Marc Anthony no es un tipo al que le guste quedarse inmóvil, ni mucho menos. En realidad, tuvo que llegar una pandemia mundial para que interrumpiera el ritmo incansable de presentaciones alrededor de la Unión Americana en que se encontraba metido hace más de dos años.
Sin embargo, apenas empezaron a levantarse las restricciones, el ‘nuyorican’ retomó sus actividades sobre los escenarios, sin dejar de lado a Los Ángeles, ciudad a la que sirvió ya en diciembre del 2021 con una gran actuación en el Forum de Inglewood, y a la que volvió a complacer ayer, exactamente tres meses después, con otra presentación en un recinto de enormes dimensiones, esta vez, la Crypto.com Arena, donde ha estado en numerosas ocasiones cuando el local se llamaba todavía Staples Center.
A los 53 años, el espigado vocalista no ha perdido la agilidad ni las virtudes propias de su impresionante registro, lo que resulta importante en vista de que estos dos factores son una parte esencial de una propuesta en vivo que, en esta ocasión, llegó acompañada por una orquesta en la que se combinaban elementos típicos de la salsa, un encargado de la guitarra eléctrica, tres coristas y al menos un teclado electrónico.
De ese modo, y en curioso contraste con el aspecto internacionalmente desprolijo de su atuendo negro (llevaba una camisa particularmente larga y un pantalón), el artista se movió de manera constante sobre la tarima -bailando, alentando a sus músicos y acercándose a sus seguidores- y mantuvo casi por completo las notas altas que lo distinguen, mientras se valía también de ese vibrato intenso que se ha convertido en otra de sus huellas de estilo.
Ritmos y fusiones
Musicalmente, lo que hace Muñiz Rivera (sus verdaderos apellidos) se sale a veces de los cauces estrictamente tropicales, como sucedió durante la interpretación de “Hasta ayer”, un encantador encuentro entre el bolero y el son que contó con un ruidoso solo de guitarra eléctrica, prolongado más allá de lo aconsejable.
Fue mucho más logrado y gozoso el ‘jamming’ presentado en “Contra la corriente”, que estuvo protagonizado por la sección de percusiones, envuelta en un enérgico duelo rítmico que, en cierto momento, vio al mismísimo cantante sentado brevemente ante la batería, aporreando los tambores.
Antes de esta canción, se escuchó “Flor pálida”, un tema placentero, romántico y rítmico de hace cerca de una década que apela a interesantes combinaciones de estilo; y más adelante, figuraron otros cortes que son del gusto del público pero que no se encuentran en el rango de sus mayores ‘hits’, como “¿Qué precio tiene el cielo?” y “Tu amor me hace bien”. El concierto se abrió con “Valió la pena”, una cadenciosa salsa dueña de una intensa entrega vocal.
Marc Anthony -que ha ganado tres Grammys y seis Latin Grammys- ha sido ampliamente reconocido como compositor, pero en la Crypto.com Arena -tal y como lo ha venido haciendo en toda esta gira- dedicó la parte media del concierto a un popurrí de baladas ajenas, pertenecientes a una era previa a la suya, que empezó con “Abrázame muy fuerte” (de Juan Gabriel), terminó con “Palabras del alma” (de Ilan Chester) e incluyó igualmente fragmentos de “Almohada” (popularizada por José José). A lo largo de este segmento, su garganta tuvo un desempeño impecable.
Todos de fiesta
Pese a su relativa juventud, los mejores momentos creativos del protagonista de la velada se encuentran probablemente en el pasado, lo que no le ha impedido seguir lanzando álbumes y sencillos y animándose a presentar colaboraciones con representantes del género urbano que no han servido precisamente para quitarle el rótulo de artista comercial que lo distingue entre los adeptos a la salsa dura, pero que lo han conectado con las nuevas generaciones, aunque la audiencia de anoche se inclinaba particularmente hacia el lado de los adultos.
Sea como sea, Marc Anthony tiene un álbum reciente, que se lanzó a principios de este mes y se llama “Pa’lla Voy”, como se llama también el actual tour, pese a que, al menos en la faena angelina, la única composición procedente del disco que se ofreció fue la que se titula justamente así. Se trata de una animada invitación a la ‘rumba’ que no desentona para nada en su repertorio ni se aventura en territorios demasiado modernos.
El auditorio se encontraba completamente lleno, lo que llamó la atención en vista de que, como lo indicamos más arriba, el artista no ha tenido precisamente abandonado al Sur de California en los últimos tiempos; además, no era el único gran show latino que se desarrollaba esa noche en la gran área de L.A., ya que el Fórum de Inglewood albergaba en esos momentos a Maná, que practica un género muy distinto, claro, pero que comparte sin duda seguidores con el ex de JLo (y actual novio de la Miss Paraguay Nadia Ferreira, quien se encontraba presente en este concierto y cuyo romance con el cantante fue confirmado hace unas cuantas horas por él mismo a través de su cuenta de Instagram).
La multitud se mostró siempre entusiasta, pero no bailó todo lo que se podría haber esperado, lo que tenía sentido en lo que se refiere a las butacas ubicadas en el piso, donde no había realmente espacio para hacerlo; y dentro de esa platea se encontraba al menos una celebridad indiscutible, la actriz, productora y activista mexicoamericana Eva Longoria, quien fue efusivamente saludada por el cantante debido a que era supuestamente su cumpleaños (aunque la información de la que disponemos asegura que ella nació un 15 de marzo).
El fin de fiesta se dio con “Vivir mi vida”, que es uno de los temas más conocidos de Marc Anthony, pero también una adaptación inofensiva de una canción algeriana que hubiéramos cambiado con gusto por “Y ahora qué”, una emotiva pieza de desengaño amoroso que, por supuesto, no se escuchó.
Después, todavía con los instrumentos haciendo lo suyo, el vocalista abandonó el micrófono para subirse a la pequeña plataforma hidráulica que lo había traído hasta el escenario desde la parte baja del mismo, y desapareció de nuestra vista… aunque probablemente por poco tiempo.