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“Hola, mi nombre es Joan MacDonald y tengo 73 años. Hace cinco años pesaba 90 kilos. Estaba tomando medicamentos para la presión arterial y el reflujo ácido, tenía un edema terrible en los tobillos, mi artritis era extremadamente dolorosa y tenía dificultad para subir y bajar escaleras. Estaba cansada, preocupada y necesitaba desesperadamente un cambio. Mi hija Michelle vino a verme al borde de las lágrimas y me dijo que yo tenía que tomar una decisión. Dijo que si continuaba en el camino en el que estaba, terminaría aún peor, y probablemente con más medicamentos. Me ofreció la oportunidad de trabajar con ella ese invierno. Participaría en un grupo en línea con otras mujeres que estaban trabajando para cambiar hábitos y cuidarse lo mejor posible”, escribió hace dos años en su web Joan MacDonald, una simpática mujer canadiense que en ese difícil momento en el que su salud no le estaba jugando una buena pasada no se imaginó que en poco tiempo iba a dar un giro de 180 grados a su vida. Ni mucho que menos que tendría 1.400.000 seguidores en su perfil de instagram que creó: @trainwithjoan (entrena con Joan).
Hipertensión, obesidad, elevado colesterol, gastritis y problemas renales. Como si eso fuera poco, había atravesado un divorcio que la sumió en una profunda depresión. Sin dudas, había tocado fondo. La salud física y mental de Joan no le estaba dando tregua y por su historial clínico no podía darse el lujo de seguir con una vida sedentaria. No se trataba de un tema de estética, sino de cuidado personal y bienestar.
Esa charla con su hija la había dejado pensando, aunque en realidad casi que no tuvo tiempo de reflexionar cuando Michelle le pidió que viajara a México (donde vive) para enseñarle no solamente ejercicios de cardio y levantamiento de pesas, sino también introducirla en el mundo de la meditación y la respiración consciente. Además, madre e hija entraron a un grupo de mujeres que tenían los mismos objetivos.
Antes de empezar con el programa, Michelle le dijo a su madre que los cambios no los lograría por arte de magia ni por azar, ni mucho menos que los notaría en el corto plazo. Joan necesitaba ser paciente, pero perseverante porque el desafío que iba arrancar requería de mucha actitud y aptitud para no bajar los brazos.
Además de los trabajos en el gimnasio para Joan era imperioso realizar un cambio en sus hábitos alimenticios. Al principio, cuenta, promediaba alrededor de 1000 calorías al día, distribuidas en cinco comidas y dice que trató de comer 130 gramos de proteína al día. “No fue fácil comer esa cantidad de comida, pero lo hice. Después de ese primer año de pérdida de peso, comía alrededor de 1450 calorías y 150 gramos de proteína al día. Ahora como más carbohidratos que cuando tenía sobrepeso, pero nunca hice ayuno intermitente u otras dietas. Me temo que es una mentira descarada. Siempre comí carbohidratos. Como cinco comidas sólidas al día y estoy entusiasmada con cada una de ellas. Amo mi energía durante el día, la energía en mis pasos y el brillo en mis ojos. Este enfoque es equilibrado, increíblemente saludable y puedo comer todo tipo de golosinas”.
La autoestima de esta mujer dio un giro de 180 grados a medida que fue observando los frutos de su entrenamiento y de su cambio alimentario. Y en tres años logró bajar más de 24 kilos y tonificar su cuerpo.
“Creo que es la naturaleza humana, especialmente en un largo viaje, el preguntarnos si estamos en el camino correcto o no. Pero a medida que pasaban los meses, podía ver que todos estábamos cambiando. El peso y los centímetros estaban perdiendo. Mi confianza en el gimnasio estaba creciendo. Todos nos animábamos unos a otros”.
Al percibirse renovada por fuera y por dentro sintió la necesidad de compartir en su Instagram muchos de los momentos de su rutina en el gimnasio para generar conciencia de que es posible cambiar esos hábitos y tener una vida mucho más saludable. Su lema es “si yo puedo hacerlo, tú puedes hacerlo”. Por eso es muy común verla en fotos y videos durante las sesiones de levantamiento de pesas, en medio de los ejercicios con mancuernas y discos, como así también sus pedaleos en la bicicleta y hasta mostrando sus músculos, siempre con mucha alegría.
“Cuando comencé este viaje, en el que todavía estoy, no tenía grandes expectativas. Solo quería dejar mi medicación y dejar de correr hacia la cama del hospital. Mi hija había intentado durante años persuadirme de que dejara de comer bocadillos y comenzara a seguir una rutina de alimentación adecuada, pero yo estaba demasiado cansada y deprimida para que se mantuviera, o eso pensé. Ver a mi propia madre enfermarse y morir en un asilo de ancianos, y escuchar a mi propio médico decirme que necesitaba aumentar la medicación para el corazón, fue la gota que colmó el vaso. Lo hice por mi salud y para poder intentar disfrutar de mis últimos años en esta tierra feliz y llena de energía. Tienes que amar tus nuevos hábitos más que tus viejos hábitos si quieres que los grandes cambios sean permanentes. Realmente no hay nada de cómo solía vivir mi vida antes que cambiaría por la salud que tengo hoy. Prefiero estar cansada de una gran sesión de presión de piernas que cansada de tener sobrepeso y presión arterial alta”, escribió Joan hace unos días en Instagram.
Se nota en cada una de sus palabras que lo que está logrando supera sus propias expectativas, tanto en relación a su salud como a la repercusión que tienen todas sus publicaciones. Por esa razón Joan está por lanzar su primer e-book que incluirá un plan de comidas que está ayudando a preparar con algunas de sus recetas favoritas y ejercicios físicos para hacer en las casas.
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