Los precios estratosféricos de la electricidad de los últimos meses no son el único quebradero de cabeza para un número no menor de consumidores. La última vez que Belén Díez recibió una factura de la luz de su bar en Fuenlabrada (Madrid) fue en junio del año pasado. “Me cambié de compañía en junio y a los dos meses me di cuenta de que no había recibido la factura ni de casa ni del negocio. Me dijeron que al ser un nuevo contrato, podrían pasar hasta 90 días. Han seguido pasando meses y sigo sin recibir nada”, explica por teléfono esta autónoma de 34 años.
Con un recibo medio mensual de entre 300 y 400 euros, el retraso en la facturación por parte de la empresa con la que tiene contratado el suministro —Endesa— le está obligando a “guardar” todos los meses una cantidad equivalente para cuando, de golpe, lleguen los recibos pendientes. Y le está provocando serios estragos a la hora de declarar el IVA. Una simple multiplicación lleva a pensar que, cuando por fin reciba los recibos pendientes, la suma superará con creces los 2.000 euros, una cantidad que, dice, tendrá que fraccionar.
Ese es, también, el caso de Iván Varela, de 39 años y residente en Orense, que se cambió a Naturgy en junio y que desde entonces no ha recibido ningún recibo. “Me dijeron que era un problema de la distribuidora, pero mi problema es que no sé cuánto estamos consumiendo en casa: vamos a ciegas, sin referencia”, lamenta. O el de Andrea Castro, diseñadora gráfica de 28 años y cliente de Holaluz desde mediados del año pasado, cuando se fue a vivir con su pareja a un piso de alquiler en Barcelona. En agosto, de la noche a la mañana, dejaron de recibir facturas. “Llamé para avisar, y a los tres o cuatro meses ya me empecé a preocupar: me explicaron que era un tema de la distribuidora, por el cambio de tarifas y de regulación. Siento que tengo que estar yo pendiente, cuando lo único que quiero es pagar mis facturas”, explica. Esta semana, medio año después, la compañía le ha explicado que los recibos ya están a punto de emitirse. Sin embargo, esa promesa aún no ha cristalizado en hechos.
El caso de Díez, Varela y Castro dista mucho de ser único: miles de españoles llevan desde el verano pasado sin que les llegue a su casa o a su negocio el recibo de la luz. Una situación que las compañías distribuidoras —donde reside el meollo de la cuestión— achacan a los cambios aplicados el pasado 1 de junio sobre la tarifa regulada. Estos supusieron, según explican fuentes de Endesa, una de las compañías con más usuarios afectados, “una profunda modificación en la forma en que se facturan los peajes y cargos” que coincidió con la implementación de un nuevo sistema de facturación en la distribuidora. El remate, dicen, llegó después con la bajada del IVA y los cambios aprobados en los últimos meses sobre el impuesto eléctrico o el bono social, que impactaron “de manera relevante” en sus sistemas informáticos y les han obligado a acometer “múltiples ajustes que han derivado en retrasos” en las facturas.
Algunos usuarios afectados empezaron a recibir los recibos en noviembre. Otros, en diciembre. Pero siguen siendo muchos —según Endesa, el 1% de sus más de 9,7 millones de clientes— los que hoy siguen sin saber nada de sus facturas pendientes. Un portavoz de la eléctrica confía en que la situación de todos ellos quede solventada a lo largo de este primer trimestre del año. En el caso de Naturgy, fuentes de la empresa dan por “solventada” la demora y matizan que los retrasos han sido “muy puntuales, tras la adaptación de los sistemas informáticos a los nuevos peajes y cargos”. “Fueron solo retrasos y no hubo ningún error en la facturación”, insisten.
Derecho a fraccionar el pago
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Entre los afectados, no obstante, prevalece un temor generalizado: que cuando por fin lleguen los recibos, la cantidad adeudada sea mucho mayor de lo que calculan. “Nuestro miedo es que, viendo cómo ha subido la electricidad estos últimos meses, nos llegue una factura muy alta”, desliza Oriol Pou, de 32 años, que en agosto del año pasado se mudó a un piso de alquiler en Madrid con su pareja y que tampoco ha recibido ni una sola factura. “Hemos abierto una incidencia con Endesa [su comercializadora] y así seguimos”. Cuando firmaron el contrato, relata, optaron por la tarifa que creían que más les convenía con la idea de cambiarla acto seguido si veían —con las primeras lecturas en la mano— que no les era la más conveniente. “Pero, claro, sin recibir la factura es imposible saber si esa era la que más nos convenía o no”.
Por ahora, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) se ha limitado a recordar a los usuarios afectados que tienen derecho a acogerse a un fraccionamiento de la factura en varios meses. Desde el otoño, el regulador tiene abierta una investigación para tratar de dilucidar lo ocurrido y tomar cartas en el asunto. Sin embargo, un portavoz del organismo no concreta siquiera el volumen aproximado de clientes que pueden estar afectados alegando “razones relacionadas con las garantías procesales”.
Una de las denuncias que han llegado a manos de la CNMC es la de la organización de consumidores Facua. “Tiene que investigar y expedientar a quienes están demorando la emisión de las facturas. Es un caso masivo y muy grave”, urge su secretario general, Rubén Sánchez. Aunque la envergadura real del problema es muy difícil de saber, desde Facua hablan de “millones de facturas” que no han llegado a sus destinatarios en los últimos meses. Pero creen que el cuello de botella se solucionará antes de que pasen 12 meses desde el primer recibo que no llegó a tiempo. ¿El motivo? “La ley dice que los usuarios no tendrían que pagar las facturas anteriores a esa fecha, así que no se arriesgarán a que pase tanto tiempo”, explica Sánchez.
Golpe para las comercializadoras
Los usuarios no son los únicos que están sufriendo las consecuencias del retraso en la facturación. Las pequeñas comercializadoras eléctricas, un eslabón especialmente frágil en la actual crisis de precios, están teniendo que abonar la energía consumida por sus usuarios sin antes haber recibido ni un euro de ellos.
Una de ellas, Proxima Energía, estima por ejemplo que el 5% de sus clientes —unos 600 en total— llevan desde mediados del año pasado sin recibir y, por tanto, sin pagar, los recibos correspondientes. Su director, Jorge Morales de Labra, eleva hasta el 10% la ratio de afectados en las zonas en las que Endesa o Naturgy son distribuidoras. “Tenemos dos problemas”, se queja por teléfono. “Uno de imagen, con clientes que llevan más de seis u ocho meses sin facturar y que nos lo achacan a nosotros, aunque el problema no sea nuestro. Y otro, económico, porque estamos teniendo que adelantar una parte importante de la energía consumida por nuestros clientes a precios estratosféricos, como los actuales del mercado”.
Naturgy da por resuelto el problema informático de los últimos días
El problema de las facturas desde el verano no es el único que han sufrido los usuarios de las eléctricas en los últimos meses. El viernes de la semana pasada, un fallo informático dejó a todos los clientes de Naturgy sin acceso a las facturas y a gestiones como el cambio de su tarifa. Una semana después, la antigua Gas Natural Fenosa da prácticamente por resuelto el problema: “El servicio está normalizado. La compañía ha puesto todos los recursos necesarios para resolver las contingencias y continúa trabajando para la estabilización completa”, explican fuentes de Naturgy. La incidencia, añade este portavoz, “no fue ningún ciberataque ni ha supuesto pérdida alguna de información de clientes ni de la operativa de la compañía”. “La compañía reitera las disculpas por los inconvenientes que esta situación haya podido generar a sus clientes y proveedores, así como entidades y asociaciones con las que trabaja habitualmente, y con las que está en contacto permanente”.