El espacio Último Jueves, auspiciado por la revista Temas, celebró este 24 de febrero sus dos décadas de existencia poniendo a debate la relación entre políticos y científicos, un asunto de notoria actualidad en la visión socio-económica y cultural que se proyecta Cuba.
Para expresar sus opiniones fueron convocados Jennifer Bello, Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular y especialista de la empresa Cinesoft y el doctor Carlos Rodríguez Castellanos, Vicepresidente de la Academia de Ciencias de Cuba y profesor de Física de la Universidad de la Habana.
También el doctor José Ramón Acosta, médico y filósofo, Vicepresidente de la Red Latinoamericana de Bioética de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco); el doctor Reudenys Salas, pedagogo y Primer Secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en Guantánamo; y el doctor Ricardo J. Machado, sociólogo, experto en temas de relación de ciencia y política.
Los panelistas abordaron el tema desde tres perspectivas, enunciadas en forma de preguntas: ¿Cuáles son los roles del político y del científico; qué problemas surgen en las relaciones entre ellos; y en qué medida el diálogo, el debate y la cooperación entre ambos puede contribuir al desarrollo social?
Sobre la primera interrogante, el consenso entre los panelistas fue que el contexto económico, político y social determina la apreciación o conceptualización de político y científico y, por tanto, de cuáles son sus roles. No obstante, ubicaron a los primeros en el ámbito de la obtención y gestión de poder y a los segundos en la obtención y producción del conocimiento científico.
Particularizando en el caso de Cuba, los expertos se refirieron a que el político debe representar los intereses, deseos y aspiraciones del pueblo, en tanto el científico también debe estar motivado por su compromiso social.
Sobre las diferencias entre político y funcionario y entre científico e intelectual, dos ideas sintetizaron los conceptos generales expuestos: por un lado, al decir del Dr. Carlos Rodríguez, “algunos ejemplos en la historia muestran al científico más cerca de la tecnocracia y más involucrado en el método de estudio del problema, realización del diagnóstico, generación de explicaciones y formulación de recomendaciones. Otros intelectuales, como los artistas y literatos, llevan ventaja en captar el alma y el espíritu de las sociedades”.
Por el otro, “la diferencia entre político y funcionario está en el nivel de las decisiones. El político toma decisiones estratégicas y el funcionario está en el nivel de cumplimiento, de implementación de las políticas”, según expresó el doctor José Ramón Acosta.
Los criterios sobre las relaciones entre quienes ejercen la política y quienes hacen ciencia redundaron en valor de la Ética como denominador común en la comunicación entre ambos. “El político debe entender que el mejor ejercicio de sus funciones está determinado por el uso del conocimiento científico, debe entender que necesita de la ciencia”, dijo Jennifer Bello, mientras el doctor Reudenys Salas, consideró que un ejemplo de ello es “el Sistema de Gestión de Gobierno basado en Ciencia, Tecnología e Innovación que ha hecho suyo e impulsa el Presidente de la República”.
Otro tema que suscitó análisis fue el relacionado con la apreciación de las ciencias naturales y técnicas frente a las sociales. “Muchos de nuestros políticos y científicos se mueven en el paradigma epistemológico clásico, que postula que existen ciencias duras y ciencias blandas, y que las respuestas las deben dar las ciencias duras. Así, consideran a las sociales como recursos de explicación de lo que ya pasó y no como pilares de diseño e implementación de políticas”, valoró el doctor José Ramón Acosta.
El doctor Rodríguez Castellanos acotó que “la relación entre políticos y científicos es compleja” y aún más en el campo de las ciencias sociales que en el de las naturales y técnicas. “Eso es porque es difícil que un político acepte que sabe de Física. Sobre ese tema pregunta, se asesora, pero si se trata, por ejemplo, de Economía, no es igual”.
“Hay una mirada más evidente a las ciencias naturales y técnicas en el ejercicio del poder — valoró Jennifer Bello — y la pandemia ha sido un ejemplo. Las ciencias sociales han representado una incógnita, pero hay un renacer en su atención por parte de los políticos, porque, en definitiva, las ciencias sociales estudian el ejercicio de los políticos”.
El análisis de la tercera interrogante estuvo matizado por la importancia que todos los analistas apreciaron para la comunicación entre políticos y científicos. “La ciencia no puede ser neutral y, en tal sentido, necesita de la participación de todos los que están interesados en ella. En esa colaboración es necesaria la empatía, es decir que cada uno de los actores sea capaz de ubicarse en el lugar del otro. Que se pueda favorecer el diálogo”, valoró el doctor Salas.
Sin embargo, no es un asunto exento de puntos grises. Al decir del doctor Acosta, “en la formación de los científicos falta transdisciplinariedad. Quizás esa falta de sensibilidad por muchos de los problemas que la sociedad está planteando que existen en el nivel político (algo en lo que las ciencias tienen que apoyar), estriba ahí, en esa falta de enfoque de un mismo problema desde varios puntos de vista.
“El debate científico — continuó Acosta — tiene que permear más el análisis político. Se debe basar la toma de decisiones en el conocimiento generado a través del método científico y escuchar opiniones contrapuestas. Eso, además, hay que llevarlo al nivel de la decisión política. Por ejemplo, cuando se evaluó la normativa para instrumentar los cultivos transgénicos en Cuba, ninguno de los científicos que habíamos puesto objeciones fuimos invitados a los debates. Si uno crea un escenario de aprobación, no hay apego a la voluntad de actuar en consonancia con la evidencia científica o, al menos, de escuchar las opiniones científicas”.
El énfasis en la educación cerró los debates, en la voz de Jennifer Bello: “Hay que seguir insistiendo en educar para la ciencia. Puede estar en los programas de estudio, pero no ha sido suficiente. El tema del nivel cultural de los políticos y científicos pasa por una mirada a la educación.
“Si educamos para que el conocimiento científico sea apreciado desde una óptica multidisciplinaria, vamos a tener políticos con una mejor capacidad de leer la realidad y científicos capaces de asumir otros ejercicios, como es el caso del liderazgo”.
El espacio Último Jueves vio la luz en febrero de 2002. Con más de 200 ediciones, tiene por objetivo es estimular la reflexión crítica y la diversidad de perspectivas sobre temas específicos. También examinar problemas de la actualidad, de carácter cultural, social e ideológico que tienen una influencia en la situación de Cuba y el mundo, y facilitar la discusión ágil y flexible.