Presidenta de Unapyme, advierte grandes desafíos para el sector que representa, sobre todo por los costos que les está dejando la pandemia.
Tiene varias facetas. Empresaria, activista por los derechos de las mujeres, dirigente gremial y política, Gianina Figueroa dice que su trayectoria ha estado marcada por algunos eventos en su vida que la han llevado a partir de nuevo varias veces, y siempre con harto esfuerzo.
“He sido capaz de transformar emociones negativas en positivas, enfrentando con coraje los retos, algunos bien injustos”, afirma.
Uno de los momentos que modeló lo que seguiría haciendo después como emprendedora fue la quiebra de la empresa que tenía junto a su marido en Valparaíso, y que significó también el fin de su matrimonio.
Fue para ella el comienzo de una etapa complicada. Aunque es profesora de educación tecnológica, nunca ejerció esa profesión. Decidió entonces emprender sola. El primer escollo con el que se encontró fue que no tenía cuenta corriente, y los bancos no se la abrían. “Visité todos los bancos. Partí desde Quilpué, donde vivo, al Banco Estado de Valparaíso; fue el primero que me cerró la puerta. Llegué al final a uno que quedaba cerca de mi casa, el Bci, y ahí el ejecutivo sí me escuchó y me dio la oportunidad”, cuenta.
Esa experiencia, entre otras, como la exigencia que le hizo su primer proveedor de que tenía que pagarle al contado, le mostró que la perspectiva de género y el apoyo al desarrollo de las Pymes son clave, y le permitió también ir configurando su relato, el que hace años da como charlista ante distintos grupos y organizaciones. Incluso la invitaron a exponer a unas actividades organizadas por el gobierno de República Dominicana.
“Hace diez años que trabajo con el mismo fabricante, con el cual tenemos una excelente relación, pero partió de esa manera, de una desconfianza profunda que me hizo agarrar coraje”, relata.
Y al BancoEstado volvió después de mucho tiempo, pero para exponer sobre lo importante que es tener una atención distinta, de género, y escuchar a las mujeres.
Se involucró en una serie de proyectos de promoción de los derechos de las mujeres. A mediados de la década pasada, cuando era militante DC, fue fundadora de la corporación Mujeres Líderes para Chile e impulsora de varias iniciativas que promovían la participación de mujeres en cargos de representación política.
Hoy, entre otras actividades, tiene una distribuidora de productos de limpieza para empresas y es presidenta de Unapyme, actividad gremial a la que llegó motivada por sucesos que le afectaban y le parecieron sumamente injustos, como el de la colusión del papel higiénico. “Entendí que el mercado en el cual yo estaba trabajando no sólo era concentrado sino además coludido. Necesitaba decir que nosotros, los pequeños empresarios, éramos tremendamente perjudicados por ello”, cuenta.
Después de participar como encargada de la campaña presidencial de Yasna Provoste en Valparaíso, se puso a disposición, dice, del equipo de Boric y como dirigente de las Pymes abogó por que pudieran tener una mesa de diálogo y que la política pública la construyera con los gremios del sector.
Hace unas semanas, como presidencia de Unapyme, y junto a otros representantes de micro, pequeñas y medianas empresas, se reunió con Boric, ya como Presidente electo, y con él acordaron crear una mesa de trabajo.
“Estamos ahora viendo cómo seguir colaborando y también con la Convención Constitucional, que es un proceso que es tan importante para el país y con el debemos ser generosos y bajar las ansiedades, y lo mismo los convencionales, tener la humildad de seguir escuchando”.
-¿Cómo evalúa el debate que se ha dado en la Convención respecto del emprendimiento y del derecho a emprender?
-Es complejo, hay posiciones divergentes que tienen que llegar a acuerdo. Lo que creo es que nos estamos exigiéndo tanto, algo que nunca habíamos vivido, ni siquiera los abogados constitucionalistas tienen la experiencia de haber estado en un proceso constituyente. Es primera vez en la historia que además tenemos paridad y los independientes.
Para mí la Convención representa lo que somos. Efectivamente, hay muchos que no lo quieren ver, pero ahí está la persona brillante académicamente que no tiene idea de lo que pasa en la población, y está la gente de la población que no sabe lo que significa liderar una empresa y dar trabajo como lo da un gran empresario. Está la gente que tiene una sensibilidad tremendamente especial y que logra entender sistémicamente lo que significa el proceso. O sea, ahí está la diversidad del país.
Me da mucha pena la facilidad con que se nos olvida lo complejo que fue la instalación. Hubo que ordenar toda una agitación social y política, sumado a una pandemia, a la crisis económica, mil cosas. Y finalmente, es un proceso que se ganó en las urnas democráticamente.
-¿Y cómo ve la posibilidad de llegar a grandes acuerdos?
-El bien común y los grandes temas que se han demandado de la Constituyente no deberían tener color político. Cuando hablamos del agua, a mí me da la impresión que no podría haber un sector ni de izquierda ni de derecha que pensara que el agua no es un derecho humano. Entiendo que los grandes temas van a ser de consenso. En el caso de temas más puntuales, como la autonomía del Banco Central o la propiedad privada, hay matices y ahí tenemos que ver cómo logramos llegar a un equilibrio para que, efectivamente, la propiedad privada de cada uno, no solo de algunos, sea resguardada.
Nuestro ánimo es colaborar hasta el último momento para que el proceso salga con éxito. Lo que no pueden hacer los grupos de interés es dejar de colaborar, presentar minutas, pedir las audiencias correspondientes y estar vigilantes al proceso. Lo que no colabora es estar haciendo planes B o formando grupos de color rojo, amarillo, verde, que a veces uno siente que se sienten dueños de la verdad.
-Respecto de las Pymes, ¿qué medidas considera que son urgentes?
-El problema de la Pyme es muy profundo. En pandemia perdimos más mercado, estamos cerca del 10% con 1,3 millón de empresas versus 14 mil que tienen el 90% de los bienes y servicios del país. Tenemos una economía altamente concentrada y yo creo que no va a ser resorte de este gobierno poder cambiar el rumbo de nuestra participación de mercado. Pero sí hay acciones que hemos solicitado directamente y que el Presidente Boric ha acogido para poder observar, como la compra pública, que sigue siendo un espacio tremendamente importante para las Pymes y que en pandemia se concentró aún más en las grandes empresas.
Otro desafío es abordar la desventaja que tienen muchos empresarios pequeños y medianos desde el punto de vista tecnológico. También, que las capacitaciones del Estado sean dirigidas a las empresas de menor tamaño y no como hoy día, que mayoritariamente se las llevan las grandes empresas. Ahí, tenemos que hacer un cambio profundo y sistémico, considerando además la automatización que se agudizó con la pandemia.
Por último, en el tema del emprendimiento, del que se habla mucho, pero el 60% de las mujeres emprendedoras en Chile gana el sueldo mínimo. Entonces, necesitamos crear nuevas capacidades blandas y técnicas, y generar un acompañamiento de fomento productivo y de trazabilidad, que si hay un gasto público de apoyo, que se vigile, que se acompañe.
-Con el nuevo gobierno, ¿en qué gestiones están?
-Varios dirigentes tuvimos una reunión con el Presidente electo en La Moneda chica y ahí él confirmó la conformación de una mesa de trabajo permanente para la construcción de la política pública. Creo que eso es muy significativo: que cuando nos sentamos a la mesa con la autoridad, le podamos contar los dolores, pero también cuáles pueden ser las posibles soluciones. El compromiso es que una vez asumido, vamos a ser los primeros que nos vamos a sentar a la mesa y eso estamos esperando.
Independientemente de eso, ya tenemos levantados hartos problemas que se vienen con Tesorería con mucha gente que está con una deuda feroz porque no lograron seguir con la operación por la pandemia. Necesitamos chequear qué va a pasar con ellos, si se les va a condenar y mandar al destierro o si el Estado va a hacer algún tipo de programa de pago que sea conveniente para poder seguir echando a andar esos negocios.