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Por muy desagradable que sea, la mentira es un concepto que forma parte importante de nuestra cultura y, claro está, de nuestro día a día. La religión, como es el caso de la cristiana, la considera tan relevante que forma parte de los diez mandamientos -recordemos eso de no dirás falsos testimonios ni mentiras-, y la ciencia, mientras, intenta desde sus múltiples ramas estudiarla y detectarla. Por ejemplo, se puede referenciar el trabajo del psicólogo Paul Ekman, el personaje real que inspira al psiquiatra Cal Lightman en la popular serie ‘Miénteme’. A él no se le escapaba ni una, pero muchos seguían erre que erre con su engaño.
¿Por qué mentimos? Esa es una pregunta que ha suscitado diversos estudios, aunque ninguno ha conseguido dar con la tecla exacta. En una falsedad influyen multitud de factores: la circunstancia, el objetivo… Incluso si el que la dice es hombre o mujer. Pero, ¿quién miente más? ¿Los hombres o las mujeres?
Esa es la cuestión que aborda un estudio elaborado entre profesionales de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Complutense y cuya conclusión, a grandes rasgos, es que el 52,2% de los hombres es deshonesto, frente al 41% de las mujeres.
El experimento ha puesto a prueba la honestidad de 2452 individuos, 1286 hombres y 1166 mujeres. La idea era que cada uno tirase un dado utilizando una herramienta virtual. Si sacaban un uno, obtenían 10 céntimos. Si sacaban un dos, 20 y así hasta el número cinco. El problema llegaba con el seis. En ese caso, no recibirían nada.
“Llegamos a la conclusión de que las mujeres se conformaban con recompensas económicas más pequeñas, mientras que los hombres preferían mentir para lograr una mayor“, explica David Pascual, psicólgo y uno de los autores del estudio, a El ESPAÑOL. Es decir, que si una mujer obtenía un dos en el dado, se conformaba con eso, mientras que un hombre con el mismo resultado mentía para poder tener una recompensa mayor. “Las mujeres parecían estar lo suficientemente satisfechas con recompensas más bajas, lo que las llevó a decidir no hacer trampa por recompensas más altas”, concluye el estudio.
Pascual señala también otro hecho interesante de la investigación: los hombres tendían más a pedir la recompensa sin haber realizado ni siquiera el experimento. A la hora de no recibir nada, es decir, si sacaban ambos un seis, los dos sexos eran igual de honestos.
Falta de referentes
El estudio surge como parte de la tesis doctoral de Adrián Muñoz García, el investigador principal, y trata de establecer un mecanismo para poder detectar el comportamiento deshonesto en el entorno laboral. También han analizado las mentiras con dos factores adicionales al género: según el comportamiento y según su personalidad. No obstante, Pascual confirma que “dentro de la literatura, el tema del género es una de las carencias“, aunque “alrededor del 60%, aproximadamente, afirma que los hombres son más deshonestos”.
Por ejemplo, un estudio alemán de 2016 confirmaba que los hombres mentían más que las mujeres, centrándose en este caso, en el entorno laboral y en el tipo de incentivos que se perciben en él cuando se alcanzan objetivos. Si la prima se repartía entre todos, no había diferencias entre ellos y ellas. En cambio, si entraba el factor competición, los hombres mentían más.
Uno más reciente, elaborado por investigadores del Reino Unido y de Corea del Sur, llegó a una conclusión similar: los hombres mienten más que las mujeres. No obstante, añadió una diferenciación entre géneros, en relación con la capacidad para ser deshonesto según la planificación del tiempo. Si la ocasión para mentir surge de repente, los hombres mentían más que las mujeres, mientras que ellas se mostraban más deshonestas si podían planificar su mentira con tiempo.
Los tipos de mentirosos
“Hay que ser prudentes de cara a utilizar estos resultados en la vida real y traspasarlos a una empresa, porque entramos en temas éticos en base a decir que los hombres van a ser más deshonestos por el hecho de ser hombres”, razona Pascual. Su carrera está enfocada desde hace años a la investigación de los comportamientos deshonestos y, en 2020, publicó un estudio en el que estableció las diferentes tipologías de mentirosos que se pueden encontrar y que ha servido como marco para esta última investigación en la que ha participado.
Por un lado, están los deshonestos, aquellos que mienten a la hora de decir qué número han sacado en el dado. Por otro, los radicalmente deshonestos, esos que ni siquiera se toman la molestia de lanzar el dado, pero piden recompensa. El gran descubrimiento fue la tercera tipología, los tramposos no mentirosos, esos que tiran el dado varias veces hasta que obtienen un resultado con recompensa. No mienten al investigador, pero se saltan las reglas del juego.
Todas estas tipologías entrañan explicaciones psicológicas en las que hay que seguir investigando. Por ejemplo, dentro del mismo experimento, surgió la pregunta de por qué aquellos que mentían no pedían la recompensa máxima, algo que se ha replicado en este último estudio también. “Quizá represente cierto tipo de mecanismo para proteger el concepto que tienen de sí mismos“, razonaba la investigación.
Pascual y el resto de expertos admiten que ahora habría que extrapolar sus resultados a entornos físicos y no sólo virtuales, pero se alegran de poder aportar un granito de arena y arrojar luz sobre “un indicio de un comportamiento que hasta ahora no se conocía”.