Carlos Salazar (Monterrey, 70 años) ha tenido durante los últimos tres años uno de los trabajos más difíciles de México. Como presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la mayor patronal del país, ha tenido que navegar las tensiones de la primera mitad del sexenio lopezobradorista. A ratos, cuando anunciaban paquetes de inversión, brillaba la sintonía con el Gobierno. En otras ocasiones, como con la débil respuesta gubernamental a la crisis económica, la relación ha lucido prácticamente rota. Aunque termina su mandato este miércoles, Salazar no esperó que pasara ni un día después de una comida protocolaria con el presidente Andrés Manuel López Obrador la semana pasada para volverse a Monterrey, su ciudad. “El paraíso”, la llama el empresario, que ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en Femsa, uno de los estandartes empresariales del norte del país.
Lejos de las intrigas de Palacio Nacional, el empresario vuelve a sus negocios y, en entrevista telefónica con EL PAÍS, repasa estos tres años marcados por la crisis y el polémico giro en política energética para limitar la participación privada. Mirando al futuro, Salazar se muestra optimista y confía en que México pueda salir de su largo estancamiento económico. Eso sí, enfatiza que para ello es necesario que el Gobierno “respete las leyes” para atraer la inversión.
Pregunta. ¿Cómo fue la despedida con el presidente? ¿Se regalaron algo?
Respuesta. Mira, el presidente me hizo a mí una invitación a comer hace cosa de tres semanas. La comida fue muy agradable. El presidente fue muy claro en decir que, usando sus palabras, no todo fue miel sobre hojuelas en la relación conmigo y que tuvimos momentos de mucha tensión, de disputas que fueron públicas, pero que al final siempre prevaleció el interés del país.
P. ¿Qué momento recuerda como el más difícil en estos tres años?
R. Yo tuve esa situación en donde a veces la relación era tan buena que yo entraba y salía del Palacio Nacional casi todas las semanas. Después tuve situaciones en donde fui alejado totalmente de tener un contacto con el presidente y hubo una tercera fase, donde otra vez volví a tener la posibilidad del diálogo, que es lo más importante. Tú puedes tener diferencias, pero lo importante es que haya comunicación. Yo creo que los momentos más complejos fueron cuando inicia la pandemia y que tuvimos una clara diferencia en la forma en que debíamos responder.
P. ¿Se refiere a la falta de apoyos?
R. El manejo que se debía tener hacia las empresas pequeñas y la forma en que se debían de tratar ciertos apoyos económicos, directamente a las familias que estaban más desprotegidas. Cosas que en casi todas las economías se implementaron y que nosotros desafortunadamente no tuvimos. Durante ese periodo, hubo un momento en que prácticamente no entraba a Palacio Nacional.
P. ¿Cuánto duró esa fase de alejamiento?
R. Diría que unos cuatro o cinco meses más o menos. No hubo contacto. Yo le mandé varias cartas, pero no hubo contacto. Pero después otra vez lo recuperamos y hemos estado con una relación, yo diría, muy respetuosa en toda esta última etapa que culmina con esa comida de agradecimiento a mi persona. Y bueno, también aprovechamos ese día para seguir dejando claro donde tenemos todavía diferencias como en el tema eléctrico.
P. ¿Cómo mantener una relación respetuosa ante una reforma como la eléctrica, muy criticada por el sector privado?
R. Se puede siempre y cuando se mantenga la civilidad. Yo reconozco que en esto no tenemos coincidencia. Yo tengo una visión para México distinta en el tema eléctrico y lo interesante es que estamos platicando aún teniendo diferencias. El mismo presidente, usando otra de sus palabras, dijo que había que quitarle las aristas al problema, o sea en una actitud para que podamos encontrarle soluciones.
P. ¿Qué aristas son esas en las que se podría acercar posiciones?
R. Yo participé hace 15 días en el Parlamento abierto. Estuve durante cinco horas debatiendo con los diputados, exponiendo mis puntos de vista y yo creo que hay un punto de inflexión en todo esto. Y el punto de inflexión es que hoy se habla de que esta iniciativa requiere en el Poder Legislativo cambios importantes. Todavía no encontramos claridad en la profundidad de los cambios, pero ya no se habla de que no se le cambie un punto ni una coma.
P. ¿No cree que el sector privado está perdiendo la batalla de la narrativa?
R. Todo lo contrario. Yo creo que las gentes que pensamos que la iniciativa requiere cambios cada vez somos más fuertes.
P. ¿Qué tiene que cambiar para que esta reforma sea apoyada por el sector privado?
R. Nadie quiere que una empresa pública como la Comisión Federal de Electricidad esté quebrada. Todos queremos una CFE fuerte. Las leyes mexicanas le dan el monopolio tanto de la transmisión como de la distribución, que son las actividades más rentables en esta industria. De hecho, si ve los números actuales de la Comisión Federal, pierde en la generación eléctrica pero gana dinero en la transmisión y en la distribución. Es inaudito que se quiera quitar al privado de la generación, que es el que te ahorra inversiones, que te trae tecnología nueva y el que de alguna manera hace que tu costo de generar electricidad sea más económico. Todo esto se traduce en un problema al final de precios y tarifas.
P. El Gobierno ha denunciado que el sistema actual favorece a las empresas pero cuesta dinero a la CFE.
R. Si el argumento es que el costo de transmitir la electricidad que pagan los privados es muy bajo, sentémonos en una mesa a ponernos de acuerdo en cuál debe ser ese costo. No necesitamos cambiar las leyes y mucho menos la Constitución. Si el problema es que hay contratos que llamamos de autoabasto y que le han quitado mercado a la generación eléctrica por parte de la Comisión Federal, digamos que estos contratos vayan al mercado abierto y que ellos encuentren a sus clientes y que el cliente obtenga el mejor precio y las mejores condiciones. Todas esas cosas son negociables.
P. Sin embargo, Morena dice que no es negociable dar el 54% de la generación a la CFE y el 46% para la iniciativa privada. ¿Cree que incluso eso se puede modificar?
R. Yo soy optimista que incluso eso se pueda negociar. Todo debería de ser negociable. Aún y cuando se dijera que es 54% y 46%, hay suficiente lugar para que se mantengan las inversiones privadas, para que sigan fluyendo.
P. Si se aprueba como está, ¿qué efecto tendría eso sobre la confianza inversora?
R. Si se aprueba como está y no prevalecen los contratos establecidos, estaríamos en situaciones que no protegen la necesidad de respeto a la legalidad que tiene cualquier comunidad. Yo creo que todos le pondríamos sal a la situación. Se podría decir ‘¡Ay Chihuahua! ¿Qué está pasando?’. Entre paréntesis, no creo que vaya a suceder eso, que se apruebe como está.
P. En el Parlamento abierto ha habido una escasa presencia de empresas energéticas. ¿Cree que ha sido un error no participar?
R. Han estado representadas todas y cada una de ellas por sus asociaciones. Lo importante son los argumentos. Si tú lo que quieres es llevar al funcionario o al inversor de la empresa, creo que lo que estás haciendo es querer poner ahí en el podio a alguien al que le puedas tirar argumentos y tomatazos y eso no es correcto.
P. El presidente hace poco acusó a las empresas españolas de saquear el país y dijo que se tenían que pausar las relaciones. ¿Qué opina?
R. Yo creo que esas cosas tienen que ponerse en un contexto político. Yo no lo tomaría literal, como no se han tenido que tomar literales muchísimos comentarios que se han hecho. Cuando se habla de una pausa, nosotros estamos enormemente relacionados con España culturalmente e ideológicamente, familiarmente, de tal manera que me parece que esto no se puede dar en la realidad.
P. ¿Cuáles son los principales desafíos para la recuperación económica? Los últimos datos muestran un frenazo.
R. México tiene una posición envidiable. Nuestro tratado con Estados Unidos y Canadá se ha ratificado. Nos estamos convirtiendo en una máquina de manufactura. Podemos crecer enormemente porque se están modificando las cadenas de valor. Las empresas no quieren depender de estructuras logísticas tan complicadas como venir desde China o desde Asia hacia los Estados Unidos. Estados Unidos también está cada vez más interesado en que la región de Norteamérica tenga una posición más importante. Nosotros creemos que las inversiones van a empezar a fluir y en la medida en que estas inversiones crezcan, vamos a ver tasas de crecimiento mucho mejores que las que hemos alcanzado en el pasado.
P. ¿Qué debería hacer el Gobierno distinto para lograrlo?
R. Promover la inversión, respetar las leyes, dar certidumbre a cualquiera que quiera invertir en nuestras tierras y aplicar la ley con claridad.
P. ¿No lo ha hecho hasta ahora?
R. Bueno, yo creo que tenemos situaciones muy claras en donde el respeto a la legalidad ha sido de las problemáticas que se tiene en casi toda América Latina.
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