Las máquinas están detenidas. Muchos de los trabajadores, sin empleo. Es setiembre del 2020 y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) le comunica a Eduardo Kopper que no renovará el contrato de compra de energía que mantenían con su planta hidroeléctrica desde el inicio de operación, en 1997. Aunque negocia con la institución estatal y Kopper ofrece bajar el costo de la energía, la respuesta es negativa.
La empresa Poás Energía, dueña de las plantas Poás I y II, se ve entonces atada de manos pues la legislación actual no permite a los generadores privados vender a otra distribuidora que no sea el ICE; tampoco se les permite exportarla o venderla a particulares.
Tras un periodo de incertidumbre y un recorte de personal por el parón súbito, un encuentro en Guanacaste semanas después disipa las dudas cuando alguien arroja luz sobre una nueva tendencia que podría ser la salvación de la hidroeléctrica.
“En momentos de desesperación de qué hacer con la energía, estábamos pensando en muchas ideas: poner cuartos de congelado, por ejemplo. Estábamos buscando qué consume mucha energía. En eso, en una conversación en Guanacaste, alguien me dijo: ‘minería digital’”, cuenta el empresario.
Ante la necesidad, la invención y el atrevimiento. La empresa contemplaba entonces una serie de opciones para mantenerse a flote, actividades que consumieran mucha energía, pero la minería digital ganó entre todas.
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Así empezó un proceso de indagación y aprendizaje que tuvo sus primeras pruebas con dos computadoras en la casa del empresario. El desconocimiento y escepticismo inicial dio paso a la decisión: embarcarse en la minería digital de criptomonedas con la instalación de un “granja” de servidores, alimentada por la energía limpia de sus plantas hidroeléctricas.
Dar ese paso implicó conocer el mercado de potenciales clientes. Prontamente, el empresario descubrió que en Costa Rica hay personas dedicada a la minería digital, incluso desde sus propias casas. En marzo del 2020, la empresa suscribió su primer contrato con unas decenas de máquinas.
El perfil del cliente se compone de características bastante concretas: la mayoría de los mineros son hombres menores de 35 años, entusiastas del mundo digital; personas digitalizadas. Lo que más sorprende a Kopper es que todos son costarricenses.
Pero no cualquier persona puede ingresar como cliente de la granja. La empresa revisa antes el récord judicial, en Interpol, y hace indagaciones con el fin de asegurarse de que el usuario no está envuelto en posibles actos delictivos. De lo contrario, la respuesta será negativa.
Con el pasar de los meses, Data Center CR ha logrado consolidar un modelo de negocio novedoso y en constante evolución. “Si hay alguien en Costa Rica haciendo minería, le está pagando la electricidad al ICE muy cara. Yo lo que le tengo que ofrecer es un alojamiento con electricidad más barata”, dedujo el empresario.
De esa forma, la empresa ha construido un servicio que incluye Internet, seguridad, alojamiento de la máquina, mantenimiento y el elemento clave: la energía limpia. Para ello, ambas partes firman un contrato de alquiler, como si se tratara de una casa. Se cobra un monto mensual con factura y pago del IVA. El cobro es por estante y depende del tamaño en centímetros cúbicos y la cantidad de energía que demande la máquina. El pago mensual promedio es de $200.
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Al lado del río Poás, las máquinas se alojan repartidas en cinco pequeños cuartos en fila, construidos con contenedores. Cada máquina está identificada con un código que está ligado al contrato específico. Desde afuera, se escucha un ruido constante que se incrementa al entrar en ellos, producto de los ventiladores independientes colocados para refrescar las computadoras, así como los de ellas mismas que expiden aire caliente.
Los compartimentos también evolucionaron. El primero con ventiladores en el suelo y estantes de hierro dio paso al uso de madera y con mejores características de diseño.
En una oficina al frente, un especialista en seguridad cibernética se dedica a vigilar el funcionamiento en el sitio, así como la temperatura y la humedad de los contenedores, pero también cada máquina se puede controlar desde la computadora del minero o incluso desde el celular.
El mismo Kopper posee 13 máquinas propias, cuyo funcionamiento puede examinar por medio de su teléfono móvil. En un día, por ejemplo, sus máquinas que se mantienen realizando cálculos y algoritmos permanentemente, produjeron 0,00174 de bitcóin, unos $66 al cambio actual (24 de febrero).
El sitio lo completa el cuarto de máquinas donde el agua llega del río Poás por medio de un canal y da vueltas al generador, donde fluye a un metro cúbico por segundo, con lo que se produce la energía los 365 días del año.
Agua, la clave para el minado de criptomonedas
El agua del río Poás es la base del ciclo que provee la energía para las 650 máquinas que se dedican al minado de
criptomonedas en la planta hidroeléctrica.
FUENTE: Eduardo Kopper. || INFOGRAFÍA
/ EL FINANCIERO.
El agua que sale se dirige por otro canal a la planta Poás II, ubicada río abajo, en la que se reutiliza el líquido y la energía que produce se consume igualmente en la zona de minado.
Aunque mantiene la conexión con el ICE en caso de emergencia, la planta mantiene un equilibrio entre lo que produce y consumo, de manera que se mantenga en iguales cantidades.
La minería implicó un proceso radical de reconversión del negocio. La empresa Poás Energía pasó de tener al ICE como único cliente, a tener cientos y convertirse en Data Center CR. A esta fecha cuentan con 650 máquinas. Una tercera planta ubicada en Bajos del Toro, igualmente propiedad de la empresa, se desconectó de la red en el 2021 y también irá dirigida al minado de criptomonedas.
Entre las tres plantas se producen tres megavatios (Mw), de los cuales la mitad se está utilizando actualmente en la minería; la otra mitad está sin uso.
También se volvió a contratar a todo el personal, más cinco personas extra. En total, 28 personas mantienen vivas las plantas hidroeléctricas y su nueva dinámica.
Uno de los trabajadores es Edwin Morales, quien es uno de los encargados de la reparación: configuración, cambios de fuente de poder, cambios de tarjeta madre, abanicos y otras tareas. Morales evalúa el periodo de aprendizaje que ha implicado la nueva nueva faceta.
“Hemos tenido que ir aprendiendo (…). Para mí es un crecimiento grande el aprendizaje. Es algo que en el país muy poca gente lo hace o lo entiende”, comentó.
Para Kopper, esta es una forma de “exportar” la energía, algo que se les prohíbe hacer por medio de la red convencional, pero que, en la práctica, se realiza con el uso de las nuevas tecnologías e Internet. Ahora, con seguridad, el empresario afirmó que no quiere venderle al ICE, pues se siente mejor en este nuevo negocio.
Aunque aún no recibe pagos en criptomonedas, aseguró que a futuro sí le interesaría. Lo que sí recibe son solicitudes de nuevos clientes potenciales todos los días, incluso internacionales.
“Todo este mundo digital que estaba disperso en el país lo sacamos a la luz (…). El hecho de que no sea regulado por la economía no quiere decir que no exista. Más bien lo que le toca al país es ver si la regula o no y cómo”, apuntó Kopper.
Las tres plantas de Poás Energía no fueron las únicas que quedaron varadas por la decisión del ICE de no renovar sus contratos. Entre el 2020 y 2021 se desconectaron otras cuatro y tres más se sumarán este año.
La situación proviene por la reconfiguración que hizo el ICE con el último Plan de Expansión de la Generación 2021, el documento que guía la planificación de la producción de energía a mediano y largo plazo y se actualiza cada dos años.
El ICE no renovará los contratos con los generadores privados que vencen hasta el 2024, inclusive.
La justificación es que los cambios en la demanda del país hacen innecesaria la energía proveniente de esas plantas, pues el sistema del Instituto está en capacidad suficiente para atender la demanda proyectada.
“Hay que hacer valoraciones para ver si al sistema y al país le conviene en términos técnicos y económicos la recontratación”, le dijo a EF Kenneth Lobo, director de Planificación y Sostenibilidad del ICE, en octubre del 2021.
Sin embargo, la recalibración del ICE ha ocasionado críticas en los generadores privados, más cuando el costo promedio es menor comparado con las plantas de la entidad estatal.
Según datos de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), en el 2019 el costo promedio de generación del Grupo ICE fue de cerca de ¢120 por kilovatio hora (Kwh), versus ¢49 de los privados.
“El ICE decidió que su objetivo es defender económicamente al ICE y no los intereses del país”, reclamó Kopper.
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Los generadores privados están en un periodo de incertidumbre ante la desaparición del ICE como cliente, pues tienen pocas opciones legales.
Una opción reside en la Asamblea Legislativa, donde se tramita el proyecto de ley 22.561 que abre la puerta a los generadores privados para exportar su energía al Mercado Eléctrico Regional de Centroamérica, pero sin avances significativos.
Esta realidad preocupa en la Asociación Costarricense de Productores de Energía (Acope). Su presidente, Mario Alvarado, aseguró que lo importante para la organización es colocar la energía para que las plantas salgan de su desconexión.
“Hay mucho minado que se hace pero con energía sucia. Aquí lo estamos haciendo con energía limpia: en medio del bosque, con agua del río que luego devolvemos al río”, contó Kopper, quien insistió en que Costa Rica tiene una oportunidad ante los ojos para entrar a la minería digital con energía limpia.
En el mundo hay otros planes hacia este objetivo. No muy lejos, en El Salvador, el presidente Nayib Bukele desea construir un megaproyecto de minería de bitcóin propulsada por la energía geotérmica del volcán Conchagua, en el este del país.
Países como Islandia también se han vuelto populares para esta actividad, por su clima frío, lo cual favorece a las máquinas que consumen grandes cantidades de energía y se sobrecalientan. Sin embargo, no siempre la energía usada proviene de fuentes renovables.
El potencial de Costa Rica está atrayendo también los ojos de inversores extranjeros. Kopper aseguró que ha tenido contactos recientes con un grupo de Israel.
En la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) confirmaron que la institución está trabajando en explorar vías de atracción de inversión extranjera en materia de financial technologies (fintech).
“Uno de los campos de acción se concentra en el almacenamiento y minería de datos que puede verse potenciado por nuestra matriz energética verde, así como la presencia de un sector de tecnologías digitales altamente consolidado en el país”, dijo la entidad.
También aseguraron que hay proyectos interesados en este tema que se mantienen en fases iniciales de acercamiento.
No obstante, el empresario hidroeléctrico comentó que un obstáculo es la indefinición regulatoria del país en materia de criptomonedas.
El Banco Central ha reiterado que mantiene una “vigilancia tolerante”, en la que no promueve pero tampoco restringe el uso de criptoactivos. Para Kopper, esa visión debería transformarse en “amigables al cripto” o crypto friendly, de manera que ofrezca certeza jurídica a inversionistas en un tema del que parece no haber marcha atrás.
“Creería que aquí lo que estamos haciendo es esperar la reacción que tomen los bancos centrales grandes: Estados Unidos, Europa… Me parece que es lo que toca hacer cuando nuestra economía es tan chiquita y depende de esas otras”, consideró Kopper.
Como sucede en otros casos, la regulación va detrás de los cambios tecnológicos, lo que reta a las autoridades en diversos ámbitos.
Otros países de la región como el mismo El Salvador, pero también Panamá o Colombia, han presentado propuestas de ley o mantienen un mercado dinámico en este campo.
El presidente de Acope reconoció que existe interés en este tema, puesto que la minería de criptomonedas es una alternativa al apagón para otras plantas privadas.
Alexánder Rojo, director de Gestión de Activos de Corporación Multi Inversión (CMI), dueña del proyecto eólico conocido como PESA, en Tilarán, afirmó que siguen evaluando diferentes opciones que permitan colocar en algún mercado la energía renovable que producen. Han planteado acciones al Poder Ejecutivo y Legislativo, aunque no mencionó la minería específicamente.
Si bien los generadores tienen prohibida la exportación o la venta de la energía, el autoconsumo no se considera un servicio público, sino que se limita a suplir las necesidades del propio generador.
“La energía generada que se está aprovechando para el alquiler de espacios para el minado de valores digitales califica como autoconsumo porque cumple todos los requisitos. La energía se está generando en la misma propiedad en la que se está aprovechando y no existe una población a la que esa energía esté sirviendo, porque su aprovechamiento está limitado a una propiedad privada”, explicó Mariela Hernández, socia especialista en derecho de la energía de Ecija Legal.
Mientras tanto, Data Center CR prepara algunas innovaciones. La empresa está haciendo pruebas de enfriamiento por inmersión, un método en el que las máquinas trabajan dentro de un líquido dieléctrico que no transmite electricidad, lo cual mejora la eficiencia y alarga la vida útil del equipo. A final de año esperan tener todo sumergido y reemplazar el enfriamiento por aire.
También proyecta un centro turístico donde los visitantes puedan conocer el embalse y recorrer los senderos de la propiedad, que cuenta con bosque y cafetales. Otro proyecto previsto es la construcción de un pequeño parque de energía solar.
Kopper augura una evolución en diversos ámbitos económicos a raíz de las transformaciones tecnológicas actuales dirigidas a consolidar la Web 3.0. En ese contexto, el rol de la energía será sostener a esas computadoras del mundo digital futuro.