La más cruel de las hipocresías, la guerra. Ucrania es el nuevo tablero del juego para mantener un negocio boyante. Un buen amigo valenciano que ya lleva muchos años viviendo en Ucrania me envío hace unos días un artículo para que se lo revisase que tenía que publicar en una revista ucraniana. El título ya me impresionó desde el inicio: «No habrá guerra, pero miles de rusos y ucranianos morirán, víctimas colaterales de las que nadie hablará». Reforzaba su afirmación argumentando que la Federación Rusa mantendrá su despliegue militar de forma permanente en sus fronteras exigiendo que los países occidentales dejen de armar a Ucrania y que garanticen que no habrá una Ucrania en la OTAN que reivindique Crimea.
Este tema ha venido como anillo al dedo a la OTAN para darle razón de ser y justificar todos los miles de millones de dólares que mueve a favor de la industria armamentística. Estados Unidos renueva su imagen de valedor de la Paz y la Libertad, Putin se refuerza ante sus detractores y el pueblo como defensor de la Federación y el orgullo ruso. En fin, no hay nada como armar la amenaza para que el dinero siga fluyendo. Contratos multimillonarios seguirán moviéndose, los ingleses venderán sus barcos de guerra a Ucrania y muchas comisiones se quedarán por el camino.
Y este era el razonamiento de mi amigo. Con todo ese dinero destinado a una guerra que no va a empezar, se justifican gastos astronómicos en maquinaria de guerra que traerá como consecuencia más empobrecimiento de las clases más bajas, menos servicios para la salud, educación y a la asistencia social. Otro caso más, donde se expolia a los pequeños en beneficio de los poderosos. «La Federación Rusa gastará una gran parte de su presupuesto en mantener y modernizar una presencia militar de envergadura en las fronteras de Rusia y Bielorrusia (esta última en la práctica anexionada a Rusia) con Ucrania». Élites de la industria armamentística, oligarcas y grandes fortunas se llenarán surculosamente los bolsillos con inversiones mil millonarias por una guerra que no va a ocurrir. «Miles de personas vulnerables en Rusia y en Ucrania morirán sin poder pagar su calefacción, sin acceso a una sanidad adecuada… No habrá guerra, pero habrá miles de muertos y más pobreza entre los ya castigados y marginados».
El negocio armamentístico en el mundo movió en 2019 más de 2 billones de dólares. Pensemos que el producto nacional bruto de Rusia es 1.7 billones; este negocio creció ese año un 3.6% cuando el PIB global sólo creció un 2.2%. Las ventas de armas y servicios militares en el mundo, exceptuando a la opaca China, generaron más de 420.000 millones de dólares de beneficio en 2018. Podríamos hablar aquí de las muchas cifras que nos escandalizarían en relación al crecimiento constante que mueve esta industria, pero lo importante es comprender que para que se produzcan y vendan armas, es preciso que haya amenazas, guerras o simulacros y las más rentables son las crónicas que suponen un goteo constante de negocio. Un buen ejemplo de esto es la industria farmacéutica, a la que no le interesa encontrar curas a las enfermedades como la hipertensión, colesterol, caries, etc. Lo importante es que se transformen en enfermedades crónicas y lo mismo ocurre con las guerras.
Para entender este juego de poder y economía es importante saber quiénes se benefician de la venta de armas; qué países son los que más armas exportan y quiénes son los principales compradores. Sí, casi todos lo han pensado, Estados Unidos es el principal exportador de armas a nivel mundial con un 36%, seguido por Rusia un 21%, Francia un 7,9%, Alemania un 5,8%, China un 5,5%, Reino Unido un 3,7% y aquí viene la sorpresa: España en séptimo lugar con el 3,1% y Ucrania en el número 12 con el 1%, casi el 85% de la venta de armas viene de EE.UU. y Europa. Valga aquel dicho de que el que esté libre de culpa que lance la primera piedra. ¿Quiénes son los grandes compradores de material bélico y de defensa? Entre los tres primeros Arabia Saudí, India y Egipto, suponen el 27% del total de compras seguidos por Australia, China, Argelia y Corea del Sur; este último importa mayoritariamente de EE.UU el 55%, luego de Alemania 30% y aquí viene la sorpresa: de España, el 7.8 %, como uno de sus tres principales proveedores. Como conclusión evidente es el absoluto liderazgo, con distancia a sus competidores, de Estados Unidos como principal exportador de armas y material bélico. No es de extrañar su interés continuo por ser el salvador de la paz mundial junto con la Unión Europea que también tiene parte importante en este muy lucrativo comercio mundial. Desgraciadamente no hay mucha información documentada y real en medios, mucho menos en redes sociales y este artículo pretende abrir un poco nuestros ojos ante otra visión de lo que está oculto tras el telón de la manipulación, ni americanos, europeos y la OTAN son tan buenos, ni el ogro del Kremlin es tan malo; es la hipocresía de la guerra.