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El tema de los antojos en el embarazo, aunque es un habitual del proceso, sigue siendo un misterio. La creencia habitual era que este mecanismo sirve para apoyar el crecimiento embrionario, aunque ahora una investigación que publica Nature Metabolims revela que su origen está en el cerebro, concretamente en el lugar donde se suceden los distintos mecanismos neuronales relacionados con la motivación y el deseo, que se activan para impulsar a comer productos dulces y calóricos.
El estudio, llevado a cabo por investigadores del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (Idibaps), ha analizado este proceso con hembras ratón embarazadas y ha logrado identificar cuáles son las alteraciones de la actividad neuronal que provocan los antojos en las embarazadas. En concreto, éstas se producen en el circuito dopaminérgico, uno de los causantes de la percepción de estimulos gratificantes.
Las neuronas dopaminérgicas son las encargadas de producir y liberar la dopamina, uno de los neurotransmisores del sistema nervioso central y cuyo papel es muy relevante para nuestro bienestar, ya que son uno de los encargados de regular las emociones, el hambre y los instintos sexuales, entre otros.
Su funcionamiento se basa en un circuito de recompensa. Cuando llevamos a cabo acciones que el organismo valora como beneficiosas, se libera dopamina, lo que conduce a una sensación de placer que provoca que se repita esa acción en el futuro.
No obstante, la dopamina no sólo está relacionada con la sensación de placer. También se ha asociado con funciones como el aprendizaje y la memoria, ya que unos niveles altos de este neurotransmisor facilita ambas actividades.
Dopamina y adicciones
Además, existen investigaciones que apuntan a que un décifit de dopamina puede producir Párkinson. Fue el caso de una publicación de 2020 de la revista Nature, que en un experimento llevado a cabo con ratones con Párkison, comprobaron como los síntomas de esta enfermedad iban remitiendo según se iba liberando dopamina en el cerebro.
Si bien, se evidencia que este neurotransmisor juega un papel fundamental en nuestro bienestar, también hay que tener en cuenta que influye en las conductas adictivas. Cuando la persona no es capaz de limitar ciertas actividades que le producen placer, como puede ser comer, su organismo también tendrá que hacer un esfuerzo extra para controlar la liberación masiva del neurotransmisor.
De hecho, cuando hacemos el sacrificio de parar algo y limitarnos, es probable que el cerebro también nos recompense, liberando otros transmisores, como serototina, que influye en esa sensación de tranquilidad y satisfacción que causa el autocontrol.