El deporte son resultados, medallas, licencias y práctica. Pero también es gestión y dirección. Y ahí España presenta un déficit enorme. El acceso por primera vez de una mujer al puesto de secretaria de Estado para el Deporte (María José Rienda en junio del 2018 a la que sucedió después Irene Lozano) no se ha reflejado en una mayor presencia femenina en los despachos de ligas profesionales, clubes o federaciones. Ahora mismo, de 65 federaciones, sólo dos están presididas por mujeres: Remo (Asunción Loriente) y Salvamento y Socorrismo (Isabel García). De un total de 229 puestos ejecutivos, únicamente 32 (un 14%) los ocupan mujeres. LaLiga, ACB o Asobal están presididas por hombres y es raro encontrar a una mujer al frente de clubes. En el fútbol masculino, de 42 clubes profesionales, únicamente dos son dirigidos por ellas: Eibar (Amaia Gorostiza) y Leganés (María Victoria Pavón).
“Está clarísimo que el primer problema es la falta de mujeres en puestos de liderazgo. No se generan suficientes oportunidades en la dirección. En este país, donde contamos con grandes profesionales en ámbitos de gestión, podría haber una representación mayor. No es un tema de interés y están muy infrarrepresentadas”, apunta Bárbara Fuertes, subdirectora general de Mujer y Deporte del Consejo Superior de Deportes (CSD). Un organismo que colabora con ADESP (Asociación del Deporte Español) en el primer Programa de Mentoring para mujeres gestoras que tiene el objetivo de aumentar su presencia.
Para revertir esa desigualdad, el CSD optó por una política activa. Desde 2014 se obliga a las federaciones a contar con mujeres en sus directivas, so pena de no recibir subvención pública. En 2022, el criterio es tener “como mínimo con un 40% de representación femenina en Junta Directiva u órgano similar o al menos 4 mujeres en aquellas Juntas formadas por un máximo de 15 personas, 5 para las formadas por un máximo de 20, 6 para las formadas por un máximo de 25 o 7 para las formadas por más de 25”.
¿Y por qué motivos no se produce una incorporación de forma natural? Responde Fuertes: “Hay una tendencia al mantenimiento de puestos de larga duración, con un sesgo masculino. El reemplazo es difícil porque la inercia es de no abrir los puestos a la mujer. Hay una reticencia al cambio. No está interiorizado el criterio de igualdad, de ahí que desde el CSD haya que incentivarlo con cuotas. Las oportunidades de igualdad en la dirección son mucho más difíciles y escasas que en el acceso a la práctica, donde sí se ha avanzado mucho”.
Y es que según la Encuesta de Hábitos Deportivos de 2020, un 59,6% de hombres declararon hacer deporte al menos una vez a la semana y un 50,2% de las mujeres. Una paridad que no se refleja en las licencias, donde aunque el número ha ido creciendo, porcentualmente desde el 2010 sigue entre un 20 y un 23% de fichas femeninas respecto al total. “Las motivaciones de las mujeres son diferentes, cuenta más la salud, la estética… Hay un mayor abandono en la adolescencia de chicas que compiten”, analiza Fuertes.
La nueva Ley del Deporte obligará a clubes y federaciones a elaborar informes de igualdad, se incentivará el equilibrio en las retransmisiones, se creará un Observatorio de Igualdad… Y durante la legislatura, 77 millones de euros de los fondos de recuperación irán destinados a políticas de inclusión y lucha contra la brecha.