Existen varias corrientes teóricas que definen las relaciones internacionales. No son necesariamente excluyentes, pero sirven para comprender, por ejemplo, las capacidades, necesidades y respuesta de Estados y sociedades. Entre las principales teorías están el realismo, el liberalismo (e institucionalismo) y el constructivismo.
En el plano realista el poder se ubica en el Estado, pues este permite el desarrollo de un país desde las vertientes diplomática, económica y militar. De este modo, la teoría realista se basa en la polaridad, quitándole credibilidad a las instituciones internacionales, las cuales promueven el equilibrio de poder. La vertiente ofensiva de esta corriente considera que el poder militar asegura la supervivencia, mientras que la vertiente defensiva asegura que el mejor Estado posible es aquel que encuentra un equilibrio entre de los poderes.
El prisma del liberalismo comprende que, para poder desarrollar una política exterior destacada, en primer lugar, se debe trabajar la política interior. Esta corriente promueve la paz democrática y en la actualidad está compuesto de tres ingredientes: los individuos son lo más relevante en la política internacional (y no los Estados), los Estados solo representan a los grupos dominantes de determinadas sociedades, y la idea de que la construcción de estas preferencias afecta el comportamiento estatal.
Para el institucionalismo, que sigue la línea liberal, es posible la cooperación económica entre naciones, en la que existe una reciprocidad en los acuerdos, los cuales deben ser respetados por los Estados para alcanzar una verdadera colaboración, y para evitar que un país salga perjudicado.
Por último, para el constructivismo lo más relevante de cómo se entiende la propia concepción de Estado, cómo se elaboran las teorías que lo estudian y, por lo mismo, el acento lo pone en la manera en que las sociedades se definen en términos de promoción, cooperación e incluso identidad.
De una u otra manera, los intelectuales más influyentes de la actualidad suelen seguir algunas de estas corrientes. Cuando las tensiones aumentan, como sucede ahora con la invasión ordenada por Vladimir Putin, presidente de Rusia, a Ucrania, la ola “realista” crece. Después de todo, lo que está en el terreno son tanques, caen bombas y el resultado de muerte y destrucción. Por otra parte, los defensores del liberalismo claman su prevalencia teórica pero también práctica: EE. UU. y Occidente han respondido a la agresión rusa a Ucrania por medio de un instrumental sobre todo financiero, lo cual impacta en el bienestar económico de Rusia.
Entre medio, están los analistas que perciben que ese conjunto de visiones esconden cuestiones identitarias más profundas que no solo explicarían la guerra, sino que sobre todo servirían para comprender por qué, quizás, nunca hubo una verdadera paz.
A continuación, PAUTA lista algunos de los nombres que mejor permiten dilucidar el estado de las relaciones internacionales actuales, en general, y las entrañas del conflicto en Ucrania, en particular.
Se trata del gran realista vivo. Participó como oficial en la Fuerza Aérea estadounidense durante cinco años y luego se graduó de la Universidad de Cornwell en 1975, donde recibió su doctorado cinco años después. Ahí comenzó un camino prometedor en la academia.
John Mearsheimer es investigador del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Chicago desde 1982 y se describe en su página web oficial como alguien “que cree que los grandes poderes dominan el sistema internacional y que constantemente participan en la competencia de seguridad entre sí, lo que a veces lleva a la guerra”. Afirma que las teorías de las ciencias sociales son sumamente importantes para analizar la política exterior y fue uno de los grandes opositores de la Guerra en Irak el 2003, antes de que estallara.
Dentro de sus publicaciones se destacan: Conventional Deterrance (1983), La tragedia de la política de las grandes potencias (2003), El lobby de Israel y la política exterior de EE. UU. (2008), Por qué mienten los líderes: la verdad sobre la mentira en la política internacional (2011) y El gran engaño: sueños liberales y realidades internacionales (2018).
Tras la reciente invasión de Rusia a Ucrania, su nombre reapareció con fuerza entre académicos y funcionarios diplomáticos. Ocurrió porque circuló un video con una ponencia suya de 2015, en la cual analizaba la anexión de Crimea (en Ucrania) por parte de Rusia en 2014. A su juicio, la culpa la tenía Occidente, por expandir la OTAN hacia el este en Europa, lo cual amenazaba a Moscú. “Deberíamos crear la situación en la que Ucrania sea neutral, para que se convierta en un Estado búfer entre la OTAN y Rusia. Así podemos volver al status quo antes de tener esta idea loca de que podíamos despegar a Ucrania de Rusia y acercar al país a Occidente”.
En un ensayo publicado en The Economist el 19 de marzo, Mearsheimer profundizó en su opinión. Dice que su manera de entender el conflicto no ha cambiado: “Esta interpretación de los hechos está en desacuerdo con el mantra predominante en Occidente, que retrata la expansión de la OTAN como irrelevante para la crisis de Ucrania, culpando en cambio a los objetivos expansionistas de Putin. Según un documento reciente de la OTAN enviado a los líderes rusos, ‘la OTAN es una alianza defensiva y no representa una amenaza para Rusia’. La evidencia disponible contradice estas afirmaciones. Para empezar, el tema en cuestión no es lo que los líderes occidentales digan sobre qué es el propósito o las intenciones de la OTAN, sino cómo Moscú ve las acciones de la OTAN”.
Recibió su licenciatura en ciencia política en la Universidad de Princeton y realizó su doctorado en la misma disciplina en la Universidad de Harvard, para luego convertirse en decano y ahora profesor emérito de la Escuela de Gobierno Kennedy.
Más allá de su desempeño académico, Joseph Nye Jr. también se destaca su trabajo institucional, pues fue subsecretario de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional, presidente del Consejo Nacional de Inteligencia, Subsecretario de Estado Adjunto para Asistencia en Seguridad, Ciencia y Tecnología, y actualmente es miembro de la Academia estadounidense de Artes y Ciencias, la Academia Británica y la Academia estadounidense de Diplomacia. Con más de 200 publicaciones sobre la política exterior estadounidense, se trata de uno de los intelectuales más influyentes en el tema.
Los libros que causaron impacto fueron: Comprender los conflictos internacionales. Una introducción a la teoría y la historia (1993), Soft Power. Los medios para el éxito en la política mundial (2004), El futuro del poder (2010) y ¿Ha terminado el siglo americano? (2015).
En su columna publicada en la página web Project Syndicate titulada “Realismo sobre el realismo de la política exterior” (2022) cuestiona que la invasión a Ucrania sea la culpa de Occidente, un planteamiento de algunos realistas como Mearsheimer. En ese sentido, expresó que “cuando los moralistas describen el mundo como si las elecciones morales no existieran, simplemente están disfrazando su propia elección. La supervivencia puede ser lo primero, pero no es el único valor que vale la pena defender. La mayor parte de la política internacional actual no se trata en absoluto de la supervivencia. El realista inteligente podría no instar a la OTAN a extender la membresía a Ucrania, pero tampoco apoyaría abandonar a ese país por completo”.
Putin has already use verbal threats and alerts of nuclear forces. If he feels cornered will he take the next step up the escalation ladder and break the nuclear taboo with a demonstration explosion? https://t.co/58ztZL5Sgl
— Joseph Nye (@Joe_Nye) March 8, 2022
Es uno de los teóricos especialistas en temas de desarrollo y política internacional más destacados desde los inicios de los noventa. Francis Fukuyama obtuvo su bachiller en clásicos en la Universidad de Cornwell y su doctorado en ciencias políticas en la Universidad de Harvard. Es director de la Maestría en Política Internacional de Stanford y profesor de ciencias políticas de dicha universidad. Asimismo, forma parte del Instituto Freeman Spogli de Estudios Internacionales (FSI) y es parte de la facultad del Centro sobre Democracia, Desarrollo y Estado de Derecho. También es miembro de la Asociación estadounidense de Ciencias Políticas y del Consejo de Relaciones Exteriores.
Es reconocido mundialmente por la publicación de su libro El fin de la historia y el último hombre (1992), para luego seguir con una serie de bestsellers. Entre ellos se encuentran: Confianza. La virtud social y la creación de la prosperidad (1995), La gran disrupción. La naturaleza humana y la reconstitución del orden social (1999), Construcción del Estado. Gobernanza y orden mundial en el siglo XXI (2004) y Estados Unidos en la encrucijada. Democracia, poder y el legado neoconservador (2016), por solo mencionar algunos.
En 2018 se sumó a quienes preveían una (nueva) invasión de Rusia a Ucrania, analizando la guerra como una oportunidad de Ucrania para omitir problemas internos y enfocarse en la amenaza externa. “La guerra es utilizada por el gobierno como una excusa para no tratar ciertas reformas que son necesarias. El Estado no tiene que ser tan fuerte en un sentido represivo, sino que debe ser una institución limpia que puede responder al interés público en lugar de los intereses privados de los oligarcas”, expresó el filósofo político sobre Ucrania en una entrevista el 2018.
El 10 marzo, Fukuyama publicó una pieza en The American Purpose con proyecciones optimistas: no solo planteó que Rusia será derrotada, sino que el conflicto es una advertencia a China.
El politólogo escribe: “Putin no sobrevivirá a la derrota de su ejército. Recibe apoyo porque se le percibe como un hombre fuerte. ¿Qué tiene para ofrecer una vez que demuestre incompetencia y sea despojado de su poder coercitivo?”.
Y luego, recordando sus propias reflexiones de fines de los 80, agrega: “Una derrota rusa hará posible un ‘nuevo nacimiento de la libertad’ y nos sacará de nuestro miedo al estado de decadencia de la democracia global. El espíritu de 1989 seguirá vivo gracias a un puñado de valientes ucranianos”.
El autor de El fin de la historia afirma que la lucha por la identidad está tras el resurgimiento de los nacionalismos, y que a veces los populistas son necesarios.
La historiadora polaco-estadounidense de la Universidad de Yale Anne Applebaum, ganadora del Pulitzer, se destacó por su labor como corresponsal en Varsovia -donde cubrió el colapso del comunismo entre 1988 y 1991- tanto para The Economist como The Independent. En su trayectoria fue columnista del Washington Post por 15 años, y exmiembro del consejo editorial. Actualmente es miembro de la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados y del Instituto Agora, donde codirige Arena, un programa sobre desinformación y propaganda del siglo XXI, y es redactora de The Atlantic.
Dentro de sus publicaciones destacadas se encuentran: Gulag. Una historia (2004), una pieza literaria de no ficción que la llevó a ganarse el Pulitzer, que cuenta por medio de testimonios cómo operaron los campos de concentración soviéticos. El 2012 publicó Telón de acero. El aplastamiento de Europa del Este (1944-1956), el cual describe la imposición del totalitarismo soviético.
Entre sus textos fundamentales está Hambruna roja. La guerra de Stalin contra Ucrania (2018), donde describe con honda documentación el aplastamiento soviético a los campesinos ucranianos y, en particular, cómo la maquinaria estalinista culminó con el Holodomor (exterminio por hambruna).
En 2020 fue nuevamente ganadora del premio Pulitzer con su libro Crepúsculo de la democracia. El atractivo seductor del autoritarismo, en el que abarca los factores que llevaron a que algunos de sus contemporáneos abandonaran los ideales de la democracia liberal.
Applebaum es crítica con la falta de la reacción estadounidense a conflictos del exterior. “Nuestro fracaso al no reaccionar con fuerza suficiente cuando Rusia anexó Crimea, invadió Georgia, y utilizó químicos tóxicos para atacar a gente en la calle. Nuestro fracaso de tratar a Rusia con seriedad y de entender qué tipo de Estado estaba creando el presidente ruso Vladimir Putin y cuáles eran sus metas, son hechos que lamento profundamente”, señaló la académica en una entrevista en marzo de 2022.
All of us have in our minds a cartoon image of what an autocratic state looks like. There is a bad man at the top. He controls the police. The police threaten the people with violence. There are evil collaborators, and maybe some brave dissidents…https://t.co/5TH437iMEa
— Anne Applebaum (@anneapplebaum) November 15, 2021
La académica y especialista británico-estadounidense Fiona Hill fue nombrada directora sénior de Asuntos Europeos y Rusos en el personal del Consejo de Seguridad Nacional entre 2017 y 2019. Dos años después fue testigo en las audiencias de la Cámara de Representantes con respecto al primer juicio político del expresidente estadounidense Donald Trump.
Recibió su doctorado en historia en la Universidad de Harvard. Se ha especializado en estudios soviéticos y en Rusia. Actualmente se desempeña como miembro en la Institución Brookings en Washington y es parte del equipo del Consejo de Relaciones Exteriores y de la Comisión Trilateral.
Entre sus publicaciones se encuentran: La maldición siberiana. Cómo los planificadores comunistas dejaron a Rusia al margen (2003), No hay nada para ti aquí. Encontrando oportunidades en el siglo XXI (2021), Señor Putin. Operativo en el Kremlin (2013) y también la monografía Imperio Energético. Petróleo, gas y el renacimiento de Rusia (2004).
Respecto a la expansión rusa, la académica expresó en una entrevista en febrero de 2022 que Putin posee “popularidad entre los rusos, sobre todo ahora. La última vez que realizó una invasión a Ucrania el 2014 cuando anexó la península de Crimea [tuvo un efecto muy positivo en su aprobación nacional]. Entonces creo que estaba anticipando esto, particularmente por la propaganda dentro del país”.
En una conversación con el periodista norteamericano Ezra Klein, publicada el 8 de marzo en The New York Times, Hill habló acerca de cuántas motivaciones “racionales” pero también condiciones menos racionales se pueden encontrar en la decisión de Vladimir Putin de invadir Ucrania. A continuación, el pódcast (en inglés).
Otra mujer que indaga acerca de Europa es la historiadora de MIT, especialista en estudios del gobierno de Vladimir Putin, y se desempeña como codirectora del Programa MISTI Rusia y coordinadora de estudios rusos. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Michigan, y también realiza investigaciones sobre cómo la masculinidad se filtra en Putin y el presidente turco Recep Erdoğan.
Por ende, dentro de sus artículos también se desarrollan otros temas de género como, por ejemplo, las contradicciones y ambivalencias de las mujeres en Rusia. Se destacan sus libros: El Baba y el camarada. Género y política en la Rusia revolucionaria (1997) y Raíces de la guerra de Rusia en Ucrania (2015).
Desde la óptica de los estudios de género, la profesora de la historia rusa y soviética enfatizó en una charla el 2018 que existen formas en las que la masculinidad politizada opera como un magneto que mantiene unidos el atractivo popular y el autoritarismo de ciertos líderes.
El moscovita Maxim Trudolyubov se convirtió en un columnista de la sección internacional del New York Times desde 2013, y también es editor de la página Vedomosti. Se destaca por su labor en abrir el debate político ruso, por lo que trabajó en área editorial durante los últimos 15 años, y actualmente publica columnas semanales sobre el cambio institucional y social en Rusia. El extraductor de The Moscow Times ganó el premio del Fondo Paul Klebnikov sobre el periodismo ruso valiente el 2017, y fue becario Nieman en la Universidad de Harvard durante 2010 y 2011.
Debido a su trayectoria es invitado regularmente a programas de entrevistas tanto rusos como internacionales. Entre sus temas de investigación incursionó en cómo se usa el concepto de la propiedad privada en Rusia a diferencia de Occidente, en La tragedia de la propiedad. La vida privada, la propiedad y el Estado ruso (2018). Otro de los temas que investigó se trata de una serie de indagaciones sobre por qué Rusia invadió Ucrania, qué aspecto de la personalidad de Putin lo impulsó y qué dice la guerra sobre las prioridades política, económica y social de Rusia, en Raíces de la guerra en Ucrania (2015). Además, contribuyó en el libro El muro en mi cabeza. Palabras e imágenes de la caída del Telón de Acero (2009) sobre la reunificación de Berlín.
El historiador puertorriquense de padres estadounidenses fue un especialista en la historia moderna de Rusia, y formó parte de la planta del Departamento de Historia de la Universidad de Indiana, donde participó como fundador del Instituto de Rusia y Europa del Este. Su interés por el tema nació cuando Thompson entró al Instituto Ruso de la Universidad de Columbia, donde realizó su maestría y luego doctorado en historia rusa moderna.
En la lista de trabajos académicos más importantes del historiador se encuentran: Rusia, el bolchevismo y la paz en Versalles (1966), donde explora el armisticio de la Primera Guerra Mundial y las conversaciones de paz relacionadas con los; Rusia revolucionaria 1917 (1981) y Rusia y la Unión Soviética. Una introducción histórica desde el estado de Kiev hasta el presente (2013).
Su desempeño en tales investigaciones lo convirtió en becario dos veces en el programa de intercambio de la Unión Soviética.
El académico alemán vivió la Primavera de Praga siendo un escolar en 1968, una experiencia que marcó su vida. Sobre su estadía expresó en una entrevista el 2006 que fue “como salir de la República Federal y entrar en un espacio de experiencia y pensamiento que no coincide con el hemisferio occidental”.
Por ende, en 1969 entró a la Universidad Libre de Berlín para estudiar historia, filosofía, sociología y estudios eslavos de Europa del Este, para luego profundizar su interés por los conflictos laborales en la Unión Soviética post-estalinista en su doctorado de la misma universidad.
Sus publicaciones reflejan entonces su interés por los conflictos en Rusia y Ucrania: El siglo soviético. Arqueología de un mundo perdido (2021), Ucrania. Una nación en la frontera (2018), San Petersburgo. Escenas de la historia de una ciudad (2007), El Berlín ruso (2007) y Moscú. 1937 (2006).
Respecto de la política de Putin, el historiador detectó en una entrevista el 2019 un fuerte componente doctrinario. En ese sentido, señaló que el presidente ruso utiliza las contradicciones internas de la Unión Europea, Europa y Estados Unidos para justificar sus propios intereses.
El proyeccionista de películas de Desde El Jardín comparte una lista de largometrajes dedicados al esfuerzo y al riesgo del trayecto al que se someten individuos para dirigirse a un nuevo país en busca de oportunidades.