La red de redes funciona a tope
El cerebro funciona siempre todo, y no por partes; por eso lo usa poco quien dice que a menudo solo estamos empleando una fracción del nuestro, aunque eso sea un consuelo para quien crea que si lo usara todo, sería un genio. El doctor Lerma explica cómo nuestra red de redes, siendo la misma, se aplica a diversas funciones. Así que las neurociencias también deberían concebir el cerebro como un todo. Con esa aproximación holística podrían intervenir en él con herramientas que también lo fueran, como la optogenética, que es más precisa que los fármacos y sin sus efectos indeseables, frente a enfermedades tan relacionadas entre sí como la ansiedad y la depresión; la esquizofrenia y las paranoias, o sobre los genes que determinan comportamientos asociales como el autismo.
Miro mi WhatsApp cada diez minutos. ¿Estoy enfermo?
No es que esté usted enfermo, es que a su cerebro, como al de todos los humanos, le gustan los cambios.
¿Le gustan los cambios porque sirven para adaptarnos a los desafíos cambiantes delmedio?
Y al mirar el móvil encuentras un cambio, un estímulo. Por eso, nuestro cerebro se aburre enseguida si no recibe estímulos. Y, por eso, a los 30 minutos de clase desconectas.
¿Cómo hacer entonces que una clase de una hora resulte entretenida?
Teniendo en cuenta que la preferencia por el cambio constante nos hace esclavos de la multiatención : nos encanta ir cambiando de tarea. O, al menos, de ángulo en un tema.
¿Sin embargo, la multitarea no nos impide la concentración necesaria para crear?
Por eso, nos cuesta cada vez más concentrarnos. Debemos evitar la adicción al móvil limitando su consulta a una vez o dos al día.
Si no miramos el móvil, ¿perderemos su dosis de cambio estimulante?
Pero decepcionante al cabo. Para entender a fondo esos mecanismos, deberíamos tener un modelo holístico del cerebro que nos explicara como funciona en conjunto
¿Qué es el alma?
Escribo sobre el alma porque expliqué en una entrevista que las enfermedades del cerebro “matan el alma”.
¿“Alma” no es una noción acientífica?
Al leer la entrevista, hubo quien decía que el alma no existe. Lo que descubrí es que hablar del alma no debería escandalizar a nadie.
¿Pero no es acientífico hablar de alma fuera del contexto religioso o espiritual?
Por eso, otros supieron ver que yo la citaba en sentido figurativo y didáctico en esas enfermedades cerebrales que matan el alma, todo tu ser. Son batallas conceptuales como la de neurólogos y psiquiatras, pese a que todos son científicos y deberían entenderse.
¿La ciencia investiga hechos, pero los científicos, además, tienen sus intereses?
Veamos: la esquizofrenia, paranoia, depresiones… están clasificadas como enfermedades mentales. En cambio, un tumor cerebral, el parkinson o el alzheimer… se consideran enfermedades neurológicas.
¿No son todas patologías cerebrales?
Pero si vas al neurólogo, lo explicas; en cambio, si vas al psiquiatra, no. Las enfermedades mentales —digamos “del cerebro”— están estigmatizadas, precisamente, porque afectan a todo tu ser. Aunque neurológicas o psiquiátricas, todas son del cerebro.
¿No dice “enfermedades cerebrales” tal vez para no hablar de enfermos mentales?
El debate en Europa es referirse a la salud cerebral ( brain health ) y dejar de considerarla salud mental ( mental health ).
Tomamos nota.
Y es que, además, las enfermedades cerebrales están todas relacionadas entre sí. De forma que, en ciencia, es incorrecto diferenciar entre las mentales y las psiquiátricas.
¿Cómo?
En los esquizofrénicos hay 200 genes alterados que también lo están en los autistas. Todas las enfermedades cerebrales tienen rasgos comunes que desmienten esa división.
¿Por qué?
Porque los genes codifican proteínas y las proteínas son las que determinan el funcionamiento de los circuitos. El mal funcionamiento de un circuito, al cabo, siempre es el que causa una enfermedad cerebral.
¿Y la consciencia también es un resultado de la acción de toda la red neuronal?
La misma red que usamos para mover un brazo sirve para generar un pensamiento: sí.
¿Y ambos responden a un estímulo?
Lo que hay que investigar ahora es cómo funcionan esos circuitos y cuáles son responsables de cada función. Solo así podríamos investigar como repararlos.
Por ejemplo…
Cuando la ceguera deja de ser un problema oftalmológico, de los órganos del ojo, se convierte en otro cerebral; pero si no tenemos conocimiento previo de cómo funcionan en conjunto esos circuitos cerebrales no podremos curarla.
¿Son modificables esos neurocircuitos?
El cerebro es plástico y puede modificarse con psicoterapia y también con fármacos, como los que regulan la serotonina en la ansiedad y depresiones, pero estos tienen efectos secundarios no siempre controlables.
¿Qué progresos neurocientíficos sigue usted con más atención?
Me interesa en especial la optogenética: la introducción de proteínas para recodificar genes en el ADN. Cuando la dominemos, será más precisa y efectiva para tratar enfermedades cerebrales que cualquier fármaco.
¿Y los famosos electrodos?
Ya había un neurocientífico español en los años sesenta que inhibía la bravura de los toros estimulando su hipotálamo. Pero los mejores electrodos los tenemos implantados ya en origen y son los sentidos.