Si bien el trabajo es una de las esferas constitutivas más importantes del ser humano, hay una fracción de trabajadores que llega a dedicarle a su trabajo una excesiva cantidad de tiempo y de energía, llevándolo a cabo de forma muy intensa y compulsiva, lo cual tiene consecuencias negativas tanto sobre el trabajo como en su vida.
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Esto configura un trastorno que ha recibido distintas denominaciones y que se conoce como adicción al trabajo.
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De acuerdo con estudios recientes, las características generales de una persona que presenta adicción al trabajo son: una especial actitud laboral, una excesiva dedicación de su tiempo y esfuerzo, un trastorno compulsivo e involuntario de continuar trabajando y un desinterés general por cualquier otra actividad (ocio, deportes, familia, amistades, etc.) que no sea la estrictamente laboral.
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De acuerdo con expertos, una persona puede identificar fácilmente si es un trabajador adicto al cumplir con algunos de los siguientes factores:
• Trabaja más de 45 horas cada semana, seis o siete días a la semana.
• Trabaja hasta altas horas de la noche y descansa unas pocas horas diarias.
• Trabaja aun estando enfermo.
• Nunca rechaza nuevos proyectos, clientes o responsabilidades en el trabajo.
• Necesita que le digan que es un “trabajador dedicado”, “el más eficiente”, “el mejor empleado”. Basa en ello su autoestima.
• El tema principal de conversación es el trabajo.
• No sale de vacaciones ni disfruta de fines de semana.
A raíz de esta adicción, una persona puede llegar a experimentar serios síntomas de decaimiento que pueden llegar a evolucionar a una afección mucho más grave. Algunas manifestaciones comunes que podría experimentar un adicto al trabajo son: cansancio extremo, mala nutrición, hipertensión, trastornos vasculares y cardíacos, ataques cardíacos, embolias, trastornos del sueño, insomnio, altos niveles de colesterol, pérdida del cabello, entre otras.
En los servicios de salud un aspecto que dificulta el diagnóstico es que la adicción al trabajo no está contemplada dentro de los manuales de criterios diagnósticos. Sin embargo, esta afección puede ser diagnosticada y tratada como un trastorno de control de impulsos al igual que otras adicciones comportamentales.
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Como en toda adicción, para que el adicto cambie, debe aceptar que las conductas y actitudes adoptadas hasta ese momento no son saludables o convenientes, debe posicionarse críticamente frente a sus acciones y debe intentar generar cambios.
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