Por María Bibiana Botero C.*
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La educación transciende personas, tiempos y épocas. Solo las sociedades con educación evolucionan. Impulsa una ciudadanía reflexiva, activa y, por supuesto, productiva.
Los propósitos de la escuela pasan por una formación integral en el ser, el saber, la relación con el trabajo y la generación de ingresos.
Este último es un tema del que quiero reflexionar en este escrito, en sintonía con dos asuntos estructurales para Antioquia: empleo y educación.
La tarea: formar a futuros egresados en temas y oficios que les permitan la vinculación al tejido empresarial como empleados o emprendedores, en conexión con sus proyectos de vida y de acuerdo con tendencias mundiales sobre los oficios del futuro.
La universidad ha sido, es y seguirá siendo un pilar en la formación técnica y humanista. También hay que reconocer, sin incomodarnos, sino, más bien, adaptándonos, que no todas las personas quieren construir proyectos de vida que pasan por la universidad y no todos los oficios para el empleo requieren esa formación.
Necesitamos de los dos: profesionales y no profesionales con destrezas que les permitan ganarse la vida a través del trabajo. En esto la educación secundaria y la media vocacional cumplen un papel esencial.
La poca disponibilidad de cupos escolares, de empleos para aportar a los ingresos familiares y la creciente y dolorosa tasa de embarazos adolescentes hacen que menos de la mitad de los jóvenes de Medellín que culminan su bachillerato continúen hacia la formación técnica o la profesional.
Si la cifra suena preocupante, planteo más: en Antioquia, solo el 43 % de los estudiantes logra graduarse del bachillerato, solo dos de cada diez jóvenes se vinculan a las universidades o instituciones técnicas o tecnológicas y solo termina cerca del 60 %.
Otra tarea: fortalecer el sistema de educación técnica, tecnológica y universitaria en Antioquia para que converse con el mundo laboral y su diversidad.
El propósito es claro, que nuestros bachilleres egresen bien formados en el ser, en el saber y en el poder, entendido este último como la capacidad de ganarse la vida desde el conocimiento adquirido.
Asuntos como la incorporación de tecnologías digitales en la agroindustria, formación de talento para la creciente demanda de la industria de la música, que en Medellín es un hit, operación de empresas turísticas o gestión de organizaciones culturales son ejemplos de cómo la educación media podría conducirnos a mejores oportunidades para quienes escogen caminos diferentes a la formación universitaria.
Países como Alemania, desde hace más de cuatro décadas, o, más recientemente, México han hecho apuestas por consolidar la media técnica. Lo hacen con formación dual en la que los estudiantes de los últimos años de bachillerato asisten a empresas y aprenden no solo sobre oficios específicos en ambientes laborales que combinan el uso de tecnologías e inmersión en prácticas de producción sostenibles.
En Proantioquia estamos listos para, de la mano del sector público y las empresas, aportar a la fórmula triple E: educación, empleo y emprendimiento para la equidad, esperanza y esplendor de los antioqueños* Presidente ejecutiva de Proantioquia.