduardo; sin embargo, cuando se presentaba en el salón sus conocimientos eran similares a los de sus compañeros.
Odiaba ir a clase, faltaba a tres cuartas partes de las clases, pedía notas, estudiaba y pasaba los exámenes. Así conocí a Pepe Merino, que me dio clases de Economía Política. Un día llegué a clase y Pepe me dijo ‘¿Y tú quién eres?’ porque no había ido a clase en ocho semanas. Me empezó a hacer preguntas, pero yo sí había leído y sí le respondí, así que ya no me dijo nada”, mencionó.
Su ingenio relució
Clark hizo su servicio social en el Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO) donde apoyó a Alejandro Hope, quien acababa de comenzar su trabajo en el instituto como investigador.
Un día, relató Eduardo, Hope le pidió calcular la distancia de varias ciudades en México hacia la frontera y, en lugar de inclinarse por las herramientas de internet, decidió aprender a programar el R, un lenguaje para hacer análisis estadísticos. “Fue el primer problema de datos tecnológico que hice”, compartió a Excélsior.
Con ese mismo sistema, junto con Alejandra Zapata, también organizó las nóminas de los maestros de la SEP, luego las pasó a Excel y ambos presentaron un informe que provocó un caos.
Había maestros que aparecían 10 veces en la nómina y cobraban 500 mil pesos al mes, y en Hidalgo había alrededor de 200 maestros registrados con la misma fecha de nacimiento: 12 de diciembre de 1912. Era el 2014 y Emilio Chuayffet era el titular de la SEP, estaba fúrico igual que el gobernador de Hidalgo”, recuerda con una sonrisa pícara.
Tras el escándalo, Alejandra Lagunes, coordinadora de Estrategia Digital Nacional de la Presidencia de la República, le ofreció trabajo como analista de datos.
Ahí, uno de sus primeros trabajos fue analizar la mortalidad materna en el país. Junto con el equipo de trabajo se dio cuenta que muchas mujeres embarazadas en situación rural morían por razones prevenibles.
Eran mujeres que como no fueron a chequeo médico y no se detectó a tiempo que podían tener problemas de preeclampsia y eclampsia”.
En conjunto con la Secretaría de Salud federal y el equipo de innovación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por sus siglas en inglés) desarrollaron el programa piloto de recordatorios de chequeos durante el embarazo por SMS, similar al que hizo Unicef en su sede en Nueva York.
Fue la primera vez que pasé de análisis de datos a tecnología, porque de lo que me encargué en Presidencia fue de diseñar todo el proyecto, la infraestructura tecnológica, diseñar los mensajes de texto que luego fue muy útil para los mensajes de texto que usamos en esta administración para covid-19” recordó.
Pasé los siguientes dos años digitalizando el pago de Prospera (programa de inclusión social y entrega de apoyos) con Bansefi. En ese momento se pagaban dos terceras partes en efectivo y una tercera parte en tarjeta y me tocó a mí hacer todo el proyecto con Bansefi y Prospera para migrar todos los pagos a digitales”, explicó.
Llamada del maestro
Llegó 2018 y Eduardo pensó que se quedaría sin trabajo en el sector público. Sin embargo, en el verano, tras las elecciones, su maestro José Peña Merino, al quien había impresionado con sus conocimientos en el ITAM, lo invitó a trabajar en la ADIP.
El primer año de la administración actual, trabajó en el análisis de datos de seguridad, por lo que se volvió parte del grupo cercano a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
Cuando llegó la pandemia de covid-19, en marzo de 2020, todo el análisis de datos se volcó a controlar los contagios de este virus.
Muy al inicio de la pandemia la primera preocupación era que la gente supiera ¿Qué era covid-19? Y teníamos una cantidad importantísima de personas llamando, alguna gente que se iba al hospital sólo porque tenía dolor de cabeza y tenía mucho miedo”.
A la hora que estábamos pensando ¿Cómo damos información a la ciudadanía? ¿Cómo evitamos que se vayan a los hospitales? Lo primero que se me ocurrió fue hacer el Chat Bot de 51515” recordó, que a través del SMS 51515 respondía las preguntas de la gente y determinaba si podía ser atendida por teléfono, no debía ir al hospital.
Después, Sheinbaum le pidió realizar un modelo epidemiológico para saber cuántas camas de hospital se requerían en la ciudad y le pidió un modelo epidemiológico, el cual trabajó junto con Rodrigo Floriano, con la asesoría de Martín Lajous, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública, con doctorado en Epidemiología de Harvard, Fernando Alarid-Escudero, mexicano que acababa de terminar su doctorado en la universidad de Michigan y ahora está en el CIDE, y con Michael Reich, un epidemiólogo de Harvard.
Hay mucha gente que nos critica a los que estuvimos de este lado, nos han atacado muy fuerte, dicen que no nos interesó, que no nos lo tomamos en serio, que lo politizamos. Yo tengo muy claro que siempre vinimos aquí a trabajar, que nunca sentí que hayamos supeditado la salud a la política, o preferido la comodidad al trabajo, por eso no me afecta mucho la crítica, me siento tranquilo con mis decisiones”, expresó.
A pesar de estar orgulloso de su trabajo, Eduardo confiesa tener un estrés postraumático por la pandemia, al grado que se volvió vegetariano “para tratar de reducir el sufrimiento, aunque no sea humano” y, además, el 14 de enero se casó con su novia con quien lleva viviendo cuatro años.
Eduardo mantiene su gusto por el futbol y juega unas seis veces a la semana en la colonia Roma, en el Club Alemán y en Texcoco.
Además, sigue con su hobby que es hacer pizzas. Él hace la masa y la salsa y, para que tengan el sabor casero, tiene un horno en su casa. Sus favoritas son la pizza Napolitana y la Margarita.