Una es una joven diputada de la Ciudad de Buenos Aires por el peronismo, que se hizo famosa por tomar una escuela. La otra es una periodista que, entre otras cosas, expresa abiertamente sus posiciones en contra del peronismo.
Una se opuso con virulencia a la ley del aborto. La otra la militó.
Una acaba de pasar los 20. La otra ya llegó a los 50.
Una está dentro de los parámetros del “modelo estético hegemónico”. La otra no.
Viviana Canosa y Ofelia Fernández parecieran ser diferentes en todo, pero no es así. En lo más importante son iguales.
¿Qué tienen en común Canosa y Ofelia? Que son “intensas”, muy intensas. Expresan sus posiciones sobre distintos temas con mucha vehemencia (a veces al límite del respeto) y, por ello, tienen un considerable espacio en medios tradicionales y redes sociales.
Aun cuando esas posiciones las muestran opuestas en la mayoría de los temas (de hecho suelen tener peleas públicas), las une un mismo estilo de comunicación: estar siempre al borde. Y estar siempre al borde les da buen resultado.
Ahora bien… ¿Son ellas y otros “grupos de intensos” representativos de las ideas que defienden? Definitivamente no. La mayoría de los ciudadanos, de uno y de otro lado, a favor y en contra de diversos temas controvertidos, tienden a ser más moderados.
Veamos un ejemplo. A esta altura, el lenguaje inclusivo pareciera ser muy popular; pareciera que cada vez crece más la moda y cada vez más gente habla con la letra “e”. La realidad, sin embargo, es distinta.
La prestigiosa consultora Giacobbe y Asociados, que casualmente dirige el columnista de Viviana Canosa, Jorge Giacobbe, hizo una encuesta de opinión pública sobre el tema y los resultados fueron sorprendentes. La inmensa mayoría de los encuestados (67,9%) se manifestó abiertamente en contra del lenguaje inclusivo. La realidad no es lo que parece o, dicho de otro modo, lo que parece no es la realidad.
Los resultados de esa encuesta me llevaron a recordar un hecho curioso, que sucedió hace muchos años en una empresa para la cual trabajaba. El gerente de recursos humanos estaba desorientado. El último estudio de clima laboral había dado muy buenos números en los distintos rubros (evaluación de condiciones laborales, remuneración, comunicación interna, etc.) pero él no paraba de atender quejas de empleados. “¿Qué es lo que está pasando? ¿Cómo se puede explicar esta contradicción?” Se preguntaba.
En aquel caso, después de estudiar bastante el tema, concluimos en que los empleados que estaban conformes eran mayoría pero nunca lo expresaban naturalmente. De algún modo, en aquella empresa sucedía lo mismo que con el lenguaje inclusivo y con la discusión Canosa/Ofelia.
La mayoría silenciosa, término que popularizó el ex presidente norteamericano Richard Nixon en 1969 para referirse a los ciudadanos que no participaban de manifestaciones contra Vietnam ni se habían unido a la contracultura, existe en muchos ámbitos pero, tal como su nombre lo indica, suele pasar muy desapercibida.
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Volviendo al tema original, el riesgo es pensar que los intensos (llámense Canosa, Ofelia, Brancatelli, L-Gante, etc.) son representativos de una sociedad y hacer diagnósticos sociales, políticos y empresariales en base a sus opinión. Es similar al error de pensar “la grieta” sólo en términos políticos, cuando en realidad su mayor componente es lingüístico (ver mi columna de 20 de mayo de 2021).
Nota final: la canción “Somos uno” de Axel (que canta junto a Abel Pintos), con su pegadizo estribillo que repite “somos tan distintos e iguales”, es un manifiesto a favor de la superación de los prejuicios y de la unidad en la diversidad. Es difícil que el cantante se haya inspirado en Viviana Canosa y Ofelia Fernández para componerlo, pero no estaría mal que ambas hagan una versión femenina, con video incluido, como aporte a la “unidad nacional”. Es una idea muy loca, pero sería mejor que lo que hacen la mayoría de los políticos… ¿No?
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