El “Mick Jagger de la arquitectura”. Así se refirió el intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, al arquitecto y escritor neerlandés Rem Koolhaas, después de que anunciaran que el estudio del arquitecto/estrella de rock diseñará un plan maestro para la costa de La heroica, a la que comparó con una “pintura de Picasso” o “una película con Al Pacino o Tom Hanks”. ¿Pero quién es, despojado de la grandilocuencia de las referencias pop, Rem Koolhaas?
Remment Lucas Koolhaas nació el 17 de noviembre de 1944 en Rotterdam, una ciudad de los Países Bajos devastada por los efectos de la guerra. Hijo del periodista y escritor Anthoine Koolhaas y nieto del arquitecto Teunis Koolhaas, parecería que su destino estaba signado por sus antepasados.
Después de pasar los últimos cuatro años de su infancia en Indonesia y regresar a Holanda, se dedicó al periodismo y especialmente a una de sus pasiones: el cine. Trabajó en el Haagse Post en La Haya, donde entrevistó a Federico Fellini, y llegó a primera plana, y poco después publicó otra conversación con Le Corbusier. “Empecé mi vida profesional como periodista y en cierta manera lo sigo siendo. De aquellos años me quedó un interés extraordinario por la realidad, por lo que existe, por lo que tenemos alrededor. La realidad práctica suele tomar primero forma en un concepto. A modo de apuesta. La arquitectura exige riesgo y no sólo está relacionada con la belleza”, dijo en una entrevista con la revista Papel de El Mundo.
Pero después llevó su escritura de la rotativa a la pantalla grande probando suerte como guionista de cine y miembro del 1,2,3 Group. Produjeron el cortometraje 1,2,3 Rhapsody en 1965 y en 1969, Koolhaas participó de su primer largometraje, The White Slave.
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A sus 24 años pasó a guionar ciudades. Se mudó a Londres y estudió en la Architectural Association, una de las escuelas de arquitectura más prestigiosas del mundo, que ha formado profesionales que influenciaron la industria como la arquitecta Zaha Hadid.
Para seguir con la comparación, como Jagger, Koolhaas es un agitador por naturaleza. Un rupturista. Desde su juventud cuestionó las bases tradicionales de la belleza y se empeñó en desentrañar los vínculos entre la arquitectura y la cultura.
Su primer libro, Delirio de Nueva York, es un “manifiesto retroactivo” fruto de su paso por la denostada Nueva York de los años 70. Una interpretación de la teoría que subyace al desarrollo de Manhattan, una metrópolis que había sido subestimada. Allí estudia por primera vez las relaciones entre la ciudad, la arquitectura que allí se puede producir y, como contracara, la cultura que el diseño urbano puede generar. Se concentró en el fenómeno de los rascacielos neoyorkinos y su multifuncionalidad asociada a lo que llamó la “cultura de la congestión”. Era una ciudad en vertical que exhumaba su personalidad en la cima, en edificios como el Crystler o el Rockefeller.
“Delirious New York fue muy referencial porque ponía sobre la mesa una dimensión de la ciudad que nadie había visto”, explica el decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, Marcelo Danza. Koolhaas, señala el especialista, señaló la revolución arquitectónica y urbanística de la ciudad, pero no como la describieron desde la academia los principales teóricos: “es una revolución gestada en el pragmatismo, en el delirio y la ambición humana”. La ambición de la altura y de representar la congestión de la metrópolis.
En su regreso a Europa en 1975, fundó la Office for Metropolitan Architecture (OMA), junto con Elia y Zoe Zenghelis y Madelon Vriesendorp, que actualmente tiene oficinas en Europa, América del Norte, Asia y Oceanía. Años más tarde crea su versión especular: AMO, dedicada a la investigación.
“Hizo una serie de proyectos en una primera etapa y ahí fue dónde empezó su fama. Pero claro, era muy joven y la ciudad siguió evolucionando y él también. Una de las cosas que tuvo muy singular fue que a lo largo del tiempo fue renovando ideas y visiones”, destaca Danza.
Koolhaas se convirtió en un “filósofo”, en palabras del jurado que le entregó en el 2000 el premio Pritzker de Arquitectura. “Una ciudad no sólo son los edificios, sobre todo es la vida: la vida en sus calles, en sus parques, en su transporte público. Y eso es también la política, comprender el espacio común y el sitio del otro. A mí me interesa en este sentido la arquitectura crítica, la que invita a cuestionar lo evidente. La que cuestiona. La que arriesga. Desde OMA mantenemos un extremo compromiso con la realidad, pero somos conscientes de que hay muchas realidades conviviendo a la vez en un mismo espacio y nos gusta analizar hasta el más pequeño de los detalles, la más ínfima de las preguntas y la más compleja de las ambiciones. De ahí sale nuestro trabajo. Buscamos respuestas distintas para los diferentes contextos”, declaró en la entrevista con el medio español.
La disección de las ciudades lo llevó a publicar sus ideas en libros tan provocadores como glorificados. “Fue descubriendo episodios de estos tipos, donde pasaban cosas singulares e interesantes que no surgían tanto de una teoría previa sino que surgían de entender lo que estaba ocurriendo en la sociedad, la economía, en el momento, y viendo cuáles eran los espacios que se generaban ahí para una nueva arquitectura y un nuevo urbanismo”, dice Danza. Publicó libros como Mutaciones, Project Japan, S,M,LyXL y Elements que se convirtieron en una influencia universal.
“Sin dudas fue el arquitecto más importante de la segunda mitad del siglo XX y un poco de lo que va del siglo XXI”, sostiene Danza. “Tuvo la capacidad de, a partir de sus propuestas teóricas, de sus textos y de sus obras, cuestionar todo lo que había sido el desarrollo de la arquitectura en la primera mitad del siglo XX sobre todo, y proponer otra cosa. Fue pionero en un cambio de paradigma respecto a la interpretación de la ciudad sobre todo y también en parte de la arquitectura”.
La Casa da Música de Oporto, Portugal
La sede de la Televisión Central de China, en Pekín
La Biblioteca de Seattle, en Estados Unidos
La Maison à Bordeaux, en Burdeos
Koolhaas continúa avanzando en esa línea de incomodar lo que era estable. Así también genera muchos detractores. “Muchos admiradores, en especial los jóvenes y estudiantes, con un discurso mucho más fresco y muy convocante, y muchos detractores que en general estaban vinculados a una línea más conservadora de la arquitectura y la ciudad. Entiende que el urbanista, lo dijo en sus primera etapas, es un artista de las energías que se generan en la propia ciudad, el arte de entender esos vientos y esas olas para lograr canalizar los cambios urbanos”, señala el decano de la FADU.
“Es alguien que permanentemente en paralelo a la parte practica de la arquitectura tiene una usina de pensamiento y de reflexión alrededor de lo que es el impacto de la disciplina y las ciudades”, destaca la arquitecta Gabriela Pallares, que señala sus estudios sobre el impacto de la expansión de las ciudades y el efecto que tiene en las zonas rurales periféricas. “Ha editado libros de referencia para lo que es la generación nuestra de arquitectura. Es un material de reflexión sobre un montón de temas vinculados a la arquitectura y son como una muestra de la conciencia del poder que tiene esta o la planificación urbana en el comportamiento de las ciudades y de la gente que se mueve en ellas”, sostiene.
Ahora Rem Koolhaas está mirando para el otro lado. A los 75 años encontró un nuevo interés de espaldas a aquello que impulsó su carrera: las urbanizaciones. Si bien la primera parte de su trayecto profesional fue casi “un proceso de apología a la urbanización”, considera Danza, hay un enriquecimiento del discurso cuando también empieza a prestarle más atención a algo que en estos más de 40 años de carrera no había puesto todavía sobre la mesa de disección: el campo.
“Quizás inclusive aceptar el encargo para Paysandú tenga que ver con estos espacios de interés que va desarrollando hoy”, dice el arquitecto.
En Countryside, the future, Koolhaas empieza a prestar una renovada atención a la vida rural y el futuro del campo, mostrando la complejidad del territorio rural. “Estoy interesado en el campo ahora por la misma razón por la que estaba prestando atención a Nueva York en los años 70”, dijo Koolhaas en entrevista con The Guardian. “Porque nadie más estaba mirando”, agregó.
Gimme Shelter, Paysandú
El gobierno departamental de Paysandú contrató de forma directa a OMA para encargarle la realización de un master plan para el área costera de la ciudad, en una extensión de 350 hectáreas desde el Puente Internacional José Artigas hasta la desembocadura del Arroyo Sacra. Según informó Búsqueda, que adelantó la noticia de la contratación del arquitecto estrella –aunque probablemente él no estaría de acuerdo con el término–, el costo de la contratación ronda el millón de dólares y tendrá un plazo de seis meses.
“Un masterplan tiene que hacer dos cosas: pensar cómo se puede orquestar el futuro, pero también proteger lo que ya está ahí”, dijo el arquitecto desde su oficina en Rotterdam en la presentación del proyecto, y señaló que hasta ahora no habían trabajado “realmente” en Sudamérica, que es “una de las partes del mundo favoritas” del urbanista. Sin embargo, en 2013 OMA realizó un plan maestro para la ciudad de Bogotá. En ese plan, de todos modos, no lo encabezó Koolhaas sino Shohei Shigematsu.
Según Pallares, la elección del arquitecto “es la garantía de una mirada global, no contaminada por cuestiones locales, una mirada fresca sobre el tema de pensar la relación de esa banda costera con respecto a Argentina, a la propia ciudad, a ecosistemas y los programas que se desarrollen allí”. Además, destacó que un master plan como el que se le solicitó al urbanista holandés “no es un ejercicio de todos los días para el 99% de los estudios de arquitectura locales”, y aseguró que el proyecto deberá tener una contraparte de profesionales uruguayos para poder lograr que esa maquinaria se mueva.
“Creo que, como en todo, tienen que coincidir muchas cosas. Entre otras cosas tiene que coincidir el interés del propio arquitecto, que no es ni por un tema económico, ni por un tema de fama, ni por lo que a esta altura de su carrera le vaya a generar elegir este encargo. Encargos tiene muchos en todos lados. Probablemente le interesa para su reflexión y su visión. Insisto que ha sido una persona que ha reflexionado a nivel global. Dentro de eso, creo que Sudamérica era un espacio latente para completar una visión más global“, sostuvo Danza.
Ahora, ¿qué impacto podría tener la llegada de una firma como la de Koolhaas en Uruguay? No hay que pensarlo como “me pego al famoso y tengo éxito”, advierte Pallares. “Que Koolhaas aterrice no le va a dar valor a la ciudad por sí solo, no es un voucher que comprás y te da valor automático. Hay que generar ese valor en la gestión primero, y después visibilizarla con ese tipo de construcciones que se van a ir generando. Tomará valor el edificio de Koolhaas con los edificios de otras personas en medida que funcionen y se alineen con las necesidades de la ciudad y los estudios de mercados”, sostuvo.
Danza por su parte señaló que es usual que las principales ciudades y países convoquen firmas para sus plantas urbanas. “Además de tener obras de arquitectos locales, porque la ciudad la construyen cotidianamente los arquitectos locales, es frecuente que diferentes ciudades tengan además casi como piezas edificios singulares hechos por arquitectos singulares”, sostuvo. Danza consideró que en muchos casos esas decisiones forman parte de estrategias de desarrollo urbano.
Si bien en Uruguay no es usual que se contacten arquitectos y arquitectas del exterior, hay antecedentes de profesionales uruguayos que dejaron una marca en el paisaje nacional y que fueron “repatriados” para diseñar edificios icónicos. Es el caso, por ejemplo, de Carlos Ott, a quien se le solicitó hacer la Torre de Antel como un ancla de lo que sería el Plan Fénix, o el Aeropuerto de Montevideo que diseñó Rafael Viñoly. “Viñoly nos dio uno de los aeropuertos más lindos del mundo y la Torre de Antel hoy es referencia del perfil de skyline de Montevideo”, acota Danza.
“Koolhaas por el nivel que tiene también despierta pasiones, pero visto a la distancia son operaciones que las ciudades de cierto porte a veces usan como recurso para generar procesos de reconversión. Y para entrar al circuito de turismo calificado. Además de la propia obra, de la firma, del espacio, probablemente también hay que pensar algo que en su función también sea convocante, que sea una función pública convocante”.
Si bien se espera que un grupo de técnicos de OMA llegue a capital sanducera en los primeros días de marzo, no está confirmado que el propio Koolhaas pise tierras uruguayas, aunque dijo que se “asegurará de experimentar” nuestra “región” lo antes posible.
“El mundo real es esfuerzo y un gurú es una fantasía. Las palabras ‘guía’ y ‘gurú’ no me hacen sentir bien”, dijo en una entrevista con El País de Madrid. ¿Qué pensará de la comparación con Jagger?