El proyecto de gigafactoría de fabricación de celdas de baterías en estado sólido, BasqueVolt, cuyos trabajos deberían empezar a materializarse en “el primer trimestre, si no cuatrimestre del año, como mucho en el primer semestre”, es ahora mismo la joya de la corona de la actividad de CIC energiGUNE, pero el centro ubicado en Miñano está involucrado en otras vías de investigación de almacenamiento de energía, como el área orientada al hidrógeno verde o el almacenamiento térmico, que prometen dar mucho que hablar en un contexto de transición energética y de exigencia de eficiencia que compromete al tejido económico y doméstico.
En la vocación de CIC energiGUNE está, no solo la excelencia científica, sino que ésta tenga impacto industrial, ¿cómo es su relación con las empresas?
—Trabajamos para la empresa vasca y la empresa industrial. Nuestro objetivo es generar impacto local, pero muchas veces para generar ese impacto local hay que trabajar de la mano de la empresa internacional. Trabajas con los mejores y ese saber hacer te lo traes luego a Euskadi. Trabajamos con empresas como Volkswagen, BMW… y prácticamente para todas las empresas de la cadena de valor del País Vasco. Los proyectos que hacemos son distintos, porque la empresa internacional trabaja más en el plano de los materiales para baterías, desarrollan baterías, desarrollan celdas. Aquí, quitando Cegasa que produce celdas para algunas aplicaciones y alguna más, no hay este tipo de empresas. De la mano de la empresa vasca somos como el CSI de las baterías, trabajamos con las empresas que hacen integración de celdas, battery packs. Ese es un valor que a las empresas de nuestro entorno les viene bien y es un primer valor que vimos para poder ser llevado a nuestra primera empresa de base tecnológica, BCare.
Ha hablado de sus plataformas de caracterización y prototipado. ¿Qué ofrecen estas instalaciones?
—Tenemos una línea de prototipado de fabricación de celdas que es referente en Europa, porque el grado de humedad que tiene nos permite hacer pruebas para cualquier electroquímica. De cara a la investigación, viene muy bien porque nos permite ser muy disruptivos en los materiales que proponemos. Incluso, muchas veces empresas que fabrican materiales a nivel de Europa vienen aquí a testar conceptos. Y otro aspecto referente que tiene el centro es la parte de las plataformas de caracterización, que dan servicio a la investigación del centro y a empresas que quieren saber qué pasa en sus baterías. El aspecto diferencial que tenemos es que contamos con plataformas que están customizadas para hacer ensayos in situ a baterías. Por ejemplo, podemos hacer pruebas de rayos x mientras la batería está ciclando en carga y descarga o en variaciones de temperatura. La complejidad de plataformas, su especificidad y las personas que saben interpretar esos datos nos dan una potencia de fuego muy importante como centro. En Europa solo hay un centro, en Alemania, que comparativamente tendría nuestro nivel en ese CSI de baterías.
Cuando hablamos de almacenamiento de energía y de baterías inevitablemente pensamos en el coche eléctrico. ¿El futuro de la movilidad pasa sí o sí por la electrificación?
—Depende a quién le preguntes. A veces son decisiones de los países, de las regiones. Japón ha visto muy pronto que tenía que ser lo más autonómo posible en materia energética y le ha pegado a todo, ha tenido políticas de apoyo a cualquier tecnología que podía tener un hueco en este escenario. Europa primero apostó por las baterías. Primero lanzó en 2017 la Estrategia Europea de Baterías, con dos motivos. El principal es proteger la industria de la automoción, porque al final se estaba viendo que los países asiáticos tenían el 97% de la cuota de mercado de producción de baterías y esos mismos países, que al principio solo te vendían la pila, se estaban extendiendo a toda la cadena de valor y te vendían la solución entera. Después de eso viene el coche. Europa ahí se casa de alguna forma con la electrificación del vehículo. A posteriori, en 2020, se lanza la Estrategia europea del Hidrógeno. En el caso de la movilidad tiene mucho sentido en los temas de transporte pesado. El hidrógeno va a ser una forma de descarbonizar sectores de la economía que con electrificación no serían fáciles de descarbonizar. El hidrógeno ha sufrido ciclos de inversión y desinversión. Países como Japón nunca lo han dejado y quieren venderte el producto, pero no comparten la tecnología. Y Europa lo que quiere es que haya tecnologías propias.
¿Existe ya esa batería del futuro que permita electrificar el parque automovilístico?
—Baterías ya hay, yo tengo un coche totalmente eléctrico. Las baterías que hoy se están introduciendo son las de lition-ion convencional. El consumidor quiere tener un rango de autonomía equivalente a lo que tiene en su coche ahora, entonces necesitas que en el mismo espacio de batería te dé más kilómetros, o incluso con menos espacio. Las baterías del futuro van a ser capaces de doblar en kilómetros lo que hoy te da el coche, tendrán ratios de carga de 10-15 minutos. Y otro de los aspectos, donde nosotros tenemos ese punto diferencial, es que sean más seguras. Ahí entra la parte del electrolito, la sustitución del electrolito líquido de la batería por uno sólido. Esa es la apuesta que nosotros hicimos inicialmente como centro. Cuando vino Michel Armand nadie sabía qué era una batería en estado sólido y ahora ya estamos empezando a industrializar baterías en estado sólido y eso se va a hacer en Álava.
Decía recientemente que “este es el momento para dar un impulso definitivo a las baterías de estado sólido”. Ahí se enmarca ese proyecto de gigafactoría BasqueVolt en Álava. ¿Por qué es el momento?
—Al ser un centro que tienen esa vocación de excelencia con visión industrial, otra de las formas que tenemos de que la investigación llegue a nuestro tejido empresarial es que nosotros generemos las empresas. Teníamos la tecnología de la batería en estado sólido en un estado de madurez suficiente y era el momento de empezar la industrialización. Era el momento porque estaban empezando a aparecer otros players, no todavía en Europa, pero sí en otros continentes. BasqueVolt nace con la intención de ser la primera gigafactoría europea que fabrique celdas en estado sólido, con una capacidad que de momento apunta a 10 GW/hora para 2026. Al final, todos los proyectos de gigafactoría son tecnológica y financieramente complejos, y en el caso de las baterías en estado sólido, un poco más. Es muy importante a nivel de todo el Estado que haya un fabricante de celdas. Además, el proyecto cumple nuestra misión, que sean celdas de una tecnología más avanzada; que nuestra tecnología llegue al mercado, como nos pide el Gobierno vasco, y que lo que se fabrique en Europa sean tecnologías propietarias hechas en Europa, como nos pide Bruselas.
El CIC energiGUNE tiene en su web un mapa actualizado de los proyectos de gigafactorías en el mundo y aparecen varias decenas en Europa y hasta diez proyectos en el Estado. ¿Son compatibles?
—Hoy por hoy, los únicos que declaramos que vamos a ir a tecnologías de estado sólido somos nosotros. Por las prospecciones que estamos haciendo, podríamos también compartir alianzas con otros proyectos europeos y compartir sinergias, porque al final hay que generar masas críticas para la compra de materias primas, el desarrollo de tecnología… Es un poco lo que Europa está intentando hacer con la Alianza Europea de Baterías: o juntamos masas críticas en determinados momentos o es difícil que Europa pueda tener una sostenibilidad de independencia tecnológica a nivel de baterías. Y en cuanto a España, es importante distinguir al hablar de gigafactorías entre ensamblaje de battery packs o fabricación de celdas. Por lo que se va publicando, la Comunidad Valenciana no tiene una tecnología para desarrollar celdas. Catalunya hasta la fecha no tenía, pero con los últimos anuncios de Volkswagen de que fabricará sus propias celdas es probable que acabe teniendo una gigafactoría de celdas. Pero tampoco pasa nada, porque con las cifras que hay de mercado, que cada vez crecen más, en España se prevé que se van a necesitar entre dos y tres empresas de fabricación de celdas. Lo que terminará pasando es que cada empresa de automoción tendrá su gigafactoría de fabricación de baterías para coches al lado, porque el fabricante de automoción sí que necesita que el battery pack se haga cerca de sus instalaciones. Pero fabricar la celda, que es el componente nuclear, no tiene por qué fabricarse por cada OEM, puede fabricarse en sitios deslocalizados y luego enviarse. Probablemente cada OEM tendrá una gigafactoría de fabricación de battery pack y que habrá dos o tres que hagan celdas en el Estado.
¿Entonces la previsión es que haya un mercado capaz de absorber la producción de esas varias decenas de proyectos en Europa?
—Son proyectos muy complejos, de la capacidad que hay anunciada a la capacidad real… Por ejemplo, Northvolt que es el primer proyecto que se anunció, que decían que iba a llegar a los 32 GW/h y ahora ya están anunciando 100. Empezó en 2014 y todavía no han salido a producción en serie. La capacidad de producción anunciada en Europa supera más de los 400 GW/h pero la realidad es que aproximadamente en producción real y verídica es un 10% y aunque se fabricara el 100% aún existiría un gap de mercado por cubrir.
Hablaba del horizonte de 2026 para que BasqueVolt esté en funcionamiento produciendo 10 GW/hora, pero para llegar ahí el hito inmediato es saber cómo se resuelve la adjudicación de los fondos europeos. ¿Tienen noticias?
—Hemos estado trabajando intensamente durante más de dos años y seguimos trabajando. El primer semestre de este año va a ser clave, porque se harán los anuncios de quiénes van a ser los accionistas finales, quién es el CEO y estamos trabajando también en algunos Perte. El Perte de movilidad, por ejemplo, todavía no ha salido la convocatoria, con lo cual aún no ha habido resolución. Este año va a ser clave. En estos seis primeros meses se conocerá quién es el CEO, la composición accionarial, BasqueVolt tendrá ya página web, tendrá cierto equipo, vamos a decir dónde estará la primera fase, aquí en el Parque Tecnológico de Álava… El primer trimestre, si no cuatrimestre del año, como mucho el primer semestre del año va a ser clave, se van a saber muchas cosas de BasqueVolt. BasqueVolt es una empresa, ya está constituida, y como tal tendrá su hoja de ruta como empresa. No dejará de ser una spin off de CIC energiGUNE como es BCare, pero va a ser una empresa independiente de CIC energiGUNE.
Hablamos mucho del hidrógeno, ¿qué línea de trabajo tiene el centro en este ámbito?
—El tema del hidrógeno lo lanzamos a petición de nuestro patronato y viendo los movimientos que se estaban dando en la cadena de valor. El Clúster de Energía empezó a dinamizar un grupo de trabajo donde se empezaba a ver el interés y las oportunidades de las empresas vascas en la cadena de valor del hidrógeno y las propias empresas que están en el patronato de CIC nos pidieron hacer un estudio sobre nuestras fortalezas en ese ámbito y qué proponíamos para desarrollar actividad. Otro de los miembros de nuestro comité científico es John Kilner, que es quien ha tenido mayores desarrollos en el ámbito de la electrólisis con componentes novedosos y fue quien nos ayudó a hacer ese análisis. Planteamos al patronato la estrategia de qué necesitaban nuestras empresas en tecnología en diez años, tecnologías disruptivas que si la apuesta sale es algo con lo que Europa puede tener un papel en electrólisis dentro diez años.
Al detalle
Ilusion
balance. “Este proyecto empezó, como decimos algunas veces, con un powerpoint y mucha ilusión y el haber conseguido consolidar un equipo de 150 investigadores y ser uno de los centros que está en el top 3 del almacenamiento de energía para nosotros es una ilusión, un premio y muy motivador”.
Nuria Gisbert hace un balance “muy positivo” de los diez años de andadura de CIC energiGUNE –una iniciativa del Gobierno vasco con el apoyo de la Diputación de Álava y la presencia en su patronato de empresas vascas punteras– y que la pandemia impidió que el centro pudiera celebrar el año pasado como estaba previsto. El centro ubicado en el Parque Tecnológico de Álava cerró 2021 con una inversión acumulada de 75 millones de euros, participando en más de 200 proyectos de I+D –32 de ellos a nivel europeo– y generando más de cien proyectos de transferencia en colaboración directa con la industria.
“Nuestro objetivo es generar impacto local. Muchas veces para generar ese impacto local hay que trabajar con la empresa internacional”
“El hidrógeno va a ser una forma de descarbonizar sectores de la economía que con electrificación no serían fáciles de descarbonizar”