Todo lector que haya venido siguiendo el segmento InCrypto de este suplemento sabrá que la postura general es de un optimismo cauteloso respecto a las posibilidades que ofrecen las tecnologías crypto y web3 para mejorar nuestras vidas. Pero no todo es color de rosa, ni mucho menos. Muestra de ello es esta historia, que además de tener mérito propio por ser hermosa y rocambolesca, oficia como advertencia útil para recordarnos algo que todos los participantes del ecosistema sabemos: esto es el oeste digital. Puede haber oro y tierras por descubrir, pero también hay bandidos. Y muchos. Esta es la historia de uno de ellos.
Todo comienza con una comunidad llamada “Frog Nation”, cuya traducción literal sería “la nación de las ranas”. La nación de las ranas, que hasta tiene su propio himno, es un grupo de personas que se jacta de desarrollar proyectos en DeFi (finanzas descentralizadas, concepto que hemos detallado en otras columnas) sin tomar dinero de lo que se denomina venture capital, o capital de riesgo. Este es un punto de contención relevante que emerge como parteaguas ideológico dentro de la comunidad crypto.
Por un lado, están quienes aceptan la inversión del capital de riesgo como un motor y un impulso positivo para la industria, dado que permite desarrollar más proyectos de los que podrían llevarse adelante en su ausencia. Por el otro, están quienes argumentan que esta “intromisión” tiende hacia una centralización en favor de los capitalistas de riesgo, que naturalmente obtienen mayores retornos que el resto de la comunidad. Y esto atenta, de alguna manera, contra los principios fundamentales de la descentralización sobre los que se generó todo el ecosistema crypto. Es por esto que, desde una concepción filosófica, el tema efectivamente representa un parteaguas. Pero vamos por partes.
Como sucede con cualquier tema que se pone de moda, uno de los riesgos principales es que al final termine siendo mucho ruido y pocas nueces. Nada más lejos de nuestra Frog Nation. Ellos lograron, sin inversión externa, desarrollar tres herramientas que son muy utilizadas dentro del mundo DeFi y en su mejor momento llegaron a tener una valuación de mercado de 5.000 millones de dólares –hoy valen cerca de 800 millones de dólares–. ¿Cuáles son estas famosas herramientas?
La primera se llama Abracadabra Money y es una aplicación que permite tomar y realizar préstamos digitalmente. Luego está Popsicle Finance, que es un fondo de inversión similar a un fondo de cobertura (hedge fund), pero descentralizado. Por último, la tercera herramienta se llama Wonderland, y es una stablecoin, es decir, es una criptomoneda cuyo valor es, en relación al bitcoin o a Ethereum, relativamente estable. Sin embargo, a diferencia de otras stablecoin que siguen el valor del dólar, su valor no está atado a ningún otro activo del “mundo real”, por ponerlo de alguna manera. Por el contrario, la estabilidad de Wonderland está ligada a los activos presentes en el tesoro de la comunidad, es decir, si se deseaba mantener, digamos, un ratio de 1 Wonderland por dólar, los activos que había acumulado la Frog Nation oficiaban de reserva para garantizar esa estabilidad. Esto será importante luego.
“Las Stablecoins”
Las stablecoins son, como sugiere su nombre, criptomonedas diseñadas para tener un valor relativamente estable y no con la volatilidad a la que nos tienen acostumbrados criptomonedas como bitcoin. La manera más común de generar una stablecoin es crear una criptomoneda que siga la cotización de un activo “tangible” como el dólar.
Presentadas las tres herramientas, pasemos ahora a enfocarnos en la visión que orientaba los desarrollos conjuntos de nuestra extraña nación. Y esa visión era relativamente simple: el ecosistema de aplicaciones iba a generar sinergias y las herramientas iban a crecer en conjunto para recompensar, expansión del ecosistema mediante, a las personas que formaran parte de él, ya que ningún capital externo los ataba o podía controlarlos. Era la visión de una comunidad financiera abierta y transparente, construida por una comunidad con una relación extraña y muy cercana con las ranas (nadie dijo que este era un ecosistema libre de excentricidades). En efecto, era una visión alineada con la filosofía que está detrás de todo esto. Sin embargo, un día todo esto se derrumbó.
El lejano oeste
Como advertimos al comienzo, los riesgos inherentes al universo que nos convoca semanalmente a partir de esta sección son muy altos; puede haber oro y tierras por descubrir, pero también hay bandidos. Y muchos. En este caso, nuestro bandido se llama Michael Patryn, y es un criminal que fue condenado por robo de identidad en un esquema de tráfico de tarjetas de crédito. Además, Patryn estuvo involucrado en el lanzamiento de QuadrigaCX, un exchange, es decir, sitio de compraventa de criptomonedas canadiense que “perdió” cerca de 180 millones de dólares de sus clientes cuando su fundador, Gerald Cotten, que era la única persona con acceso a los fondos, falleció repentinamente en India durante su luna de miel en 2018.
La muerte de Cotten, producto de complicaciones derivadas de la enfermedad de Crohn (vale destacarlo para eliminar suspicacias respecto de un homicidio, siendo que este es un relato sobre bandidos), le dio a nuestro protagonista, que ya tenía antecedentes complicados, acceso a las arcas de uno de los proyectos de DeFi más importantes del ecosistema. Para dimensionar, tenía cerca de un billón de dólares que de un día para otro podía usar a discreción. Al margen de las suspicacias, el caso terminó siendo declarado como un “fraude y esquema de ponzi” por la Ontario Securities Commission, el ente encargado de la regulación financiera de la ciudad.
¿Cómo se vincula todo esto con la nación de las ranas? Como se imaginan, a través de Patryn, el bandido de nuestra historia. En efecto, el 28 de enero se reveló que el director financiero del grupo, que operaba bajo el pseudónimo de “Sifu”, era efectivamente Patryn. Y obviamente, cuando toda esta información salió a la luz, empezó la debacle: las personas comenzaron a retirar los fondos y el valor se desplomó 30% en un día (175 millones de dólares en términos absolutos).
Pero el daño no se limita a lo anterior. Recordemos que la nación de las ranas lideraba tres herramientas de amplio uso dentro de este universo. En particular, su stablecoin (Wonderland) era la base de otros proyectos más amplios, dado que efectivamente contaba con varias virtudes. De ahí el potencial riesgo de un efecto cascada que exceda los límites de este grupo.
Es que, pese a que nuestro bandido fue removido por la empresa (mediante una votación realizada a partir de un mecanismo de DAO), el daño podría ser elevado e irreversible. De hecho, ya se dio a conocer que la empresa estaba al tanto de los antecedentes y del pasado de Patryn, y optó por no compartirlo con la comunidad en el entendido de que “el pasado de una persona no determina su futuro”.
A pesar de estar de acuerdo con esa afirmación en abstracto, parece claro el hecho de que, como mínimo, los inversores involucrados en los proyectos de Frog Nation tenían derecho a saberlo antes de confiarle su dinero. Recordemos que, como el proyecto no admitía capital de riesgo, los inversores eran todos miembros de la comunidad que se habían entusiasmado con la visión filosófica del proyecto; no había lobos de Wall Street ni nada que se le parezca.
Conclusiones
“La historia no se repite, pero usualmente rima” es una frase atribuida a Mark Twain. De la misma manera, la conquista digital, descentralizada y potencialmente liberadora, parece rimar con la narrativa de la histórica conquista hacia el oeste. Forma, de hecho, una síntesis, algo nuevo y viejo al mismo tiempo, una creación que recién está dando sus primeros pasos. Es normal que algunos de ellos lleven a tropiezos. ¿Se puede mantener la anonimidad en el mundo crypto? ¿Cómo confiamos, en un sistema que se propone “reemplazar la confianza con código”, en los constructores de la nueva infraestructura económica mundial? ¿Por qué la obsesión con las ranas? Estas preguntas nos interpelan en nuestra misión de construir más y mejor tecnología financiera para mejorar la calidad de vida humana. De nuevo, hay que mantener un optimismo cauteloso: si bien puede haber oro y tierras por descubrir, los bandidos están a la orden del día en esta reedición digital de la conquista del lejano oeste.
Por este motivo, en esta edición del suplemento también encontrarán una nota con apuntes para prevenir las estafas más clásicas que se realizan con criptomonedas, a cargo de mi amigo Juan Diana: “¡No vendan el perro!: previniendo estafas con criptomonedas”.