Gustavo López tiene 48 años. Ya no es el pibe de Valentín Alsina, el heredero del ‘Bocha’ Bochini. Se les escapan algunos giros o palabras como ‘vale hombre, dime…’, o ‘banquillo’, ‘portero’ o ‘afición’… Se marchó en 1995 a España y ya no volvió a radicarse por acá, pero sabe cómo juega Patronato, los refuerzos que trajo Sarmiento y las mejores proyecciones que tiene Banfield. “Argentina es mi país, es el lugar donde están mis amigos y gran parte de mi familia. Argentina es mi Argentina. Siempre vuelvo, siempre estoy. Todos los años hago uno y hasta tres viajes a Argentina, porque ahí están mis raíces. No perderé nunca ese sentido de pertenencia, más allá de estar hace casi 27 años muy a gusto en España. Si yo jugué al fútbol, vine a Europa y estoy trabajando en Europa, en gran parte fue por cómo me educaron mis padres en Argentina”. No es pose, es bandera.
No hay distancia, sigue siendo el ‘Cuervo’ para los cercanos. Vivió en Alcabre muchos años, ahí, cerca de Vigo, donde siempre será un emblema. Hasta que lo atrapó la profesión que sucedió al futbolista: el comentarista que hace más de una década se volvió una voz didáctica en la pantalla de Movistar Plus y los programas radiales Carrusel Deportivo y El Larguero, por Cadena SER. Viaja, viaja, viaja todo el tiempo, vive con una valija de mano armada. La Liga, la Copa del Rey y los torneos europeos lo llevan de un lado al otro. Esa necesidad de habitar en un punto de mayor conectividad, impulsó a los López a mudarse a Madrid. Con su mujer, Concepción, y sus hijos, María, de 21 años; Lucía, de 16, y Lucas, de 12. Cuando el padre habla de Lucas lo define como un “central contundente”, y enseguida lo asocia con el ‘Cholo’ Simeone por su obsesión y minuciosidad para consumir todo el fútbol que esté a su alcance.
–Sos muy amigo de Simeone. ¿Podés separar el afecto y analizarlo?
–Superación, esa es la palabra que me nace si hablo de Diego. Un tipo que no dejó de superarse, en lo deportivo y en lo personal. Un tipo ganador, desde su nobleza y humildad. Ha entendido que debía mutar, más de una vez, para bien del equipo. Un entrenador que ha sido capaz de potenciar futbolistas y revalorizar a una institución, y a la vez, ganando muchos títulos durante diez años.
–Compartiste con él diez años en la selección, incluso, fueron compañeros de cuarto casi siempre. ¿Lo sufriste mucho…?
–Insoportable, insoportable…, pero muy insoportable era en las concentraciones. Pero ahí ya te dabas cuenta de que lo movilizaba la pasión. Un tipo muy meticuloso… Él no ve lo que está pasando ahora, sino que intenta ver lo que puede llegar a pasar. Él se imaginaba el partido que podía llegar a jugar contra el rival que iba a tener enfrente y por eso como jugador ya era un entrenador: te ordenaba y gestionaba los ajustes tácticos y las emociones, porque era el que te daba una caricia si lo estabas haciendo bien y era también el que te metía el dedito para que reacciones. El tipo leía cada momento y sabía qué necesitabas. Podemos debatir si te gusta un poco más o un poco menos el estilo de sus equipos, pero lo que nunca se puede discutir es que se trata de un ganador. Pero me dicen: ‘Juega mal’…, ¿y qué es jugar bien o jugar mal?, ¿dónde está esa línea? Si al final, todos los entrenadores, pero todos, eh, todos los que están trabajando, cuidado con eso, y todos los futbolistas que están jugando, lo único que quieren es ganar, es el éxito, es salir campeón. No hay una sola forma de jugar; que te guste una, ok, lo podemos debatir, pero hay muchas formas de jugar y a todas hay que respetarlas, siempre dentro de los límites legales. Repito: el entrenador que se sienta en un banquillo y el futbolista que entra en una cancha, lo único que quiere y desea es el éxito, ser campeón. Y si el entrenador, desde su estilo, te lleva al éxito, te revaloriza, te mejora y te potencia, esa forma de jugar es válida.
–Kily González, Crespo, Burgos, Almeyda, sólo algunos compañeros de generación que eligieron dirigir. ¿Cómo te vinculás con esa parte de tu pasado?
–Con el Independiente del ‘94 tenemos una comunicación diaria con un chat que integra a todos, desde Miguel Brindisi hasta los utileros. A Seba Verón lo entrevisté hace poco para el documental de Diego [por Simeone]…, con el Pupi Zanetti lo mismo, con Nelson [Vivas] y el ‘Cholo’ estamos constantemente hablando, con el ‘Chacho’ Coudet que está en Celta hablamos cotidianamente…, con Juampi Sorin no hace mucho jugamos un partido en Madrid e intercambiamos entrevistas… No me gusta invadir, cada uno tiene su trabajo y sus momentos, pero cuido esas relaciones.
–Otros dos técnicos vinculados con tu carrera. Pochettino…
–Fuimos compañero en la selección y rivales cuando él jugaba en Espanyol, pero especialmente es un tipo espectacular. Me pone feliz el lugar que está ocupando ahora, independientemente de todo lo que hay alrededor de un club tan gigantesco en el nivel económico como PSG. Se lo merece por el trabajo que fue haciendo desde abajo, como fue picando piedras para estar donde está ahora, y eso lo describe como un buen tipo, muy trabajador. Está ahí por méritos muy propios.
–Y Bielsa.
–Marcelo por donde pasa deja huella, acaba de quedar demostrado una vez más en Leeds, y a mí me dejó huellas. Aprendí mucho a sus órdenes, es un entrenador con una capacidad extraordinaria, con una nobleza difícil de encontrar en el fútbol y con un diálogo bien directo para con el futbolista. Me ha marcado.
–Scaloni jugó en La Coruña entre 1998 y 2005, y vos en Celta de 1999 a 2007. ¿Qué recordás de esa rivalidad gallega?
–Tengo recuerdos hermosos, grandes partidos. Son clásicos, y los clásicos siempre son diferentes y espectaculares. Teníamos una rivalidad muy sana. Los dos con muchísimo carácter, muy competitivos, pero los duelos eran sanos. Él, a veces jugaba como un 8, y otras veces como un 4. Cuando no jugaba Manuel Pablo lo hacía de 4, y cuando jugaba Manuel Pablo iba por el exterior o por adentro. Recuerdo aquellos duelos con una sonrisa y estoy muy contento hoy por su presente. Se le achacó mucho su juventud…, su inexperiencia, y la verdad, supo revertir la situación. Y formar un grupo extraordinario de futbolistas, y con logros extraordinarios. Estoy muy feliz por él.
–La selección parece estar en su punto de plenitud, pero falta para el Mundial. ¿Se te viene a la memoria el 2002?
–Me encanta que el equipo ya esté consolidado y que el grupo esté como está. Me encanta la filosofía de juego, me encanta la alegría que se les nota al jugar. Me encanta todo lo que está viviendo la selección argentina. Soy argentino, vestí esa camiseta y deseo lo mejor para la selección. Me pone feliz el presente de Lionel, como el de la gente con la que se ha rodeado, gente con la que compartí muchísimos años de concentración, como Pablito Aimar, Walter Samuel, Roberto Ayala. Ojalá lleguen así, afiladísimos al Mundial. Después puede haber mil circunstancias, pero creo que Argentina llega muy, pero muy bien, y especialmente, con la mochila descargada después de ganar la Copa América. La selección ya puede jugar más suelta.
–¿Quiénes te han llamado la atención de la camada renovadora?
–Me gusta el bloque, me gusta cómo fue mutando la selección. Cualquier cambio generacional lleva tiempo y trabajo, y en este caso fue tan natural ese cambio generacional, tan delicado, que casi no se notó. Se eligió un bajo perfil, un ambiente de tranquilidad para hacerlo, y con una franqueza en la comunicación para con el futbolista que me han llamado la atención. No es fácil lograrlo. Para ganar títulos vos necesitás de un buen grupo, de un grupo comprometido, solidario. Que sienta lo que es vestir esa camiseta. Y ese mensaje les ha llegado a todos desde el cuerpo técnico, desde los que ya estaban a los que fueron incorporándose poco a poco. Percibo algo: los que tuvieron la posibilidad de vestir la camiseta por primera vez se sintieron titulares. Y cuando vos te sentís titular, después es muy difícil que puedan sacarte.
–¿No probarse con los seleccionados europeos encierra un peligro?
–Bueno…, eso no sabés si es bueno o malo… se descubrirá en el Mundial. Sí, con tantas competencias y calendarios tan cargados, a los actores principales, que son los futbolistas, hay que tenerlos más en cuenta. Claro que hay un gran dinero en juego, y de ese dinero se beneficia el jugador, pero hay que tener en cuenta su mirada, su punto de vista. Un calendario tan cargado hace que el futbolista se lesione más y el espectáculo sea peor. Hay que armarlo de otro modo, ¿cómo? No lo sé, pero mientras más partidos hay, mientras el club se beneficia y el jugador también porque hace mejores contratos, la competencia se empobrece. Hay que encontrar el punto, y el jugador debe participar de esa reorganización.
–Messi debutó oficialmente en Barcelona en octubre de 2004 y vos jugarías en la Liga hasta el 2008. ¿Cómo lo recordás?
–Él empezaba y yo casi estaba retirándome…, pero ya te dabas cuenta de que era diferente: eléctrico, astuto, inteligente para recibir el balón siempre solo, manejaba muy bien todos los perfiles, sabía salir sin problemas para un lado y para el otro, tenía un gran golpeo de balón…, y después, con el paso de los años, Leo fue mejorando en todo. Y eso es dificilísimo, superarse estando en la elite es dificilísimo. Bueno, él lo hizo. ¿Se puede ser el mejor del mundo 10, 12 o 14 años y a su vez, cada vez ofrecer una versión más enriquecida del que ya es el mejor? Messi pudo hacerlo. Messi fue capaz de perfeccionarse continuamente, y eso lo hace más increíble. Los tiros libres son apenas un ejemplo. Y eso habla de un gen competitivo y un afán de superación constante. Pese a que ha recibido un sinfín de críticas totalmente injustas para un tipo que le ha dado tanto al fútbol mundial, ver a Messi en la cancha ha sido siempre una delicia. Un tipo capaz de hacer cosas diferentes en el espacio de una baldosa.
–Cuando Messi ya no juegue, ¿qué pasará?
–Extrañarlo servirá para que algunos terminen de tomar dimensión. Ha dejado la bandera muy alta, tanta dentro como fuera de la cancha, siendo un tipo simple, humilde, conciliador, comprometido con su selección, con declaraciones correctas… En vez de criticarlo, sólo tendríamos que haberlo disfrutado. Siempre lo tendríamos que haber arropado mucho más porque es el estandarte argentino. Por muchos años se ha sido injusto con él, tan injusto como compararlo con Maradona. ¿Para qué? Tuvimos dos genios, y punto.
–Jugaste contra Ronaldo, Guardiola, Zidane, Luis Enrique, y contra Messi, Xavi, Iniesta, el Kun… Has sido una especie de enlace generacional.
–Nombraste a monstruos, a genios… Me enfrenté al Real Madrid de los ‘Galácticos’, que eran bestias de la pelota, y también a la siguiente generación, los que aparecían para marca una época, los Xavi, Iniesta, Busquets, Villa… que dejaron una huella para España. Unos y otros demostraban que se podían hacer cosas prácticamente imposibles con la pelota.
–¿Sufrías al enfrentarlos o, desde algún lugar, podías disfrutar?
–Sufría, por supuesto que sufría, pero tu gen competitivo te llevaba a intentar superarte; incluso, más de lo que vos mismo podías creer, para sacar el partido adelante. Y sólo así, tal vez, alguna vez podías ganarles. Ahora, es cierto, se han igualado los equipos para peor. Creo que el apartado físico, y el táctico, y otros factores que satelitan a los equipos, permiten sacar adelante esos partidos en campos donde antes era prácticamente imposible ganar. Siempre pongo el foco en la Champions, la mejor competición continental, y si te fijás, podés ir al City, o a visitar al Bayern, o al Liverpool… y competir contra ellos. Traerte resultados que antes no te traías porque ahora la táctica y el físico te lo permiten. Hasta que aparece el talento, que sigue siendo la auténtica llave para desequilibrar. Y al talento hay que mejorarlo, porque es el que verdaderamente marca la diferencia. Con lo demás se reducen las distancias, te ponés en competencia. Pero es sólo el talento el que desnivela realmente.
–¿Y cómo se mejora el talento?
–Es difícil, muy difícil. Por supuesto que se nace, pero hay matices, detalles… vuelvo a Messi y los tiros libres. Messi es el ejemplo del talento mejorado. Pero la clave siempre estará en el fútbol base, a ellos hay que rodearlos de herramientas. Pero ojo, a partir de determina edad, antes hay que dejar que se diviertan cometiendo errores. Porque si vos no cometés errores siendo pequeño, no vas a saber nunca lo que está bien y lo que está mal.
–¿En tus escuelitas de fútbol en Madrid les explicás a los chicos que el error enseña?
–No hay que esconderles que el error trae sus consecuencias, pero hay que dejar que se equivoquen. Si no se equivocan, no van a aprender. Me gusta el diálogo constante con los profesores de la escuela, el SEK Ciudalcampo, donde tenemos a casi 300 niños de 5 a 16 años. El primer desafío es que el niño sea feliz jugando al fútbol. ¿Y qué significa eso? Que quiera ir a entrenar, a jugar y a competir, más allá del resultado. Que pueda divertirse jugando.
–¿Qué descubriste cuando te asomaste al mundo de los medios?
–Para empezar, no soy periodista. Yo sólo analizo lo que sucede en el campo, desde mi experiencia como exfutbolista. Me gusta, me gusta mucho hacerlo, con la mayor claridad que esté a mi alcance para ayudar al aficionado. Debo ser conciso.
–¿Cómo analizás el vínculo actual entre los futbolistas y los medios?
–Son los tiempos de hoy, es otra manera de comunicarse. Hay que respetarla y adaptarse. En nuestra época había 10 periodistas y ahora hay 100; había dos TV y ahora hay 20 que televisan los encuentros. Esta tendencia se ha ido acentuando a partir de un crecimiento tecnológico y hay que respetarla. Y entenderla para convivir con el canal de YouTube que puede tener un jugador, o la afición por el Twich, o Instagram o Twitter. Todos debemos adaptarnos. Las redes han potenciado mucho el tema de la comunicación, interactuar con la gente, interactuar con el futbolista, conocer mucho más en profundidad al futbolista. Hay una relación mucho más estrecha y de mayor exposición también. Para algunas cosas es muy bueno y para otras no tanto. Hay que medir y creo que el secreto es el equilibrio.
–¿Ustedes eran más discretos?
–No lo sé, en nuestra época el teléfono móvil sólo servía para llamar. Y ahora los usamos como cámara de foto, para leer el periódico, para hablar, para mandar mensajes, para pagar en un negocio, para hacer una transferencia bancaria, para subirte a un avión, para llevar tu DNI… No sé qué hubiese sucedido con nosotros, no carguemos de culpa a esta generación.
Marcelo Gallardo fue al Mundial 2002. Llevó el 20 en la espalda y no participó de ningún partido. Gustavo López también estuvo en esa Copa del Mundo en Japón, con el 17 en la espalda, pero tampoco jugó en el fugaz recorrido de la selección. Antes, habían compartido la medalla plateada en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y la decepción de la Copa América 97. Se movían por posiciones similares; el ‘Muñeco’ más cerebral, el ‘Cuervo’ más gambeteador. Estuvieron muchos años juntos, entre Passarella y Bielsa. ¿En quién se transformó Gallardo, sospechaba de este entrenador? “Me encanta Marcelo como entrenador; lo que ha hecho con este River es fantástico. Le ha dado estabilidad, promocionó jugadores, revalorizó a cada futbolista que tocó, y le dio una salud económica muy importante al club…, y eso habla a las claras de que es un entrenador top. Es brillante”.
López abunda en detalles para sostener su argumentación. Y espía el futuro de Gallardo…, con un deseo que no disimula. “Por su idea, por su forma de entender el fútbol, por lo intervencionista que es durante los partidos para encontrar soluciones… Es muy difícil sorprender al River de Gallardo, pero el River de Gallardo, sí nos tiene acostumbrados a sorprender a los rivales. A todos, en realidad. A qué club de Europa podrá venir no lo sé, lo único que deseo es que venga pronto porque tiene mucho para regalarnos. Tiene las ideas muy claras y un mensaje muy fino. Ojalá que lo pueda ver pronto por acá”, señala.
–Cuando mirás el torneo argentino, ¿qué ves?
–Sigue siendo una liga súper competitiva, una liga que sigue sacando futbolistas importantes, y cuando se trabaja en las inferiores, los resultados aparecen. El fútbol argentino debe volver a recostarse en esas raíces de mi época, por ejemplo, cuando cada club tenía seis o siete jugadores de sus inferiores. Para que un equipo tenga identidad, vos tenés que demostrarles a los jugadores, desde abajo, qué representa esa camiseta. A mí, en Independiente, desde muy pequeño me enseñaron quién era Saggioratto, quién era Bernao, quién era el ‘Petiso’ Mura, quién era Bochini, quién era Bertoni, Barberón, Marangoni… nos mostraban los vestuarios para que soñemos con algún día poder estar ahí. Creo que eso se está perdiendo en algunos equipos, y el fútbol argentino no debe apartarse de ahí. Por ejemplo, leo y escucho a Pablito Aimar con la naturalidad y el sentido amateur que les habla a los chicos y me parece fantástico. Hay que volver a eso. El fútbol argentino sigue siendo competitivo, pero con ese espíritu debe hacer mucho más hincapié en la base.
–Cuando te preguntan por Julián Álvarez en Europa, ¿Qué resumen hacés de él?
–Me parece un jugador importantísimo, muy inteligente tácticamente, con muy buenos desmarques. Se mueve muy bien, define rapidísimo, es muy bueno en el uno contra uno. Me gusta mucho.
–¿Cómo ves que jugadores de tu generación hayan elegido la gestión dirigencial, como Verón o Riquelme?
–He visto que le pegan un poco a Riquelme en la Argentina…, y me gustaría mandarle mucho ánimo. Es un tipo muy valioso para el fútbol; todos los que fueron futbolista son importantes dentro de una institución. Tener a Román, al ‘Mosquito’ Cascini, que fue compañero mío en Independiente, al ‘Chelo’ Delgado, que fue mi compañero en la selección…, es contar con gente que le hace muy bien a un club, a sus inferiores.
–¿Y su formación? Porque ocupar funciones por el recuerdo de quienes fueron no garantiza nada.
–Yo digo que te podés ir formando desde el trabajo… Para mí, la perspectiva que pueden ofrecer Sebastián [Verón], Pupi en Inter, Diego [Milito] cuando se acercó a Racing es muy muy interesante. Hay que aprovecharlos. Es más, yo propondría que a partir de determinada edad, los clubes se ocupen de preparar al jugador en la antesala de su retiro. Como en el final del secundario te ayudan a tomar decisiones con relación a tu futuro universitario. Creo en el valor de la experiencia de aquellos que vivieron el fútbol desde adentro; no sé si desde la conducción de una institución, la presidencia o una gestión integral, sino desde un consejo de fútbol para ayudar a la gente que haya ganado en las elecciones. Si a un chico de las inferiores llega y les habla Riquelme, creo que el poder de ese mensaje es buenísimo. A eso me refiero como primer paso, como una manera de integrar y valor la voz de aquellos que fueron referentes. Después, de la mano de la capacitación, aquel con aptitudes y vocación, puede llegar a conducir al club, como se fue construyendo el Beto Alfaro Moreno en Barcelona de Ecuador.
–¿Tenés planes en la Argentina? ¿Comentar por TV, abrir una escuelita, dirigir en Primera…?
–El Cholo dice que es partido a partido, ¿no? Bueno, yo digo que la vida es el día a día. No hay más, no puedo pensar más allá de lo que estoy haciendo hoy porque mañana todavía no existe. Fijate la terrible pandemia que nos esperaba cuando nadie se la imaginaba, y se llevó por delante a un montón de amigos. Y de golpe, aparece esta guerra… Hay que vivir el día a día, disfrutemos del hoy. Lo que sí tengo claro es que estoy abierto a muchas posibilidades en el futuro, pero elijo vivir el presente.
–Incluso, ser entrenador…
–Sí, incluso ser entrenador, sí. Tengo el título, así que en algún momento daremos el paso. No es ahora. Yo en la vida no descarto absolutamente nada. Mientras, disfruto de lo que hago; el futbol es mi vida desde los 5 años. El destino ya marcará la ruta.