Algunos de ustedes, amables lectores, habrán notado que este es un tema recurrente en mis artículos y he sacado varios párrafos de hace décadas. Pero, con la pandemia, aún vigente, los cambios profundos en diversos ámbitos y la situación económica, de inseguridad y política actual, no está por demás el volver a tratarlos. Sigo con mis sugerencias:
Lo que estudian los jóvenes actualmente y a lo que terminan dedicándose son dos cosas totalmente distintas. Podrá parecer un despilfarro de recursos tanto públicos como el de las familias, pero si estas nuevas generaciones aportan nuevos conceptos a la sociedad en general y a su familia, serán bienvenidas. Lo que no es aceptable son los zánganos y gente nociva que esperan que todo se le ponga enfrente sin ejercer el mínimo esfuerzo.
Este asunto de ser excesivamente generosos con nuestros hijos es como la ruleta. Unos ya no tienen remedio y posiblemente despilfarrarán fortunas y empresas que no pudieron cuidar por sí mismos. Otros aprovecharán su buena suerte y buscarán encontrar formas de ser productivos dentro o fuera de la empresa familiar y así mantener el patrimonio o acrecentarlo, pero, sobre todo dar buenos ejemplos a las siguientes generaciones.
Nada con extremos es bueno, así que una cultura y valores familiares firmes predicando con el ejemplo ayuda a que no se descarríen nuestros vástagos y lo demás es suerte.
Lo más importante es el que deben adaptarse a los cambios, ver oportunidades en nuevos campos, muchos de los cuales eran desconocidos en el pasado y, eso sí, mantenerse en constante capacitación y aprendizaje para estar preparados cuando se les presente esa oportunidad.
Hay que reconocer que estamos inmersos en una “época crítica” en el país y en el mundo. Hace años (2018) a raíz del gasolinazo escribí un librito que repartí de forma gratuita con el apoyo de asesorados míos y mi alma mater, la UNAM. Pues bien, estamos varios años después en medio de otra serie de turbulencias internas y a nivel global y los más afectados seremos las clases medias “aspiracionistas” a una buena educación, y a poder empezar proyectos y hacer patria creando empleos dignos y que hemos visto muy mermados nuestros esfuerzos por diversas razones.
Claro está que existe una pobreza creciente y el esfuerzo oficial de reducir sus carencias para evitar más contrastes, pero a los millones de empresas existentes, ¿quién las protege? Y si a eso le aunamos el reto de inducir la entrada de nuestros hijos al negocio familiar y capotear todos los obstáculos que encontramos, lo complicamos más.
Estimados lectores, no se acongojen demasiado por el futuro de sus hijos. El mundo ha experimentado vaivenes y turbulencias en el pasado y siempre ha habido una generación que ha logrado sobresalir a pesar de todo. Esperemos que nuestros hijos no sean la excepción.
Asesorías:
55 6965 6876