“Yo no soy el dueño de la palabra”. Fue lo primero que dijo Eduardo Feinmann a las 6 de este lunes 7 de febrero, en el arranque del ciclo que lo tiene al frente de la primera mañana de Radio Mitre, en el espacio ocupado durante los últimos 21 años por Marcelo Longobardi. La frase fue ampliada más tarde con un comentario explícito acerca de la intención que tiene el nuevo conductor del espacio de abrir el juego hacia sus compañeros de mesa y promover junto a ellos breves debates y tomas de posición sobre algunos de los temas de la actualidad.
En este caso, el flamante conductor de Mitre quiso saber qué opinaban los integrantes de su equipo sobre la vacunación obligatoria contra el Covid y el caso de la estafa telefónica sufrida por el humorista Roberto Moldavsky, a quien acaban de hackearle sus cuentas con la excusa de facilitarle el acceso al pase sanitario. Fue el primer detalle que marcó las diferencias de estilo entre Feinmann y su antecesor Longobardi, siempre más dispuesto a promover la participación de su equipo a través de columnas específicas en vez de impulsar participaciones colectivas alrededor de un mismo tema.
No se mencionó ni una sola vez el nombre de Longobardi en las cuatro horas de Alguien tiene que decirlo, título que Feinmann llevó de Rivadavia a Mitre en el pase más resonante de este año para el mundo de las radios AM. En la apertura, de fondo, sonó la voz de Lady Gaga cantando “Million Reasons”, pero no quedó claro si se convertirá en la cortina musical de la apertura. El tema no volvió a escucharse en las cuatro horas siguientes.
De Cada mañana (el exitoso ciclo de Longobardi que tampoco fue citado y parece una experiencia superada) quedaron varios integrantes del equipo que ahora acompaña al nuevo conductor, así como algunos detalles visibles de la salida al aire, lo que en radio se conoce como “artística”, sobre todo en el uso de las cortinas musicales. Pero al mismo tiempo se percibieron en la emisión inaugural detalles muy apreciables de la fórmula que Feinmann quiere imponerle al programa.
Hay varios. A diferencia de Longobardi, Feinmann parece prestarle (al menos en esta apertura) menos atención a los hechos de la agenda internacional. Solo hubo espacio para una breve conversación con Victoria Pérez Aráoz, una periodista argentina radicada en Viena a propósito de la decisión de Austria de ordenar la vacunación obligatoria contra el coronavirus. Las menciones internacionales parecen interesar solo en la medida en que se conectan con la agenda de nuestro país. Hubo unas cuantas menciones (algunas bastante irónicas) a la gira presidencial por Rusia, China y Barbados.
Los temas económicos tampoco tuvieron el despliegue de los tiempos de Cada mañana en el comienzo de esta nueva etapa. La clásica conversación diaria que Longobardi mantenía con destacados economistas locales quedó atrás y el nuevo columnista especializado del programa, Guillermo Laborda, tuvo menos tiempo para decir lo suyo respecto del que contaba su predecesor, Willy Kohan.
El estilo de Feinmann es más rápido y salpicado. Pide todo el tiempo la sensación térmica (una frase clásica suya que llegó a convertirse durante muchos años en título de sus programas) en vez de la temperatura y promete un lugar preferencial para los mensajes de los oyentes (con saludos en vez de opiniones en este comienzo). También dejó para la mitad del programa (que va de 6 a 10) la lectura de las tapas de los diarios, algo que Longobardi hacía mucho más temprano, inmediatamente después de la presentación. En ese tramo se refirió a Página 12 como “el diario de Yrigoyen”.
A diferencia de su antecesor, el también conductor de LN+ optó por no hacer un comentario editorial ni agrupar las noticias del día en esos breves resúmenes comentados que se habían convertido en sello del programa de Longobardi. Se descuenta que Feinmann, por sus características, nunca dejará de tomar posición frente a la realidad (“En este programa no te vendemos al Alberto moderado”, llegó a decir sobre el presidente), pero en esta inauguración prefirió matizar esas miradas con los momentos de humor aportados por Rolo Villar, que se acomodó al nuevo ciclo con intervenciones muy parecidas a las que tenía con Longobardi.
En el momento del pase con Jorge Lanata, Feinmann recordó su trabajo de muchos años junto a Villar en Radio 10. Lo mismo ocurrió, pero en TV, con la locutora María Isabel Sánchez, otra ex integrante de Cada mañana que logró mantener buena parte de su antigua presencia en este nuevo ciclo con aportes de humor y el momento del “resumen Blue”, un compilado de noticias mundanas y frívolas que lleva su impronta desde hace mucho tiempo.
Alberto Cormillot (con sus comentarios sobre medicina, nutrición y efemérides del día) y el columnista deportivo Leandro Buonsante también confirmaron que sumarán al nuevo ciclo el mismo tipo de intervenciones que tenían junto a Longobardi hasta el año pasado. Además de Laborda, la novedad es la incorporación de Gabriel Iezzi, especialista en temas judiciales (ambos están también junto a Feinmann en LN+), que acompañó al conductor en los comentarios sobre el tema al que el programa le prestó la mayor atención durante la mañana del lunes: el caso de la cocaína adulterada y sus derivaciones.
El protagonista de una de las notas del día fue un chofer de la zona oeste del Conurbano presentado como Mauro, que contó su experiencia de haber estado internado por consumir esa droga. El tema fue abordado en notas con Jorge Bitar, autoridad del hospital Clemente Álvarez, de Rosario; el responsable del Observatorio Social de la UCA, Agustín Salvia y el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. También habló el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. La entrevista central la tuvo Feinmann durante media hora con uno de los integrantes de la Corte Suprema de la Nación, Ricardo Lorenzetti.
En el esperado momento del primer pase con Jorge Lanata tampoco se habló de Longobardi. Los dos conversaron sin compartir el mismo espacio físico: Feinmann en la radio y Lanata desde su casa. Allí, el nuevo conductor de la primera mañana recordó sus comienzos en Mitre como movilero y después, en clave más irónica que seria, ambos intercambiaron comentarios sobre el anuncio gubernamental de inversiones chinas y la escasa utilidad del idioma inclusivo. El tono irónico predominante augura unas cuantas críticas al Gobierno para las próximas charlas en ese segmento. Todo se cerró con una promesa de buena convivencia: acordaron que el pase se hará puntualmente de 9.50 a 10.10 para evitar cualquier malentendido. “Mañana nos seguimos conociendo”, cerró Feinmann, un augurio que tal vez se extienda al resto de su nuevo programa en sucesivas emisiones.