Emily Ulloa López prefiere que no la llamen niña ‘genio’, dice que además de programar o construir robots le gusta el tenis y el dibujo. A sus 13 años estudiará en la ESPOL y en 2023 será conferencista en la Universidad de Stanford.
Antes de los seis años y de ingresar al kínder, Emily Ulloa ya sabía leer y escribir. Como el currículo de la primaria no era suficiente para ella se aburría con facilidad y solía llevar a sus compañeritos a la cocina de las monjas en la escuela.
“Siempre recibía una llamada diciéndome que lo había hecho de nuevo”, dice entre risas su madre Juliana López, ingeniera en Sistemas.
Fue en ese momento que López comenzó un periplo para buscar una educación que se adapte a las necesidades de su hija. Y es que Emily es una niña con altas capacidades cognitivas, es decir superdotada.
Técnicamente, un superdotado es una persona que posee cualidades intelectuales que exceden lo ‘normal’, según el significado de la RAE.
Según cuenta la mamá de Emily, la pequeña rindió una prueba diseñada especialmente para subir peldaños en la Educación Básica, de quinto a octavo año. Luego de rendir seis materias básicas en dos días, Emily consiguió la calificación perfecta.
Al momento ya con 13 años cursa el 1ero de Bachillerato en un colegio privado de Manta (Manabí), pero en su caso la educación no tiene límites.
Por ello, en mayo de 2022 se convertirá en la estudiante más joven de la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOL) en la carrera de Ciencias en Computación.
“No solo seré oyente, sino que también recibiré un certificado al final”, dice Emily. Y luego con un aplomo asombroso para referirse a sus estudios, señala que verá casi el 85% de las materias de la carrera en dos años, “porque el 15% restante son de relleno”.
El futuro de Emily está marcado por la ciencia y aunque no tiene claro la universidad que elegirá, sabe que será en el exterior. “Todos tenemos inclinaciones y lo mío es el Data Science”, dice.
“No todo en la vida es programar”
La historia de Emily ya es conocida en Manabí y en Ecuador, y pese a ello asegura que no le gusta el apelativo de “genio”. “Soy una niña normal, y no todo en la vida es programar. También me gusta ir al cine con mis amigos, jugar tenis y el dibujo”.
El nombre de Emily Ulloa se volvió famoso porque en 2015 se convirtió en la participante más pequeña del Campus Party, realizado en Quito.
Fue en este evento tecnológico que la invitaron a formar parte del proyecto ‘Girl in Tech’, una iniciativa para fomentar el estudio de la ciencia en las niñas.
Su pasión por la robótica empezó a los 4 años. A esa edad recuerda que desarmó su primer juguete. Era una sirena, “no servía y quería saber cómo funcionaba”.
Dos años después desarrolló su primer robot al que llamó Dine-Robotini, y que fue probado en dos instituciones para niños con autismo.
¿Cómo nació el interés por el autismo? “En algún momento en un curso llegaron de una fundación a comentarnos sobre los niños con autismo y en ese entonces no se sabía mucho sobre el tema. Comencé a investigar y leí que los niños con autismo se relacionan mejor con la tecnología”, contesta Emily.
Tras este acercamiento, Dini-Robotini ganó el primer lugar en la categoría Impacto Tecnológico Junior, en un concurso organizado por la Asociación Ecuatoriana de Robótica en Quito.
“Dine-Robotini es un nexo entre el niño, el guía y la familia”, explica la niña, y aunque ha recibido propuestas para patentarlo y venderlo, dice que nunca fue creado con esa finalidad.
Una pausa para la salud
No todo ha sido fácil en la vida de Emily. Cuando ingresó a la competencia robótica, le pidieron una prueba porque “no era normal que una niña de seis años entre al concurso”.
“Me tomaron una especie de pruebas de conocimiento para aceptarme en el concurso”. Hubo trabas similares cuando se presentó en el Campus Party.
Aunque la mayor prueba para la familia Ulloa López llegó en 2019 cuando Emily fue diagnosticada con miopía degenerativa.
Nuevamente con una madurez impresionante, Emily comenta que ya hizo toda una investigación sobre su enfermedad y que es realista. Los dos tratamientos que sigue “son hasta un 50% efectivos en el mejor de los casos”.
Tras conocer su diagnóstico, su madre Juliana López le pidió que pare sus proyectos de estudio y que más bien “nos vayamos a recorrer el mundo”.
Y es que la miopía degenerativa causa un alargamiento excesivo del globo ocular, por lo que en algún momento puede producir ceguera. “Pero Emily me dijo que dejarlo todo sería como cortarle las alas, por eso encontramos un equilibrio entre la salud y el estudio”.
Emily sigue con disciplina sus tratamientos con la única especialista para esta enfermedad del país. También la familia está a la espera de un carnet de discapacidad del Conadis.
Estos inconvenientes en la salud de Emily no han sido aislados. Desde pequeña, según dice su madre Juliana, ella tuvo problemas médicos. “Nació a los ocho meses y tuvo reflujo, por lo que tuvo que pasar en una termocuna y sin poder cargarla”, cuenta.
Pero esto no desanimó a Juliana quien le leía y le ponía música clásica a Emily, como solía hacerlo desde que estaba en el vientre.
Los médicos de aquel entonces le dijeron a Juliana que la niña necesitaría de mucha terapia de motricidad a futuro, debido a los problemas de salud.
Nada de eso ocurrió y por el contrario, Emily mostró cambios poco usuales para su tan corta edad. “Cuando era recién una bebé, el doctor me decía que ella se sacaba los guantes y gorros por su cuenta”.
Con los años, Juliana notó que en efecto su hija era diferente. ¿Qué siente al tener una hija superdotada? “Lo que sentiría toda mamá, nunca lo vi como algo especial. Creo que todos los padres debemos apoyar los talentos de nuestros hijos”, responde Juliana.
El entorno familiar de Emily lo completan sus abuelos y su tío Miguel. “Mi tío es mi referente y siempre digo que fue él quien buscó, envió a comprar un libro al extranjero y aprendió por su cuenta mecatrónica”, dice la pequeña genio.
Esa autoeducación que le inculcó el tío Miguel y su madre Juliana ha sido una constante en la vida de Emily, quien ha dado charlas a niños y adultos en plataformas como TEDx, o en el propio Campus Party.
Mientras se alista para estudiar en la ESPOL y para cumplir 14 años en julio, Emily ya tiene otras invitaciones como ser conferencista en la Universidad de Stanford en 2023.