Con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo, Rosario fue distinguida en diversas ocasiones como la ciudad más verde de Argentina, en función de los metros cuadrados de espacios públicos por habitante. Sin embargo, un análisis en profundidad de los datos arroja precisiones que podrían menguar tal calificación. Por un lado, casi la mitad de la superficie no es de acceso público, pues incluye canteros, pulmones en avenida de Circunvalación y hasta huertas productivas. Por otro, su distribución es sumamente inequitativa, al punto de que la mitad de la superficie verde se concentra en tan solo cuatro barrios.
Las conclusiones surgen de cruzar información disponible en el portal oficial de datos abiertos del municipio, donde se pueden descargar mapas que permiten analizar la composición del territorio de Rosario. Actualmente pueden distinguirse unos 12,8 millones de metros cuadrados de espacios verdes, prácticamente un 10% de la superficie urbanizada. Al contrastarlos con la población actual es que se llega a los poco más de 12 metros cuadrados por habitante, un guarismo que suelen destacar las autoridades locales.
Los mismos datos oficiales revelan que las cifras merecen segundas lecturas. Es que tan solo el 54% del área verde corresponde con parques y plazas, en tanto que el porcentaje restante proviene de sumar otros espacios, de significativa menor accesibilidad. Los pulmones ubicados alrededor de Circunvalación representan 3 millones de metros cuadrados, los canteros un millón más y otro tipo de lugares -entre ellos las huertas productivas y los entornos del arroyo Ludueña, por ejemplo- 2 millones adicionales.
¿Es correcto contabilizar como espacio verde el cantero de la ex avenida Godoy o la huerta Molino Blanco? Especialistas consultados por La Capital reconocieron que estos sitios cumplen funciones ambientales, aunque al mismo tiempo discreparon con el criterio oficial, planteando que no se trata de lugares con la misma calidad -fundamentalmente por sus usos sociales-, por lo que deberían computarse por separado.
“No sería correcto incorporarlos porque no son espacios verdes pensados para el uso público, más allá que uno ve, por ejemplo, que en algunos sectores de la Circunvalación la gente se apropia”, indicó Oscar Bragos, titular de una de las cátedras de urbanismo de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Para Héctor Floriani, a cargo de otra de las cátedras de urbanismo y ex rector de la UNR, “no hay que focalizarse en el sistema estadístico, sino que debiéramos hacer fuerza para fortalecer lo conseguido y avanzar por mayores espacios públicos”. El también arquitecto subrayó que “claramente faltan espacios verdes, sobre todo en las zonas sur y oeste, una situación de desequilibrio que suele repetirse en las ciudades”.
Por su parte, la subsecretaria de Ambiente, María Cantore, planteó que si bien hay que analizar caso por caso, los más de 12 metros cuadrados verdes “es una muy buena base comparada con otras ciudades”. A renglón seguido, la funcionaria aseveró que la actual gestión busca ampliar las plazas de escala barrial, con el programa plazas de bolsillo (ver más abajo).
Polémicas e inequidad
El debate en torno de la contabilidad de los espacios verdes tiene usualmente centralidad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde se acusa al gobierno de hacer marketing con el tema. En 2018 el titular del Ejecutivo local, Horacio Rodríguez Larreta, anunció que la localidad había llegado a los 6 metros cuadrados por habitante, pero urbanistas consideraron engañoso el cómputo y se lo redujeron un 25%.
La polémica, allí y aquí también, tiene por detrás un falso mito. En el discurso público se suele apelar a una supuesta recomendación de la Organización Mundial de Salud (OMS), que sugiere entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante. Sin embargo, no existe estudio alguno donde se consigne tal afirmación. Los especialistas, en cambio, prefieren recurrir a indicadores que apuntan en otros sentidos para abordar el tema en profundidad.
Por ejemplo, la agencia de gobierno británico Natural England recomienda que cualquier persona debe tener un espacio verde accesible de al menos dos hectáreas a no más de 300 metros de distancia desde su casa, esto es, a cinco minutos a pie. La Universitat de Barcelona, por su parte, elaboró un sistema de indicadores, donde se aconseja, por ejemplo, una distancia de 700 metros para una plaza de escala barrial (una hectárea).
Más que hablar de un número global, las fuentes consultadas para esta nota prefirieron indagar sobre la calidad y distribución de los espacios verdes en la ciudad. Los propios datos oficiales del municipio, que figuran como recientemente actualizados, permiten aseverar que existe una fuerte inequidad territorial, lo que se observa en el mapa a continuación, elaborado por La Capital en base a los archivos del portal de datos abiertos.
El desequilibrio se nota a simple vista, pero se hace más evidente cruzando la información con la división oficial por barrios, según la normativa vigente. Con los datos disponibles puede concluirse que cuatro barrios (Larrea y Empalme Graneros; Centro; Celedonio Escalada; y La Cerámica y Cuyo) concentran el 53% de los espacios verdes de la ciudad. En el otro extremo, un grupo de 23 barrios -entre ellos algunos muy consolidados como Rucci o La Guardia- reúnen apenas el 5% del total.
Estos cálculos merecen un mayor acercamiento, pues hay sectores que si bien no disponen de grandes espacios verdes, tienen parques o plazas en sus inmediaciones, por ejemplo Abasto o Tiro Suizo. Para zanjar esta dificultad, un grupo de profesionales de la UNR, liderado por la arquitecta Gisel Levit, está concluyendo un Atlas de Espacios Verdes, financiado por la Fundación Bunge y Born.
Consultada por La Capital, Levit explicó que durante 2021 trabajaron de forma intensiva durante cuatro meses, para relevar “en profundidad y detalle” 453 espacios verdes de Rosario y la región. Utilizando los indicadores de la Universitat de Barcelona, pretendieron conocer qué zonas presentan un déficit en la materia. “Encontramos sitios que estaban nomenclados como plazas o plazoletas que en realidad eran un yuyal”, dijo la también docente de la UNR.
A modo de conclusión preliminar, Levit aseveró que en Rosario “hay algunos espacios, sobre todo en la zona oeste y noroeste, carentes de espacios verdes de calidad”. Citó por ejemplo Bella Vista, Triángulo e Islas Malvinas, entre otros.
En perspectiva
Amén de los cuestionamientos, todas las fuentes consultadas coincidieron en destacar el avance que tuvo Rosario en materia de espacios verdes en el último tiempo. “La ciudad hizo un progreso muy importante, sobre todo con la costa, a partir de la década de 1980”, reseñó el decano de la Facultad de Arquitectura de la UNR Adolfo del Río, quien a renglón seguido planteó que “por la forma en la que creció Rosario, hay mayor proporción de plazas en el centro que en la periferia”. Por ello, llamó a corregir esos desequilibrios mediante cambios en la política de planificación.
Del Río puso como ejemplo la posibilidad de conseguir nuevos espacios verdes en los barrios gracias al sistema de compensaciones a desarrollos inmobiliarios, así como también la posibilidad de recurrir a las denominadas plazas de bolsillo, una idea de la que también hablaron Bragos y Floriani, que inició con pequeños pasos la actual gestión municipal. “Hay que buscar oportunidades”, subrayó el ex rector de la UNR, quien igualmente sostuvo que “no se hace una plaza en un baldío cualquiera”.
En su discurso de apertura de sesiones, el intendente Pablo Javkin resaltó que ya llevan inauguradas tres plazas de bolsillo, que serán cinco en breve y concluirán en ocho para finales del 2022. En el mismo acto, anticipó que se renovarán “integralmente” doce plazas barriales, entre Buratovich, López y Las Heras.