El superventas de la filosofía-ficción imagina un mundo mejor gobernado por inteligentes felinos / «La observación de los animales permite abordar la política, la sociología o la ciencia», asegura el escritor y criminólogo
Empezó escribiendo de hormigas. Se pasó a los gatos y seguirá con las abejas. Con cada especie Bernard Werber (Toulouse, 1961) avanza en el peculiar género de la filosofía-ficción tratando de entender mejor al género humano. Criminólogo y periodista científico durante una década, ha vendido casi treinta millones de libros. Ahora ofrece al lector español ‘El despertar de los gatos’ (Planeta), principio de su trilogía gatuna. Su inquietante punto de partida es la visión de los gatos sobre la masacre de Bataclan y el terrorismo. Se pregunta luego si el mundo sería mejor si los humanos cediéramos las riendas a los felinos. «Puede que sí», dice este admirador de Jean de La Fontaine, que, como el fabulista, coloca a los humanos ante espejo de los animales.
-¿Cómo pasó de las hormigas a los gatos?
-Los animales son un pretexto para hablar de los humanos. Las hormigas son seres sociales que viven en auténticas ciudades y me permitieron reflexionar sobre nuestra sociedad masificada. Juzgué interesante comparar las urbes humanas con las de las hormigas, que llevan más de 120 millones de años en la Tierra frente a los tres millones del ser humanos. El gato es un animal más reciente y presente en nuestras vidas y me permitía abordar el tema del terrorismo.
-¿Gatos contemplando la barbarie humana?
-Es el punto de partida. Me pregunté qué pensaría un gato de unos terroristas que asaltan una sala de fiestas y disparan contra todo el mundo. La cuestión es saber si nuestra especie se odia a sí misma y por qué. Para un gato, ver a humanos matando a humanos es un comportamiento suicida. La matanza de Bataclan generó muchas emociones y quería encontrar algo de perspectiva adoptando una mirada no humana. Luego me pregunté qué pasaría si la humanidad fracasara. ¿Podríamos transmitir nuestra posición dominante a otra especie inteligente?
-¿Podríamos?
-Vivimos una crisis planetaria. Estamos agotando todos los recursos del planeta. Las generaciones anteriores no tenían esa preocupación. El gran placer de un autor de ciencia ficción es reflexionar sobre cómo será el futuro. Muchos profetizan catástrofes, pero mi deber como autor con imaginación es buscar soluciones. Y para mí los gatos son una solución. Es una posibilidad que la humanidad trasmitiera su poder a unos felinos que gobernarían el mundo. La ventaja del novelista es que no está obligado a decir algo que vaya a ocurrir seguro. Solo invito a reflexionar.
-¿Eso es la filosofía-ficción?
-Sí. Un intento de transmitir una perspectiva que permita comprender mejor el mundo. Y la mirada no humana me parece muy relevante. Los gatos perciben muchas más cosas que nosotros. Ven en la oscuridad, tienen orejas orientables que les permiten escuchar con enorme precisión, un olfato fantástico y unos bigotes que detectan el movimiento. Están en su pellejo mucho mejor que los humanos en el nuestro. Es fascinante su capacidad para encontrar lugares con buenas vibraciones. No quería hacer un texto que se pareciera a ‘Los Aristogatos’ de Disney con mininos encantadores. Como pasa con los humanos, hay gatos simpáticos y antipáticos, inteligentes y tontos. Y elegí un carácter muy negativo para dar más fuerza al discurso.
-Bastet, una gatita de Montmartre que quiere hablar con su dueña, su «sirvienta humana».
-Se inspira en mi gata Dominó. Tiene 19 años y es muy egoísta. Narcisista y de carácter difícil. Considera que todo está a su servicio. Sé que hay gatos simpáticos, pero los tres que he tenido han sido antipáticos y dominantes. Me consideraban su servidor, que es exactamente lo que hace Bastet con su dueña. La gata habla con Pitágoras, un siamés de laboratorio conectado a internet que lo sabe todo de los humanos.
-¿Los gatos son más inteligentes de lo que pensamos?
-Si miras a un gato a los ojos verás que se está haciendo preguntas. Nos observan, y si lo hacen, necesariamente piensan en cosas sobre nosotros.
-Estudió criminología y periodismo. Lo natural era dedicarse a la novela negra y no fue así.
-Mi afán era transmitir conocimientos y saber con los relatos. Por eso escribí ‘Las hormigas’. En la novela negra hay muchas cosas parecidas y es difícil innovar. La ventaja con los animales es que es un terreno no muy trillado, salvo en la literatura infantil. Quiero explorar caminos nuevos, demostrar que observando a los animales se puede abordar la política, la sociología o la ciencia.
-¿Cuál será su próxima especie?
-Mi último libro es ‘La profecía de las abejas’. Hablo de cómo nos enseñan a vivir mejor. Debemos protegerlas para evitar que desaparezcan.
-Cree en la reencarnación, ¿en qué le gustaría reencarnarse?
-En un escritor humano. Es un oficio genial.
-¿Ni gato, ni hormiga, ni abeja?
-Los animales desconocen su pasado. Solo los humanos conocemos nuestra historia y la del universo. Nos da perspectiva y nos hace saber que llevamos tres millones de años en la Tierra y tenemos pasado y futuro. Crear arte, tener sentido del humor y sentimientos amorosos son exclusivos de la especie humana, un animal realmente extraordinario.